lunes , 2 diciembre 2024
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Los museos, templos de emoción (I)

Ana Eva Fraile
Revista Nuestro Tiempo

Mucho se ha escrito sobre el poder del arte para expresar los sentimientos de su creador, pero ¿qué emociones despiertan las obras en el público que las contempla aquí y ahora? El proyecto interactivo que el Museo Guggenheim Bilbao inauguró en 2022 ofrece algunas claves. Admirar La noche estrellada de Van Gogh, y enamorarse.

¿Qué tienen en común estas dos experiencias? Semir Zeki, neurobiólogo del University College de Londres, ha indagado en ese vínculo durante un par de décadas y ha llegado a la siguiente conclusión: cuando observamos algo bello, el área del cerebro que se activa es la misma que cuando nos enamoramos.

La visita a un museo puede desencadenar emociones como las que provoca la liberación de dopamina durante el flechazo. Según ha demostrado el profesor Zeki mediante resonancia magnética funcional, contemplar la belleza produce, en solo diez segundos, un aumento del flujo sanguíneo en la corteza orbitofrontal medial del cerebro, la región donde se localiza el centro de recompensa y placer.

Ese profundo cosmos afectivo se reduce a veinticinco palabras cuando se trata de especificar cómo nos hacen sentir obras de arte dediversas épocas.

Su equipo del Wellcome Centre for Human Neuroimaging busca las bases biológicas de la creatividad y la belleza, pero más allá de la neuroestética, como se conoce a este campo de investigación, ¿qué otros sentimientos es capaz de despertar el arte? En 2012, el proyecto Universo de emociones, impulsado por el divulgador científico Eduard Punset, el catedrático de Orientación Psicopedagógica Rafael Bisquerra y los creativos de PalauGea, permitió visualizar más de trescientas emociones humanas.

Las representaron agrupadas en seis galaxias: la alegría, el amor, la felicidad, el miedo, la ira y la tristeza. Diez años después, integraron en su propuesta (que, además de láminas, se compone de un libro y un diccionario) la sorpresa, el asco, algunas actitudes, así como otras emociones sociales y morales.

Ese profundo cosmos afectivo se reduce a veinticinco palabras cuando se trata de especificar cómo nos hacen sentir obras de arte de diversas épocas. Así se desprende de la investigación que llevaron a cabo el catedrático Dacher Keltner y Alan Cowen, de la Universidad de California en Berkeley, en colaboración con Google Arts & Culture.

Continuará… 

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