La casa donde ocurrieron los asesinatos de la actriz Sharon Tate y algunos familiares, a manos de la secta de Charles Manson, en agosto de 1969, fue el escenario para la grabación del segundo disco de estudio de Nine Inche Nails (NIN), The Downward Spiral, entre 1991 y 1993. Hay un rosario de especulaciones acerca de sonidos extranormales; material ideal para cazafantasmas auditivos.
Según algunas entrevistas, la casa fue alquilada por la hermana de Tate a desconocimiento de Trent Reznor, cantante y líder de NIN. Fuera del folclor que pueda causar la leyenda urbana, el álbum revisita la figura del roquero convertido en fascista, como lo hizo Pink Floyd en The Wall (1979).
Luego de que la Capitana Marvel se pusiera una camiseta de la banda, en la recién estrenada película del Universo Marvel, los millennials se preguntaron “¿qué es eso de NIN?”. Pues el laberinto es más profundo de lo que uno cree.
La relación con Flood, uno de los productores más respetados de los años 80 y 90, con quien Trent había trabajado en el glorioso Pretty Hate Machine (1989) y el EP Broken (1992), se desmoronaba por decisiones creativas. El guitarrista y amigo de Reznor, Robert Patrick, anunciaba su salida del grupo. Con todo y eso, el álbum es uno de los más poderosos, oscuros y autodestructivos de la historia del rock.
Mr Self Destruct comienza el disco de una forma abrasiva y ruidosa. “I take you where you want to go /I give you all you need to know /I drag you down, I use you up /Mr. Self Destruct”. Aparece una entidad maligna en el espejo. Después del susto, sigue Piggy. Reznor insulta a su “amigo” Robert por dejarlo: “My little piggy needed something new”. La canción tiene otras lecturas, pero esencialmente es un abandono. “Nothing can stop me now” se dice entre cólera, miedo, furia y reafirmación.
Heresy es una lluvia de azufre sobre la religión y lo que produce su afán de control por medio de la castración bíblica. March Of Pigs es otro puñetazo a la “masa pública” y su hipocresía. Tiene pasajes de piano que quedan grabados en la memoria.
Closer es inquietante. Una relación desde el lado oscuro. El abuso del sexo al punto de la violación. Tiene uno de los estribillos más impactantes del rock. El cinismo envuelto en odio propio. La única salida para alcanzar a Dios y la perfección es el sexo. Todo ello en un loop de batería electrónica, acompañado de instrumentos sacados de ultratumba, ecos fantasmagóricos y voces esquizofrénicas.
Ruiner, The Becoming y I Do Not Want This son feroces gritos a una sociedad que aprisiona y se ahoga en el consumismo. Big Man With a Gun, la menos preferida de Reznor, le saca la lengua al mundo del gangsta rap y su pose.
A Warm Place es hipnótica. Su abismo sónico es conmovedor. Eraser es la realización de todo el daño. Este alter ego creado por Reznor maldice la perdición, anuncia el hartazgo de la relación que en un momento lo ayudó a ver a Dios y ruega ser asesinado. The Downward Spiral, envuelto en las notas de piano de Closer es un suicidio psicológico fallido.
Termina con Hurt. El tema riñe con Closer como el más popular del disco. “What have I become/ My sweetest friend/Everyone I know/Goes away in the end”. Es la soledad última. La canción termina con un abrazo frío en el abismo: “If I could start again/A million miles away/I will keep myself/I would find a way”.
Vendió millones en su momento y aún es comprado y revisitado. The Downward Spiral coronó a Reznor como una figura influyente y de poder inimaginable. Luego del éxito del disco, la casa en la que ocurrieron los asesinatos de Manson fue demolida.
