Natalia Lafourcade y Gustavo Dudamel se aliaron el domingo para regalar a Los Ángeles (EE. UU.) una noche latina con un concierto en el Hollywood Bowl. En este, la cantante mexicana estuvo escoltada por la Filarmónica de la ciudad californiana, a las órdenes del maestro venezolano.
El cielo musical
“Esto es un sueño (…) Esto es el cielo musical”, dijo la intérprete en su debut en este emblemático recinto al aire libre de Los Ángeles, que agotó sus 17 mil 500 asientos para ver el encuentro entre Natalia Lafourcade y Gustavo Dudamel.
En mayo, el músico dijo que Natalia, con la que ya actuó hace dos años en el Walt Disney Concert Hall de Los Ángeles, es una artista muy versátil y tiene una voz hermosa. “Cómo desarrolla su arte, cómo lo expresa, es mágico (…) La aprecio y admiro muchísimo”, destacó Dudamel, quien la noche del domingo se refugió en un discreto segundo plano ante una Lafourcade que sobre el escenario crece y crece hasta parecer una gigante con todo bajo su poder.
El repertorio
Con el sol poniéndose en un agradable atardecer de la ciudad californiana, Lafourcade comenzó el recital con boleros como Alma mía y Tú me acostumbraste, aunque fue una muy expresiva La llorona la que arrancó los primeros gritos y aplausos entusiastas de un público mayoritariamente latino.
La Filarmónica de Los Ángeles, una de las orquestas más prestigiosas y punteras del panorama clásico actual, se convirtió en una banda de acompañamiento precisa y de auténtico lujo para la mexicana en canciones como Soledad y el mar. Aunque los momentos más sugerentes y atractivos del conjunto tuvieron lugar cuando sus arreglos sinfónicos encontraron nuevos giros y significados para la voz de Lafourcade, tal y como se vio en Rocío de todos los campos.
El concierto homenajeó a la tradición latinoamericana, con versiones como Qué he sacado con quererte, de Violeta Parra; pero también miró al presente con Remember Me. Uno de los instantes más vibrantes sucedió con el esperanzador y reivindicativo tema Derecho de nacimiento.
Pero esta hija ilustre de Veracruz no podía dejar la ocasión de enseñar a Hollywood “una probadita del son veracruzano”, del que mostró una jovial y festiva pizca con Mi tierra veracruzana. Así concluyó la colaboración de Dudamel y Lafourcade, ya que la segunda mitad del concierto no tuvo a la Filarmónica como respaldo, sino que fue la banda de la mexicana la que dio un paso al frente con su formato habitual.
Lafourcade ofreció una estupenda lección de versatilidad con el vistoso reggae de Lo que construimos o la bossa nova de Elefantes. Pero fueron sus éxitos pop-rock los que realmente invitaron al público a dejar sus asientos y animarse a bailar en los pasillos del Hollywood Bowl.
Hasta la raíz y Ya no te puedo querer apuntaron ese camino durante la primera mitad, pero en el tramo final Mi lugar favorito demostró que Lafourcade es una verdadera maestra no solo para redescubrir la herencia hispana sino también para bordar los sonidos contemporáneos.
Dos sobresalientes y asombrosas interpretaciones acústicas de Tonada de luna llena y Cucurrucucú paloma pusieron la piel de gallina a la audiencia antes de que Natalia colocara el broche final a un recital cien por cien latino, con Ya no vivo por vivir, de Juan Gabriel.
