miércoles , 27 noviembre 2024
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Madres invisibles

La mujer estaba encasillada al hogar y su rol no iba más allá del cuidado de la casa y la crianza.

Cuando se habla de historia, el concepto puede tener dos sentidos. El primero, cuando por Historia se hace referencia a los acontecimientos que van quedando en el pasado. El segundo, cuando se piensa por historia como el relato de estos hechos. Sobre esta última quiero referirme. En el abundante acopio que hay de páginas dedicadas a esta historia, desde Heródoto hasta Baradit, abundan personajes extraordinarios, batallas épicas y hechos dramáticos. En ellos, sobran hombres, y faltan mujeres.

Es curioso. Salvo el relato bíblico de Adán, todos los de los grandes personajes que componen esta historia, son fruto de una madre que los ha gestado, parido, amamantado y criado. Desde Julio César hasta Hitler, todos pasaron por el mismo proceso. Sin embargo, los historiadores han obviado a estas madres, anulando su existencia, salvo en situaciones en que las mujeres han tenido roles excepcionales como la madre Alejandro Magno, Olimpia de Epiro, de quien se decía dormía con serpientes, o Agripina, que envenenó al emperador Claudio para que su hijo Nerón pudiese llegar al trono.

Obviando estos personajes, que llaman la atención por su carácter extraordinario, el rol de madre siempre ha pasado desapercibido por los historiadores, quizás por la naturalidad con que se daba el proceso de maternidad.

Así como hasta hace poco, nadie reparaba en la importancia de los sectores populares en la historia, ninguno consideraba relevante rescatar el rol fundamental que juegan las mujeres –madres y esposas– que están detrás de cada uno de los protagonistas que han llenado los libros de historia.

Basta con echar un vistazo a las calles de nuestra región para descubrir que los nombres de estas corresponden en un 99 % al de hombres, lo mismo que los monumentos.

La mujer estaba encasillada al hogar y su rol no iba más allá que el del cuidado de la casa y crianza de los niños. Hasta hace un siglo la revista Familia editorializaba respecto a cuáles debían ser los deberes maternales. Entre estos se destaca “demostrar interés por todo lo que concierne a vuestros hijos” y la “necesidad de tener buenos libros”. Asimismo, se indicaba cuáles debían ser los sacrificios que debía hacer la madre por sus hijos. En la parte final del texto se concluía: “La naturaleza femenina es muy propensa a desequilibrios nerviosos y una preocupación constante es muy propensa para producirlos. Tanto para tratar a los niños como a la servidumbre, es indispensable estar tranquila y reposada”.

La situación ha ido cambiando con el paso del tiempo, en especial, ahora que las mujeres se ven enfrentadas a un rol doble en la sociedad. Ya no basta que se dediquen a su rol de madres, sino que además han asumido un papel fundamental como proveedoras del hogar.

Queda en evidencia que existe la necesidad de seguir investigando y escarbando historias de madres y mujeres. No solo desde un punto de vista científico, sino además como un acto de justicia y agradecimiento por el papel fundamental que han jugado en la historia de la humanidad.

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