Comunícate con nosotros al 1590

COLUMNAS

No hubo necesidad de desarmarle

Publicado

-

Rony Elmer Orellana, el pequeño niño asesinado, carecía de arma alguna. En su caso no hubo ninguna necesidad de desarmarle, puesto que nunca estuvo armado y, sin embargo, no tuvo la suerte de aquellos soldados –los “soldaditos de la fábula (buena ha sido la insurgencia para inventarse sus historias)– que sin disparar ni una sola bala habrían sido por esta desarmados y que, ya desarmados, tan solo habrían recibido de sus captores “una regañada”- tal la orden que habría dado Luis Augusto Turcios Lima! Qué buenecitos y angelicales aquellos insurgentes! Lamentablemente, Rony Elmer Orellana, inocente niño a quien no fue necesario desarmar, no recibió regañada alguna sino una infame y despiadada cantidad de plomo. (“Agustito” –por lo visto, así llamaban cariñosamente a Turcios Lima– no fue quien comandara este ingrato operativo).

Nadie tendría que pedir perdón por una guerra que se hubiera emprendido contra la corrupción y la injusticia, ni por recibir el apoyo de sacerdotes católicos con el mismo compromiso –ningún perdón por la violencia–, ironías aparte por una guerra con justa causa, pero la realidad es que no se trató de guerra alguna sino de actos criminales: asesinatos, secuestros y extorsiones, el sueño revolucionario o el ansia de poder ¡Vaya Usted a saber! lo justificaba todo.

¿Combatir con delitos, los delitos? ¿Con injusticias, la injusticia? ¿Con infamia, las infamias? Los asesinos, secuestradores y extorsionistas de ese entonces (al igual que los lumpen asesinos, secuestradores y extorsionistas de todos los tiempos) no se arrepienten de sus crímenes, e incluso –hoy– los siguen ponderando, el lógico resultado de no haber tenido que pagar por los mismos ni de haber sabido aquilatar lo que era la amnistía, el generoso, ingrato y doloroso olvido, con tal de que la paz fuera posible.

Hoy (no entendimos la tragedia de los 36 años que hubimos de vivir) se persiste en la intención criminal de entonces –todo válido para alcanzar el poder– y en el mismo desprecio por la vida (quien no respeta una vida, ninguna respeta) haciendo héroes de quienes, al final de cuentas, no pasaron de asesinos. Linda es la fábula de “los soldaditos” que tan solo regañados pero no lo es la realidad irrefutable –Rony Elmer Orellana, el niño asesinado, y los asesinatos de los infelices policías en las garitas (tiro al blanco) y el asesinato a sangre fría de Karl von Spreti, como que si se tratara este justo varón de algo menos que un perro. Quien justifica un crimen, los justifica todos. ¿No logramos comprenderlo?

Podría escribirse una linda balada, la de los soldaditos desarmados (tal vez ya se haya escrito –preciosa como es “la fábula”– y así, traguitos van y folclor viene, se construyen las leyendas. “Y perdón por la violencia para hacer frente a la injusticia…” ¡Música, maestro, please! Los encantadores de serpientes, sin embargo, se encuentran, esta vez, con una inesperada piedra en el zapato, puesto que no dejaré pasar mentiras ni leyendas.

Entiendo el romanticismo insurgente, y no tengo por qué dudar, ¿acaso no es real la literatura?, de la leyenda de los soldados y de la generosidad del “comandante”. ¿Por qué no habría de tener algo e –incluso– mucho de bueno, aunque errado y confundido? Pero lo que sí es cierto –irrefutable– es el asesinato infame ¿Algún asesinato no lo es? de Rony Elmer Orellana, principio de decenas, centenares y miles de víctimas, después masacres y aldeas arrasadas: quien no respeta una vida, ninguna respeta, y quien alienta el crimen, aunque sea solo uno, los alienta todos. La ingratitud cometida con la población indígena, arrastrada literalmente a una lucha que le era absolutamente ajena, merecerá mi atención –si es necesario– en entregas sucesivas.

La insurgencia derrotada en el oriente se reinventó en el occidente con idéntico y único propósito, fábulas aparte, canciones y leyendas: alcanzar el poder.

La historia no admite un ultimátum que jamás se produjo el que, supuestamente, le habría hecho el jefe de las Fuerzas Armadas del Ejército de la Revolución, Francisco Javier Arana, al presidente Arévalo, ultimátum que este desmiente en su libro Despacho Presidencial, como tampoco admite órdenes de captura y decretos legislativos que jamás existieron –excusas que fueron para un crimen– el de Francisco Javier Arana –jamás destituido de su cargo y jamás orden de captura alguna emitida en su contra–, ni admite la historia omitir ese crimen, ni las “justificaciones” ¡A la soberbia humana! de ese “y otros crímenes” –uno a uno– el inexorable camino a todo lo ocurrido. ¿No pueden comprenderlo?

El final de la revolución plural de 1944 quedó zanjado con el asesinato de Francisco Javier Arana, a partir de aquel momento, ya usurpada, principio este del drama que hubimos de vivir, esta fecha, la de su asesinato, el 18 de julio de 1949, la que determina la polarización que, hasta la fecha, no logramos superar, el 54, un efecto y no la causa.

Se ha dictado sentencia –sentencia de primer grado– en el juicio llevado contra Francisco Luis Gordillo Martínez, juicio sustentado en una línea de mando que llegó a ser irregular en el conflicto irregular vivido jamás reconocida guerra alguna, ni nacional ni internacionalmente.

¿Violación? ¿Desaparición forzosa? La desaparición forzosa, de todos, el más execrable de los crímenes. ¡Cómo poder objetar su castigo!

¿Pero, fue Francisco Luis Gordillo Martínez el autor de esos crímenes? ¿Por línea de mando? ¿Qué caiga sobre él todo el peso de nuestras culpas, incluidas las culpas de la insurgencia, jamás sancionadas?

Justicia transicional, en uno o unos pocos, satisfecha. En este, o estos, todas las culpas. ¡Nunca más! ¿Cómo objetarlo, si de eso se tratara? Sin embargo, parecería ser que queda la deuda del primer asesinato, el primer asesinato, no castigado, que dejó abiertas las puertas de par en par a todos los asesinatos sucesivos, asesinato, incluso, ponderado. ¿Qué importa una vida ante el fin supremo de la revolución? Oímos que se clama por justicia, pero no oímos en quienes claman por esta, un lo siento.

Rony Elmer Orellana, niño de 9 años de edad, fue rociado de plomo, pero, ¿a quién le importa? sobre todo ¿qué importancia podría tener si, comparado con toda la tragedia posterior? e, incluso, si ¿solo comparada con la desaparición forzada de otro niño, un crimen que no cesa? Y, sin embargo, ¡claro que importa! su vida, fin en sí misma, milagro de Dios, irrepetible. Quien irrespeta una vida, ninguna respeta.

La sentencia contra Francisco Luis Gordillo Martínez y de los otros oficiales puede ser objeto de apelación especial y de casación, incluso de revisión y de las amnistías, vigentes, anteriores a la contenida en la Ley de Reconciliación Nacional, amnistías que no excluyen delito alguno o de nueva amnistía que, en todo esto, parecería ser que no se alcanza lo deseado, la sensación de que se hizo y que se hace justicia para todos.

No hubo necesidad de desarmarle, Rony Elmer Orellana (1061) el niño de 9 años cuya vida irrespetada, irrespeto que fue preludio del irrespeto de las otras, estaba obviamente desarmado. Quien irrespeta una vida, todas irrespeta. ¿Llegaremos algún día a comprenderlo?

Acisclo Valladares Molina
Seguir leyendo

COLUMNAS

Zolic, el rediseño de una marca de 51 años

Publicado

-

Ing. Byron Gaitán, Gerente General Zolic

[email protected]

Con más de medio siglo de trayectoria la Zona Libre de Industria y Comercio Santo Tomás de Castilla (Zolic), ha experimentado una evolución sólida en la consecución de sus objetivos.

En la etapa más reciente, el compromiso de su Junta Directiva, Gerencia y Sub-Gerencia ha sido fundamental para impulsar estratégicamente la atracción de nuevas inversiones y el crecimiento económico del país. 

La institución ha sido un pilar en la historia de Guatemala, contribuyendo al desarrollo del empleo y la economía nacional. Es así como desde 2021, se estableció una estrategia de reposicionamiento de marca, destacando entre sus acciones el rediseño del logotipo, que otorga un espacio para la innovación y la evolución de la institución desde su imagen visual.

La esencia y el propósito primordial de Zolic desde su fundación en 1973 han sido la promoción de la inversión nacional y extranjera para impulsar el desarrollo, la productividad y el empleo, en línea con su Ley Constitutiva el Decreto 22-73 del Congreso de la República y sus reformas posteriores en el Decreto 30-2008.

El logotipo anterior fue utilizado como sello distintivo de la institución desde el 2012.

La historia de la institución se entrelaza con la identidad arraigada de la Zona Libre de Industria y Comercio “Santo Tomás de Castilla”, conocida generalmente como Zolic por usuarios, público en general y trabajadores, quienes han sido testigos de su evolución a lo largo de los años.

Desde sus inicios, situada junto al principal puerto en el Atlántico guatemalteco, en Puerto Barrios, Izabal; los primeros logotipos de Zolic evocaban el sol, el mar e incluso una gaviota, reflejando su ubicación privilegiada y buscando hacer referencia de su conexión con el comercio
marítimo.

Sin embargo, en la historia de Zolic su Ley Orgánica ha tenido varias reformas, siendo una de las más significativas la de 2008. Con la cual la institución se ampliaría en capacidades, convirtiéndose en la fuerza impulsora detrás de lo que ahora conocemos como Zonas de Desarrollo Económico Especiales Públicas (ZDEEP), autorizando y habilitando nuevas Zonas Libres para el crecimiento económico, en todas las regiones del país.

El logotipo anterior fue utilizado como sello distintivo de la institución desde 2012, y si bien era reconocible por su nombre solo aprovechaba un 7 por ciento el potencial de la marca, en el nuevo rediseño Zolic ocupa el lugar central y dominante representando el 100 por ciento de la composición gráfica.

Esta decisión refuerza el posicionamiento de la marca y la hace más memorable para el público, la marca tiene colores corporativos que reflejan confianza y estabilidad y aseguran una consistencia visual, con tipografías legibles y modernas que reflejan profesionalidad y seriedad.

Hoy, el logotipo de Zolic, tiene un diseño conformado por un rectángulo vertical en color azul oscuro con cortes ondulares; en la parte inferior, en medio esta la palabra Zolic en letras especiales en color azul oscuro, sobre la palabra Zolic, figura una línea ondulada en color celeste con un punto rojo y debajo de la palabra Zolic, se encuentran las palabras zona libre de industria y comercio en letras especiales en color azul oscuro subrayado con línea en color rojo. Abajo del subrayado rojo se encuentran las palabras Santo Tomás de Castilla en letras especiales en color gris claro.

El nuevo diseño de marca de Zolic se da en un tiempo importante de cambio en su historia, consolidando su posición en el mercado guatemalteco y preparando a la institución para enfrentar los desafíos del comercio internacional y el nearshoring.

Con un logotipo limpio y claro, colores corporativos distintivos y tipografías cuidadosamente seleccionadas, Zolic se posiciona como el líder en su sector, rigiendo la autorización y habilitación de las Zonas de Desarrollo Económico Especiales Públicas (ZDEEP), lo que se traduce en contribución a la reactivación económica y social de un nuevo país para todos.  

Colaborador DCA
Seguir leyendo

COLUMNAS

Por una cultura laboral segura y saludable

Publicado

-

Consejo Editorial Conadi

Hace ya 21 años que el 28 de abril se marca en nuestros calendarios como el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo. Esta fecha no solo nos recuerda la importancia vital de promover entornos laborales seguros, saludables y dignos, sino que también nos invita a rendir homenaje a todas aquellas personas que han sido víctimas de accidentes laborales y enfermedades profesionales.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define la Seguridad y Salud en el Trabajo (SST) como una disciplina dedicada a prevenir lesiones y enfermedades laborales, así como a proteger y promover la salud de los trabajadores.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, las cifras son alarmantes: Según análisis de la OIT casi 3 millones de personas mueren por accidentes y enfermedades relacionadas con el trabajo; además, calcula que 395 millones de trabajadores en todo el mundo sufrieron lesiones laborales no mortales; entre estos, un porcentaje significativo termina con alguna discapacidad.

A pesar de los esfuerzos, las cifras son alarmantes.

Según el Banco Mundial, aproximadamente el 15 por ciento de la población mundial vive con algún tipo de discapacidad.

Además de los riesgos físicos, también debemos considerar los desafíos relacionados con la salud mental en el ámbito laboral.

La ansiedad, el estrés y otros problemas de salud mental no solo afectan al individuo, sino que también impactan negativamente en la productividad empresarial.

En Guatemala, el Ministerio de Trabajo y Previsión Social (Mintrab) y el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) tienen a su cargo, en forma coordinada, el control y vigilancia de la salud y seguridad; esto, para garantizar entornos laborales seguros y saludables.

Según el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), en nuestro país se registran 200 accidentes laborales diarios, siendo los sectores más peligrosos la agricultura, los servicios y la industria.

El Consejo Nacional para la Atención de las Personas con Discapacidad hace el llamado para que las empresas asuman su responsabilidad y prioricen la seguridad de sus trabajadores.

Invertir en la prevención de accidentes laborales y en la inclusión de personas con discapacidad en el lugar de trabajo no solo mejora la moral y la productividad, sino también fomenta la diversidad en la fuerza laboral. Además, es crucial garantizar el cumplimiento de las leyes y regulaciones que protegen a los trabajadores en la prevención de accidentes laborales en nuestro país.

En este Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, hagamos un compromiso conjunto para crear una cultura laboral donde la seguridad y la salud de los trabajadores sean prioridades indiscutibles. Juntos, podemos construir un futuro laboral más seguro, saludable y equitativo para todos.

Colaborador DCA
Seguir leyendo

COLUMNAS

¿Woke qué, woke quién?

Publicado

-

Miriam Jerade

Profesora Asistente Facultad de Artes Liberales

Lo tragicómico del libro de Susan Neiman, La izquierda no es Woke es que si bien su autora afirma haberlo escrito para salvar a la izquierda, solo le habla a los prejuicios del ala reaccionaria y conservadora.

En el libro, Susan Neiman sostiene que la izquierda intercambió la igualdad social por la reivindicación identitaria. Neiman jamás define woke.

El término que se originó en la comunidad afroamericana para estar atentos, ha degenerado en un insulto.

Políticos conservadores como Ron DeSantis lo usan contra el activismo medioambiental, derechos sexuales o ser vegano; posiciones escasamente comparables en su valoración social o poder. Tampoco es claro el referente: ¿woke quién? ¿Se refiere a su vecina que le pidió llamarla con otro pronombre o a todas las luchas contra el sexismo?

¿Qué se le achaca a la izquierda (si es que existe la izquierda)? Que perdió su vocación universalista que buscaba la igualdad.

Es falso que la izquierda abandonó las luchas por la igualdad social.

Es cierto que habiendo conquistado una mayor igualdad formal, cierta izquierda ha señalado injusticias estructurales que algunos grupos sociales padecen.

Esto que la autora interpreta como pura victimización es una lucha por la justicia de aquellos que tienden a ser aún más explotados o marginados en el mundo laboral, tienen menos capacidad de decisión o padecen violencias sistemáticas.

Cuando los conservadores contraponen al lema Black Lives Matter una fórmula universalista como All Lives Matter, están caricaturizando la demanda y lo hacen con una ignorancia porfiada que desconoce que es más probable recibir violencia policial cuando se es negro en los Estados Unidos.

Extrañamente, grupos conservadores los defensores de la familia tradicional, por ejemplo; rara vez se tildan como identitarios.

Otra confusión que alimenta el libro es que las identidades son tratadas como intereses, o peor aún, sensibilidades. Indígena u homosexual no describirían nada más que distintos grupos de interés (parciales, además).

De ahí que según ella la izquierda dejó el universalismo ilustrado por intereses particularistas escépticos del progreso. Como si no hubiese progreso moral en el combate al racismo o al sexismo y en la conquista de derechos.

La idea de que la izquierda abandonó la redistribución por el reconocimiento ha sido muy discutida. A nuestro parecer, se trata de una falsa dicotomía, pues la distribución material está estrechamente relacionada con el reconocimiento. 

                  Continuará… 

Colaborador DCA
Seguir leyendo

Directorio

  • Dirección General: Carlos Morales Monzón
  • Coordinación General de Redacción: Miguel González Moraga
  • Coordinación de Información: Mario Antonio Ramos
  • Editores: Carlos Ajanel Soberanis, Jose Pelico, Erick Campos, Katheryn Ibarra y Max Pérez
  • Página Web: Isabel Juárez

más temas

©2024 Diario de Centro América - Todos los derechos reservados.