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COLUMNAS

Ley del Contrato, imprevisión y Covid-19 (I)

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María Isabel Warnier

Profesora de Derecho Civil

Varios fueron los profesores chilenos que en diversos medios se pronunciaron a lo largo de 2020 respecto de la teoría de la imprevisión; en particular, a propósito de su aplicación para resolver los problemas derivados del cumplimiento excesivamente oneroso de ciertas y determinadas obligaciones para el deudor durante la pandemia del Covid-19, trayendo a colación, entre otras, la moción legislativa que propone reconocer la figura incorporándola en un proyectado Artículo 1546 bis al Código Civil (CC) (Boletín nº 13.474-07). Indudablemente, lo anterior obedece a una cuestión relevante, tanto por las consecuencias jurídicas de la iniciativa (si aquella ve la luz) como por las extrajurídicas vinculadas a la misma.

Más allá del proyecto en referencia, es sabido que el actual Artículo 1546 del CC, relativo a la buena fe, permite avizorar intelectualmente la pertinencia de la imprevisión en nuestro esquema obligacional, aunque aquella representación no haya tenido otro destino que su esterilidad en atención a la dimensión normativa de otra gran disposición, el Artículo 1545 del CC. Así las cosas, hoy resulta prácticamente imposible esquivar del razonamiento de jueces civiles el apego fiel a la denominada Ley del Contrato, en pos de atribuirle al sentenciador un rol revisor del vínculo contractual.

Dicho de otro modo, el contrato, una vez celebrado, resulta obligatorio; la voluntad que lo ha sellado no advierte otro mecanismo de salida que el de alguna causa legal o del pacto de quienes le han dado vida. Es el dogma de la voluntad en acción o el respeto por la autonomía privada, el que se opone, en definitiva, al tratamiento de la imprevisión. Lo expuesto nos permite relevar el espíritu de quienes cuestionan la figura, el cual se enfrenta al criterio defendido, entre nosotros, desde el trabajo de De la Maza (1933) y más adelante retomado por Peñailillo (2000), Caprile (2007) y Momberg (2010). Y es que el postulado tendiente al rechazo de la figura no parece ser incontrovertible. De hecho, existen argumentos de fondo en torno a la justificación de la imprevisión en el derecho de contratos, los cuales no se agotan en la buena fe. Si así lo fuera, la imprevisión sería más bien un anexo de aquella y un desconocimiento de su corporalidad y autonomía.

Existen argumentos de fondo en torno a la justificación de la imprevisión en el derecho de contratos.

Por otra parte, no debemos olvidar que un planteamiento como el expuesto (el de su rechazo) es a su turno manifestación de una conocida consigna “quien dice contractual, dice justo”, expresión que en nuestro parecer exige precisiones. Lo justo no proviene necesariamente porque el acuerdo haya dado nacimiento a un contrato. Existen contratos que devienen injustos, ¿qué duda cabe? Lo justo proviene del espacio vital en el cual las prestaciones que las partes han comprometido respetar, en libertad y autonomía, sea precisamente capaz de desarrollarse, sin asfixias al deudor.

Lo justo, entonces, al menos en los contratos bilaterales onerosos y conmutativos, supone equilibrio, no solo voluntad. De aquí que la obligatoriedad no deba centrarse en el indicado elemento; aquella es imprescindible para el nacimiento, mas no para la preservación. En esta línea, estimamos que la alteración sobrevenida e imprevisible de las circunstancias puede alterar la armonía del acuerdo, transformarlo en desequilibrado, injusto, desproporcionado, de manera que exigir en todo caso y a ultranza la observancia del pacta sunt servanda aparece desconectado de particulares vicisitudes por las que puede atravesar un deudor en un contrato en particular (V. Pereira 2016).

Sosteniendo lo anterior, la cuestión que conviene aclarar aquí es si el Covid-19 o, más precisamente, la disposición de confinamientos por la autoridad sanitaria chilena a causa del Covid-19, presenta las características suficientes para considerarla como una causal de imprevisión, de manera que a través de ella pueda ser conseguido un reequilibrio prestacional.

Continuará…

Universidad del Desarrollo
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COLUMNAS

Respeto a los paganos

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Leonel Guerra Saravia
[email protected]

Hace muchos años no existían el Papamóvil ni el Vaticano, pero el humano siempre investigaba para justificar su existencia. Existía mucho paganismo, alguno por no investigar y otros para justificar.

Paganismo nórdico o paganismo escandinavo (en nórdico antiguo: heidindómr) es un término utilizado para describir las tradiciones religiosas comunes entre las tribus germánicas que habitaban en los países nórdicos antes y durante la cristianización de Europa del norte.

El paganismo nórdico es un subconjunto del paganismo germánico, practicado en las tierras habitadas por las tribus germánicas en casi toda Europa central y septentrional, durante la época vikinga.

Diversas ciencias humanas se han interesado por el fenómeno religioso.

El conocimiento actual sobre el paganismo nórdico ha sido inferido por los resultados arqueológicos, etimológicos, y por los materiales escritos de la época. Algunos expertos como Georges Dumézil, sugieren que diversos elementos estructurales y temáticos dentro de las certificadas ideas religiosas escandinavas, ubican al paganismo escandinavo, dentro de la estructura básica de la expresión pan-indoeuropea de las ideas espirituales como un todo.

La religión escandinava es un fenómeno cultural, y, como la mayoría de las creencias folclóricas anteriores a la alfabetización, sus practicantes, probablemente, no tenían un nombre para su religión, hasta que entraron en contacto con forasteros o competidores.

Los vikingos consideraban que los diversos seres sobrenaturales en los que creían, no solo dioses sino también elfos, gigantes y otros muchos, habitaban mundos que los humanos no percibían y con los que raramente podían interactuar, pero cuyos destinos estaban ligados al suyo. Más allá de la fe: existen entre las principales religiones del mundo: cristianismo. Judaísmo.

Hinduismo. Budismo. Islam. Religión suele definirse como un sistema cultural de determinados comportamientos, prácticas, cosmovisiones, éticas, morales, textos, lugares sagrados, profecías u organizaciones que relacionan la humanidad a elementos sobrenaturales, trascendentales, místicos o espirituales. Es decir, el método de otras ciencias enriquece el debate religioso.

Diversas ciencias humanas se han interesado por el fenómeno religioso desde sus respectivos puntos de vista como por ejemplo la antropología, la sociología, la psicología y la historia de las religiones. Por otro lado, disciplinas como la fenomenología de la religión estudian específicamente sus manifestaciones intentando dar con una definición exhaustiva del fenómeno y mostrar su relación con la índole propia del ser humano.

En secciones subsecuentes se desarrollan más elementos para el análisis de la religión. No olvidemos que el humano seguirá investigando.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Tejiendo la red del progreso en Guatemala

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M.A. Pamela Sandoval Polanco

Dirección de Gobierno Electrónico -GAE-pamela.sandoval
@transparencia.gob.gt

A lo largo de la historia, la tecnología ha sido el hilo conductor de una evolución constante. Desde las rudimentarias herramientas de piedra hasta los sofisticados dispositivos inteligentes de hoy, cada avance tecnológico ha marcado un nuevo capítulo en nuestra relación con el entorno.

La era manual, con su inherente necesidad del contacto humano, dio paso a la era electrónica, una época definida por máquinas activadas con solo presionar botones y mover palancas.

Ahora, nos encontramos inmersos en la era digital, un tiempo donde la información binaria permea todos los aspectos de nuestra vida cotidiana, redefiniendo nuestra existencia en este moderno universo de datos.

Esta revolución digital ha transformado no solo las herramientas que utilizamos, sino también nuestras estructuras sociales, económicas y culturales, instaurando un nuevo paradigma donde la adaptabilidad y la innovación son esenciales para el progreso individual y colectivo.

Estas herramientas digitales, ahora esenciales en nuestra vida diaria, se incorporan considerablemente en el ámbito laboral, educativo y recreativo, por mencionar algunos, logrando que más personas puedan acceder, aprender e interactuar desde cualquier lugar y a su propio ritmo.

La Agenda Digital va más allá de alcanzar objetivos; es una visión de progreso y accesibilidad compartida por todos.

En el ámbito de la administración pública, implica la reestructuración y modernización de los servicios gubernamentales para mejorar la eficiencia, la transparencia y la participación ciudadana. Va más allá de adoptar nuevas tecnologías, implicando una transformación de procesos y cultura organizativa.

Enfrenta retos clave para mantener su relevancia y proteger los derechos de los ciudadanos. Por tanto, en un mundo cada vez más dependiente de la tecnología, algunos disfrutan de las ventajas de la era digital, otros quedan rezagados, limitando su acceso a oportunidades educativas, económicas y sociales.

Frente a este desafío, las agendas digitales de gobierno emergen como planes estratégicos para cerrar esta brecha y fomentar una participación equitativa en la sociedad digital.

En Guatemala, la reciente promoción de la Agenda de Gobierno Digital es un paso adelante en la transformación digital y el uso de las TIC en la sociedad, buscando mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y promover el desarrollo económico. Se consideran aspectos clave como la identidad digital, la interoperabilidad, la ciberseguridad y los pagos digitales.

La identidad digital es un pilar en la modernización y transformación, permitiendo a los ciudadanos realizar transacciones financieras, comerciales, contractuales y legales sin restricciones geográficas.

La interoperabilidad es crucial, ya que mejora la prestación de servicios y la experiencia ciudadana, impulsando el comercio electrónico. La ciberseguridad es vital para la protección digital de personas individuales y jurídicas. Para el avance de la agenda digital, la colaboración entre sectores de la sociedad  es esencial. 

Esta cooperación debe enfocarse en crear oportunidades y acceso inclusivo a servicios públicos innovadores, asegurando interacciones efectivas y legalmente protegidas, y transacciones internas y externas seguras y transparentes.

El esfuerzo conjunto de todos los participantes en la modernización de la administración pública es digno de elogio. El objetivo es facilitar que cada ciudadano obtenga la información y los recursos que requiere de manera sencilla y rápida.

Cada iniciativa digital y cada servicio que se transforma al entorno digital son pasos fundamentales hacia una sociedad más interconectada, ágil y trasparente. La Agenda Digital va más allá de alcanzar objetivos; es una visión de desarrollo y accesibilidad compartida por todos.

Este esfuerzo colectivo nos impulsa hacia un futuro innovador, invitándonos a ser arquitectos activos de un legado digital duradero y a asegurar que la tecnología sea un pilar de progreso, igualdad y bienestar para cada guatemalteco.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Hubs para la ciudad (II)

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Pablo Allard Serrano

Facultad de Arquitectura y Arte

Estos espacios no solo ofrecen oportunidades económicas y desarrollo comunitario, sino que también juegan un papel significativo en la percepción de seguridad de un espacio urbano determinado, lugares que adquieren una sensación de cuidado que por lo general supera los límites del terreno, ampliando su rango de acción alrededor de barrios y ciudadanos que comienzan a relacionarse con estos Hubs.

En Santiago existen varios Hubs urbanos impulsados por instituciones públicas: HUB Providencia, La Fábrica en Renca, La Paz 482 en Independencia, HUB Vitacura, Corporación Yunus en Peñalolén, por nombrar algunos.

En Santiago existen varios Hubs urbanos.

Estos han generado externalidades positivas a través del emprendimiento, la cultura, la innovación, la acción social y la exploración tecnológica.

Los espacios públicos y las infraestructuras públicas que se abren al barrio hacen más seguros, atractivos y activos estos espacios, se fomenta la participación comunitaria y se disuade la actividad delictual. Además, la presencia de Hubs en áreas previamente descuidadas puede actuar como un catalizador para la inversión y el desarrollo, instalando nuevos servicios, creando comercio y nuevos espacios públicos.

Tal es el caso de la Fábrica de Renca, que recuperó un supermercado abandonado y al poco tiempo floreció el comercio a su alrededor.

Al ofrecer oportunidades económicas, fomentar la innovación en seguridad y transformar el entorno urbano, estos centros además ofrecen oportunidades para el desarrollo local y pueden contribuir a crear ciudades más seguras y prósperas para todos sus habitantes.

Colaborador DCA
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