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COLUMNAS

Nuevo ministerio: visiones e intereses en conflicto

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Por: Nancy Pérez Ojeda, directora de Gestión del Conocimiento e Innovación Tecnológica

Cuando se supone que debería haber estado celebrando el anuncio del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, sin duda un hecho histórico para el país, mi estado de ánimo era de una frustración total. No podía creer que se aprobara tal aberración de artículo 9, donde los puntos más críticos son el que “el Estado tendrá derecho a una licencia no exclusiva, intransferible, irrevocable y onerosa, respecto de los inventos, innovaciones tecnológicas, diseños o procedimientos” y “si la institución o persona a la que se le asignaron los recursos logra comercializar en cualquier forma su derecho de propiedad industrial, deberá restituir el 100% de los fondos asignados, y una suma adicional equivalente al 5% de los ingresos obtenidos de la comercialización del derecho de propiedad industrial”. A esto se añade una nueva preocupación. Muchas voces ya claman por una ley de transferencia tecnológica dando por superado este evento, ya que muchos dicen “no te preocupes si solo afecta a Fondecyt”, cuando todavía es oportuno y necesario insistir en que el Presidente de la República aplique el veto presidencial a dicho artículo, pues revela una falta de entendimiento del corazón de cómo alinear a los actores que participamos del Sistema Nacional de Innovación para el desarrollo de Chile.

También debemos aprender de las lecciones pasadas. Cuando se discuta la ley de transferencia tecnológica, hay que ser cuidadosos e instalar una discusión en la cual sean convocados actores expertos en la materia. La experiencia enriquecerá una discusión, que me imagino también tendrá posiciones políticas, pero donde el aporte objetivo y profesional de los expertos y técnicos debe servir para evaluar los pros y contras de las definiciones que allí se hagan.

Tal como muchas políticas de propiedad intelectual (PI) que fueron definidas en las Universidades del país, el Estado hoy se pregunta cuál es el rol que la PI va a jugar en el Sistema Nacional de Innovación. Puede ser utilizada para impulsar el desarrollo del país, disponer de opciones tecnológicas para fines de salud, en emergencias sanitarias y otros fines; también tener la opción de no pagar dos veces en royalties por algo que el mismo Estado impulsó, entre otros. Cada uno de esos usos está relacionado con intereses del Estado que podrían entrar en conflicto con los de los otros actores para cumplir con la misión del ministerio. Así, una buena ley de transferencia tecnológica debe hacerse a partir de un estudio serio y profundo, que establezca cuál es la misión y el rol que la propiedad intelectual va a jugar.

Con el artículo 9 de la reciente ley se instaló una visión de mercado en el rol del Estado, que no es el que debe jugar en el Sistema Nacional de Innovación, sino que debe concentrar su atención en impulsar el desarrollo de conocimiento científico y tecnológico necesario para el país. Claramente, hacer una ley sin la intervención de expertos en transferencia tecnológica, o peor aún, copiando párrafos de leyes de otros países que tienen sus propias historias, es un camino muy poco serio y peligroso que no podemos repetir.

Si bien es importante el rol del mercado en estas materias, este debe estar donde le corresponde, teniendo claro que en transferencia tecnológica hay al menos tres actores con sus respectivos intereses: el del Estado, el de la academia y el del mundo privado, y querámoslo o no, estos intereses podrían entrar en conflicto  para cumplir la misión del ministerio. Espero que tengamos la suficiente humildad y nos demos el tiempo para escuchar y para, en conjunto con los actores del sistema, proponer el mejor modelo para el país.

Universidad del Desarrollo
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COLUMNAS

Buenas prácticas para mejorar la gestión pública (I)

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Israel Gómez Córdova
Jefe Departamento de Documentación y Divulgación
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En la búsqueda de un mejor y más eficiente servicio al ciudadano, la gestión pública constituye un paradigma de gestión, que combina los papeles de empresario y gerente. En este sentido, se plantea una modificación en el método de redistribución de los bienes y cargas esté orientada al ciudadano, posibilitando así, un auténtico reflejo de la inserción de la perspectiva privada dentro del sector público.

Esto implica, entre otras cuestiones, que la actual gestión pública se aproxima al sistema utilizado en las empresas privadas, en términos de búsqueda de una mejor eficiencia y eficacia del servicio que se presta, pues en ocasiones se cumple aquella paradoja de la implantación de la imagen del Gobierno, cuya idea es que el sector público esté en manos de funcionarios públicos dotados con un control activo, visible y discrecional sobre las instituciones.

Se anteponen los resultados a los procedimientos, y se enfatiza la importancia de la evaluación.

En este sentido se puede denominar neogerencia, desarrolla un diseño de objetivos por resultados, donde se formulan estándares explícitos y medidas de rendimiento, así como la definición de metas e indicadores de éxito, preferentemente expresados en términos cuantitativos.

Así, la responsabilidad es configurada con base en una declaración nítida de metas, de modo que se pone énfasis en los controles de resultados, en tanto que la asignación de recursos se asocia a medidas de rendimiento. Asimismo, se anteponen los resultados a los procedimientos, y se enfatiza la importancia de la evaluación y la eficiencia.

Así, al ser hoy la democracia un concepto supranacional, la sociedad civil, entendida como la sociedad organizada y ponderada de acuerdo con el poder que tienen los diversos grupos e individuos, se constata como avanza ese continuo requerimiento de atenciones del ciudadano sobre las administraciones e incluso sucede una crítica constante a las fórmulas de gestión de estas.

Desde este punto de vista, la sociedad es un factor importante para tener en cuenta en la gestión pública y en su efectividad y eficiencia, que a todas luces traspasa las fronteras nacionales y se configura desde nuevas agendas sociales, culturales, políticas y económicas cada vez más globales. Además, hay que tener muy en cuenta que aplicaban soluciones que hoy podrían ser perfectamente aceptadas, en materia de desarrollo de mejoras administrativas.

Continuará…

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Multilateralismo y cero desechos

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António Guterres

Secretario General de las Naciones Unidas

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Importancia del multilateralismo y la diplomacia para la paz. El 24 de abril de cada año se pone de manifiesto una verdad fundamental: ningún país puede resolver los problemas actuales por sí solo. 

El diálogo, la diplomacia y las soluciones multilaterales son el camino más seguro hacia un mundo en paz y más justo. 

Son ideales intemporales que cimientan la Carta de las Naciones Unidas (en vigencia desde el 24 de octubre de 1945) y que impulsan los esfuerzos mundiales para proteger los derechos humanos y así forjar paz, esperanza y prosperidad para todas las personas. 

No obstante, por todo el mundo hay conflictos, catástrofes climáticas, pobreza y desigualdades que plantean enormes obstáculos a la diplomacia y las soluciones multilaterales. La lucha por espacios altamente competitivos afecta el ambiente de colaboración; la implacable división acaba con el diálogo. 

El diálogo, la diplomacia y las soluciones multilaterales son el camino más seguro hacia un mundo en paz y más justo.

La diplomacia y el propio sistema multilateral se crearon precisamente para momentos como este. Debemos crear condiciones para un nuevo espíritu de cooperación global para reconstruir la confianza, reducir las divisiones confrontativas y orientar a la humanidad hacia la paz. 

La Cumbre del Futuro que tendrá lugar el próximo septiembre será una oportunidad decisiva para que los países encuentren soluciones en común. Con una Nueva Agenda de Paz que aborde los factores de conflicto de forma holística se puede ayudar a restablecer la fe en el sistema multilateral y en lo que podemos conseguir trabajando unidos. 

En este importante día, exhorto a los Gobiernos y a los dirigentes a que no escatimen esfuerzos para salvar las diferencias, renovar el diálogo y la confianza y hacer posible un futuro de paz. (Objetivo de Desarrollo Sostenible -ODS- 17: Revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo
Sostenible).

Hacia una cultura cero desechos.  Nuestro planeta se está ahogando en un torrente de basura. 

Cada año, la humanidad produce más de 2 mil millones de toneladas de residuos sólidos municipales. Alimentos podridos, botellas de plástico, aparatos electrónicos contaminados con productos químicos y un sinfín de cosas más se desechan sin tener en cuenta el agua, la tierra y el aire. 

Al descomponerse, la basura emite gases de efecto invernadero que se van hacia la atmósfera incrementando el calor al planeta, y también afectando la calidad del agua y del suelo, lo cual provoca enfermedades e incluso la muerte de personas en todo el mundo.  También es cierto que el consumo excesivo nos está matando. Tenemos que hacer algo.  

Desde el año pasado, la Junta Consultiva sobre Cero Desechos viene reuniendo a los asociados en torno a esta cuestión crítica y a lo que hay que hacer para conseguir que el ideal de cero desechos sea una realidad. 

Las empresas deben repensar sus productos a fin de minimizar el derroche de envases y maximizar la longevidad y el ciclo de vida de los productos. 

Los consumidores deben pensar dos veces antes de adquirir bienes y productos, y reciclar o reutilizar siempre que sea posible. 

Los gobiernos a todos los niveles deben crear economías circulares que aborden el agotamiento y la gestión de los recursos, e invertir en programas modernos de control de desechos basados en la reutilización, el reciclado, la recuperación y la prevención de la producción de desechos. 

Por su parte, la comunidad mundial debe unirse y trabajar por lograr un tratado jurídicamente vinculante para poner fin a la contaminación por plásticos. 

Cada 30 de marzo conmemoramos el día de Cero Desechos. Comprometámonos a poner fin al ciclo destructivo de los desechos, de una vez por todas. (Objetivo de Desarrollo Sostenible, ODS 12: Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles).

Colaborador DCA
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¿Es posible un mundo sin plásticos? (I)

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Andrea Cocchini 

Profesor de Derecho Internacional de la Universidad de Navarra

El 22 de abril, como cada año desde 1970, se celebra el Día Internacional de la Tierra, la jornada más importante dedicada a la protección del medioambiente. En esta ocasión, la organización Earth Day ha elegido el lema Planeta versus plástico. El movimiento tiene como aspiración “reducir en un 60 por ciento la producción de plásticos de aquí a 2040 para construir un futuro sin plásticos para las generaciones venideras”.

Durante el Día de la Tierra de este año, todas las iniciativas estuevieron  enfocadas a informar y sensibilizar a la opinión pública sobre los perjuicios que la contaminación plástica supone para la salud humana, la biodiversidad y el medio ambiente y sobre las medidas necesarias para atajar el problema.

Todas las iniciativas estuvieron enfocadas a informar y sensibilizar a la opinión pública. 

Entre ellas, la Earth Day menciona la necesidad de impulsar con urgencia la adopción del futuro tratado contra el plástico, incluido en el Programa para el Medio Ambiente de las Naciones Unidas y que se está trabajando con los estados desde 2022 en el Comité Intergubernamental de Negociación sobre la Contaminación por Plásticos (INC, por sus siglas en inglés).

Al margen de que se prevea finalizar un tratado dentro de 2024, es muy probable que el acuerdo que resulte de las negociaciones no esté a la altura del ambicioso objetivo que se proponen los promotores del Día de la Tierra.

Se prevé que la producción mundial de termoplásticos ascenderá a 445.25 millones de toneladas en 2025 y que los volúmenes anuales de producción seguirán aumentando en las próximas décadas hasta alcanzar aproximadamente los 590 millones de toneladas en 2050. Esto supondría un incremento de más del 30 por ciento con respecto a 2025.

Colaborador DCA
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