De las muchas apariciones que Santa Claus ha tenido en los cómics, una de las más alucinantes es The Last Christmas (2013), un cómic escrito por Brian Posehn y Gerry Dugan e ilustrado por Rick Remender, que presenta al viejo y querido personaje enfrentando inauditos grados de violencia, destrucción y humor negro.
La historia empieza poco después del fin de una guerra nuclear que ha arrasado con el mundo entero. Como si no fuera suficiente la muerte y catástrofe ocasionadas por el conflicto, la lluvia ácida radiactiva convierte a millones de personas en caníbales mutantes.
Santa Claus se mantiene al margen y continúa haciendo sus entregas navideñas. Luego de cumplir con su recorrido, regresa al Polo Norte, y encuentra su hogar arrasado y a la mayoría de sus duendes asesinados por un grupo de saqueadores. Al descubrir que la Señora Claus es una de las víctimas, Santa se desmorona e intenta suicidarse ahorcándose, pegándose un tiro, arrojándose desde lo alto y prendiéndose fuego, pero sin éxito. Se da cuenta de que, como es un ser mágico, mientras los niños crean en él, será inmortal. Esto lo deprime más y se abandona al alcohol, renunciando a la Navidad.
Después de unos años sin salir a repartir regalos, la mayoría de los niños han dejado de creer en Santa Claus, excepto uno que vive en Chinatown junto a otros sobrevivientes. Por ello, los duendes lo exhortan a ir a dejarle un regalo. Claus, borracho, decide secretamente que si acaba con ese niño, por fin podrá morir y se reunirá con su esposa en el más allá. Aunque renuncia a sus planes una vez sobrio, el niño se entera de lo que pensaba hacerle y lo hace marcharse.
Esto es desafortunado porque en el grupo de sobrevivientes hay traidores que han pactado con los mutantes y Santa era lo único que estaba en su camino. Al darse cuenta de la situación, el niño le escribe a Claus, quien aprovecha esta oportunidad para limpiar su buen nombre. Llena el trineo de armas y regresa a Chinatown junto con Frosty, el muñeco de nieve, y un puñado de duendes guerreros.
Luego de un combate arduo, Santa y su equipo logran repeler a los mutantes y salvar a los humanos, pero los traidores salen huyendo, llevándose al niño y a su madre. Santa va tras ellos, y después de una violenta persecución logra alcanzarlos, liberar a los inocentes, y aniquilar a los rufianes con sus propias manos. La gente vuelve a celebrar la Navidad.
Como epílogo, unos meses después un mutante se topa con un individuo que le da una paliza y le deja una amenaza: “Los días de los mutantes y los saqueadores están contados”. Quien así le dice es un Santa fornido y tostado por el sol más que dispuesto a castigar a los que se porten mal.