jueves , 28 noviembre 2024
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Museo de la Memoria

Por: Juan Luis Ossa

Escuela de Gobierno

 

Cabe preguntarse, entonces, si acaso no le estaremos pidiendo demasiado al Museo de la Memoria.

Señor Director: Desde su origen, el Museo de la Memoria ha estado cruzado más por la polémica que por lo que en realidad debería ser: recordar al espectador que las violaciones a los derechos humanos son intolerables en cualquier sociedad que se conciba a sí misma como civilizada. Ya sea porque algunos cuestionan la “falta de contexto” o porque otros lo consideran su caballito de batalla a la hora de defender su “incuestionable” compromiso con la democracia, el Museo ha sido jalonado y utilizado para criticar a moros y cristianos. La razón de ello, me parece, es que una y otra vez se ha confundido a la “memoria” con la “historia”. Ambas, aunque similares, no son lo mismo.

Como bien dijo Carlos Peña el lunes: el Museo no tiene la función de explicar historiográficamente lo ocurrido en el período 1973-1989. Su objetivo es recordar, conmemorar, moralizar. Se podrá cuestionar su guion o su museografía, pero difícilmente pueda decirse que no cumple con su tarea, a saber: impresionar al espectador, incluso mediante el drama y, hasta cierto punto, la despolitización. En efecto, de su guion se desprende que la política es únicamente violencia, torturas y muertos, cuestión que para una institución de esta naturaleza -y solo de esta naturaleza- podría considerarse comprensible. El problema es cuando se le pide al Museo de la Memoria que sea, además, un Museo de la Historia Política de Chile. El fin de la memoria es crear conciencia cívica. La historia, en cambio, es mucho más compleja y problemática. En ella, el conflicto y la violencia juegan, sin duda, un papel clave como mecanismos de explicación. Sin embargo, la política es también negociación, entendimiento y consensos.

Cabe preguntarse, entonces, si acaso no le estaremos pidiendo demasiado al Museo de la Memoria. ¿No habrá llegado el momento de construir un museo que dé cuenta de los altos y bajos de nuestra democracia, entendida esta como un sistema de Gobierno que se construye en el largo plazo y sin un horizonte claro y predeterminado? La democracia no debe darse por sentada, hay que estudiarla, comprenderla, historiarla. Ambas instituciones -el Museo de la Memoria y un posible Museo de la Democracia- trabajarían en conjunto, pues en ningún caso este debería ser visto como una respuesta a aquel. Más bien, sus misiones serían distintas, abarcando, el segundo, cuestiones que irían más allá de la memoria reciente.

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