Sin embargo, las confrontaciones ideológicas no se reducen a las contradicciones entre la izquierda y la derecha, aunque sean las más notorias. Es importante recalcar que decirse de un tipo de pensamiento o ideología no significa asumirla; y he ahí el porqué, aunque las personas digan perseguir causas justas y populares, se vean envueltos en actos de corrupción. Decir es una cosa, otra muy distinta cumplir con lo dicho. Como consecuencia, es muy fácil hacerse llamar de izquierda o que lo tilden como tal, y otra diferente asumir la responsabilidad de serlo.
El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente decía John Acton, pero ¿será que el poder corrompe o simplemente evidencia las verdaderas intenciones de las personas? El que roba lo hace, o porque sus valores no riñen con su accionar o, bien, las circunstancias lo obligan a cometer tal delito. Aunque ambas posturas son punibles, no son lo mismo.
En el primer caso, es atinente que el accionar corresponde a la intencionalidad de la persona que, sin duda, está conformada por un sustento ideológico deformado y perverso. En el segundo caso, son las circunstancias las que obligan a las personas a cometer delitos que en otras situaciones no cometerían. El contexto altera el accionar de las personas.
¿Qué son las ideologías? En el lenguaje común, las ideologías son las formas de pensar de las personas, afectos a una determina cultura, condición social y circunstancia. De ahí que aquel que piensa que la corrupción debe seguir campeando tiene una ideología perversa, inmoral, ya que es su forma de pensar.
¿Qué sucede con el que piensa lo contrario? Marx decía que la ideología es falsa conciencia, y en consecuencia, es el pensamiento crítico el que libera de las ataduras egocentristas de la razón instrumental, lo cual conduce al verdadero ser del ser humano, alejándolo de su deshumanización.
Siendo así, la ideología corresponde a una distorsión de la realidad motivada por intereses personales o sectarios. La crítica de Marx estaba encauzada directamente al capitalismo que se sirve de la ideología para alienar a los individuos, despersonalizándolos y reduciéndolos a mercancía dentro de un mercado de compra y venta.
El vivir en sociedad, el ineludible vínculo que tienen los seres humanos con otros miembros de su especie; lo que los une, es razón suficiente para romper con el egoísmo y el individualismo irracional que impera y fomenta el capitalismo actualmente. Reflexionar sobre la vieja frase de que el hombre es lobo para el hombre y que no es por naturaleza, sino que es la circunstancia la que condiciona tanto las potencialidades positivas como negativas de las personas, deberá ser obligación de todo sujeto crítico.
Superar los antagonismos a través de la razón. Comprender que las contradicciones ideológicas proveen cambios, y, por el contrario, la lucha por intereses personales y sectarios conduce a la polarización fanática, testaruda y peligrosa, no deberá ser una utopía.