Dos situaciones me empujan a escribir estas palabras.
Hace unas semanas se generó un hecho de discriminación hacia la diputada Sandra Morán por ser lesbiana.
Las organizaciones y personas iniciaron una campaña para contrarrestar los discursos hegemónicos y lesbofóbicos anunciados para impedir que la diputada fuera la presidenta de un consejo parlamentario de mujeres.
El jueves pasado fue nombrada presidenta, a pesar de intentar castigarla.
La otra, todos los años voy con mi compañera a la caminata por los derechos a la diversidad sexual; voy porque es el único día que podemos caminar por las calles del centro agarradas de la mano, bailar al ritmo de la cumbia y besarnos en pleno parque central. Sin embargo, no pudimos ir este año.
Sin decir nada, ni convocar, las hijas de mi compañera con sus amigas fueron a la marcha y con orgullo portaron los colores del arcoíris. Esto me emocionó sobremanera.
En este país ser lesbiana es un acto de valentía. Cuando me invitan a foros empiezo diciendo que las lesbianas estamos en todos lados y somos muchas. Las personas que me escuchan abren sus ojos y se miran entre ellas. Y sí, somos muchas, trabajamos en los bancos, en los mercados, somos quienes sirven la comida en comedores, somos maestras, directoras de empresas, abogadas, madres, terapeutas, estudiantes, activistas, investigadoras, tortilleras, mecánicas, alfareras, tejedoras, matemáticas, y todos los oficios que puedan imaginar.
El lesbianismo ha existido siempre, solo que el régimen heterosexual es constituido para invisibilizarlo y castigar a toda persona decidida a vivir de otra forma, a enamorarse de otra persona que no está permitido por la sociedad.
Este régimen es un sistema político que naturaliza la única opción de vivir, la cual es juntarse un hombre y una mujer, y reproducirse. Naturaliza los deseos, cuando vas creciendo no te cuestionás quien te puede gustar, simplemente como mujer tienes que servir y amar a un hombre.
Las lesbianas vivimos una vida oculta y esto provoca violencia a nuestro alrededor. Las lesbianas-feministas del Abya-Yala hacemos la denuncia que la lesbofobia mata, hemos nombrado el 13 de octubre como el día de las Rebeldías lésbico-feministas, ya que hace varios años este día asesinaron a una compañera, el papá de su novia.
En Guatemala no hay ningún ente para investigar los asesinatos a lesbianas por el simple hecho de ser tales, por lo tanto, quedan impunes.
Tampoco hay espacios donde las lesbianas puedan ir en caso de riesgo o de violencia extrema. Y entre nosotras, no discutimos la violencia que ejercemos como mecanismo de control.
Ser lesbiana no es un insulto, un castigo, algo inmoral; es una forma de vivir libre, construyendo autonomía.
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