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COLUMNAS

La soledad de los jueces

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Cual jauría el Fiscal –Jefe de FECI–, los golpes de periódico y la malicia y/o laingenuidad expresada en las redes ¡Vaya Usted a saber! han hecho víctima esta vez a una juzgadora que no ha hecho otra cosa que atenerse a la ley. La acusación penal debe ejercitarse con la ley en la mano y no al simple capricho del acusador siendo la falta de entendimiento y de sapiencia de los acusadores lo que determina que la acusación penal, al final de cuentas, no llegue a resultados y se quede en alharaca. Si no estamos de acuerdo con una norma debemos promover su reforma o su eliminación del ordenamiento jurídico pero, en tanto vigente, debemos acatar su contenido.

Contrariamente a lo dicho por el Fiscal, Jefe de FECI, ejercen jurisdicción los tribunales militares y nos guste o no (la ley es la ley) son jueces quienes los integran y quienes –como jueces– la ejercitan. La Constitución Política de la República establece la jurisdicción militar y manda, así, que sean juzgados los delitos y faltas cometidos por los integrantes del ejército de Guatemala, por tribunales militares. En la fallida reforma constitucional de 1994 –aquel esperpento que incluía medio centenar de artículos– reforma que fue rechazada en Consulta Popular se contemplaba la supresión de la norma constitucional que la establece pero, rechazada como lo fue, conserva su vigencia.

En una interpretación sui generis de la Corte de Constitucionalidad –los fallos judiciales no se discuten, se acatan– quedó dispuesto por este tribunal que si bien es cierto la jurisdicción militar subsiste queda restringida a los delitos propiamente militares y en consecuencia, los delitos y faltas NO militares perpetradas por integrantes del ejército serán conocidos por los tribunales ordinarios. Se trata pues de una jurisdicción militar circunscrita a determinada calidad de delitos y faltas, los delitos y falta militares siendo jueces, en consecuencia, jueces, quienes los integran y la ejercitan. En el caso concreto había girado la juzgadora una orden de detención en contra de juez de tribunal militar cuya calidad desconocía –juez que, como todos los jueces– goza de antejuicio orden de detención que revocó al enterarse de la calidad del mismo. El Fiscal acusador goza de todos los instrumentos de la ley para que se haga justicia en el asunto, incluso el de impugnar la resolución de la juzgadora si no está de acuerdo con ella –impugnarla por las vías establecida por la ley y los recursos respectivos, pero mal hace en descalificarla, periodísticamente, e incitar al furor mediático en su contra.

En manos del acusador llegar, incluso, hasta la Corte de Constitucionalidad, agotados los recursos ordinarios para que defina esta si los jueces militares gozan o no de antejuicio o bien, acatar el fallo de la juzgadora y tramitar el antejuicio respectivo. El antejuicio –inmunidad para no ser detenido ni sometido a proceso– salvo casi de flagrante delito –sin que previamente se haya declarado por la autoridad competente que se dan elementos para que la persecución penal pueda realizarse– es un simple obstáculo que el buen acusador puede superar y que supera, amén de que lo protege es el ejercicio cargo no siendo un “derecho” que pueda renunciarse. En los tiempos de la jurisdicción militar plena existía incluso el mito de que era imposible la condena de los militares en tribunales militares, mito que pude desbaratar en unión de mi equipo (Procurador General de la Nación y Jefe del Ministerio Público) en el caso de Michael Devine, condenado por el delito perpetrado un capitán del ejército en servicio activo.

La incongruencia jurídica es enemiga de la persecución penal y del Estado de Derecho y, así, casos como el de Xaman, en nada han coadyuvado a su construcción sino –antes bien– al imperio de la arbitrariedad con ropaje jurídico. Grande la soledad de los jueces y más grande aún cuando hacen justicia atenidos a la ley y no a las presiones de la acusación con ribetes periodísticos. El fiscal que acusa no es un mero litigante, como lo es el defensor, sino un simple auxiliar de la administración de justicia y resulta grotesca la insolencia del simple auxiliar para con los jueces –la jueza, mujer– en el caso concreto. La resolución de la jueza y la del tribunal de amparo no riñen entre sí puesto que este tribunal (Sala de la Corte de Apelaciones) no accedió al amparo provisional sufrido por no encajar el supuesto dentro de los casos en que debe concederse, amparo que a estas alturas –revocada la orden de detención– ha quedado sin materia. ¡Ay de aquellos pueblos que no confían en sus jueces y no siembren los fiscales acusadores –auxiliares que son de la administración de justicia– el germen de desconfianza!

Acisclo Valladares Molina
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COLUMNAS

Las amenazas de la Inteligencia Artificial (Parte I)

Más allá de la pared

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CARLOS MORALES MONZÓN
Periodista y Profesor Universitario

Había escuchado hablar tanto de la Inteligencia Artificial que decidí comprobar si todas las maravillas de las que hablan son verdaderas. Como me la llevo de medio músico, primero practiqué con un software para hacer composiciones. Debe haber mejores, pero el que utilicé me dejó realmente sorprendido.

Quizás no es todo lo fácil que alguien quisiera, pero si se sabe ingresar la información, cualquiera, en menos de un minuto, puede componer un jingle o una canción en menos de un minuto. Es más, el software produce dos archivos simultáneamente para que el creador escoja el producto que más satisfaga sus gustos.

No conforme, busqué una Inteligencia Artificial creadora de textos.

Vi antes en internet consejos para el uso del software y luego procedí.

Ingresé el siguiente texto, advierto que sin las comillas pues ahora solo las agrego para dejar constancia textual de lo que escribí para la IA: “escribe un artículo de 2400 caracteres sobre el difícil tránsito vehicular en la ciudad de Guatemala, donde circulan alrededor de 1 millón de carros y casi 2 millones de motos. Una ciudad sin cultura vial y gente desesperada por llegar temprano a su destino, dispuestos a hacer lo que sea con tal de avanzar en las vías de tránsito, vehículos sobrecargados y muchas motos con más de dos pasajeros.

Intenté resumir, lo más que pude, la agonía de todo ciudadano que circula por la ciudad o intenta ingresar en ella para ver el resultado del trabajo. Así es que, como se trataba de un experimento, ya estaba pensado que hoy les contaría la verdad sobre el origen del texto que leyeron la semana anterior en este espacio.

Hoy no me cabe la menor duda de lo maravilloso de la Inteligencia Artificial. Y seguro se pueden hacer muchas y mejores cosas, pues además de textos y música, he leído que también genera imágenes, videos, personas y ambientes virtuales con una naturalidad increíble.

Hasta dónde ha llegado el ser humano. Hasta el punto de crear realidades virtuales que facilitan muchas labores productivas.

Pero también me puse a pensar, inmediatamente, lo dañino que resulta también para los mismos seres humanos. Por un lado, porque estoy seguro contribuirá al aletargamiento de las personas. Y si hoy día vemos con preocupación el desaparecimiento paulatino del pensamiento crítico en los jóvenes, qué pasará cuando el uso de la Inteligencia Artificial se propague y sea de uso común. Pero, por otro lado, también pensé en cómo esta Inteligencia Artificial contribuirá en la promoción del desempleo, pues realiza tareas que, en muchas oportunidades, no hace un solo ser humano sino varios.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Colaboración: Envejecimiento saludable para Chile

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Chile es uno de los países de América Latina con una de las tasas de envejecimiento más rápidas. Según el INE, casi un tercio de la población chilena será mayor de 60 años en 2050. El número de personas con demencia está en aumento, afectando la calidad de vida, la economía y la sociedad.

La infraestructura de atención médica y la preparación de profesionales capacitados requieren atención urgente. El aumento de la población mayor afecta la fuerza laboral y los sistemas de pensiones. Además, el conocimiento de los factores de riesgo en el envejecimiento en Chile y la región es insuficiente, al igual que la innovación en esta área.

Necesitamos cambios intersectoriales que trasciendan la medicalización. Programas de investigación para el envejecimiento saludable pueden proporcionar las bases científicas necesarias para nuevas terapias, y desarrollar políticas y prácticas basadas en evidencia más efectivas. El Estado tiene un rol crucial en el desarrollo y financiación del plan nacional de demencia a largo plazo. Políticas de apoyo para la inclusión de personas mayores en la sociedad son esenciales para garantizar que todos los ciudadanos puedan disfrutar de una vida digna y activa.

Los programas comunitarios y las políticas de salud pública deben centrarse en promover la actividad física, la participación social y el bienestar mental.

La innovación en productos y servicios para personas mayores puede abrir nuevas oportunidades económicas, por ejemplo, viviendas adaptadas para personas mayores y tecnologías avanzadas de cuidado en el hogar.

La creación de productos y servicios diseñados específicamente para las necesidades de los adultos mayores puede abrir nuevas oportunidades de mercado y mejorar la calidad de vida. La colaboración entre el gobierno, el sector privado y la investigación es vital para abordar estos desafíos.

Aunque los datos sobre el envejecimiento en Chile son alarmantes, aún estamos a tiempo. Hay un potencial significativo para desarrollar una nueva economía basada en el capital cerebral y la experiencia de la población mayor. La inversión en innovación, investigación y desarrollo puede transformar los desafíos del envejecimiento en oportunidades económicas y sociales.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

¡Hey, usted, cara dura!

Colaboración

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ONEIDA NAJARRO
Subsecretaria de Comunicación

Sí, usted que durante las horas pico —que son casi todas— ve que los demás hacen cola para incorporarse a un carril, pero no le importa y acelera, aunque no quepa en la vía se deja ir con todo como si los demás estuvieran obligados a cederle el paso.

Sí, usted que, aunque solo haya dos carriles se ubica en el medio con su moto y aparece de la nada obligando al que va en su vía a pegarse a las orillas para no rozarlo.

Sí, usted que con el autobús de pasajeros que conduce anda sonando una bocina estruendosa y que parece nunca terminar. Que con poner a su ayudante en la puerta no pide vía sino solo anuncia que se va a meter en el carril.

Sí, usted que va hablando por celular y ni se fija que su vehículo se está pasando a la otra vía y supone que el de al lado es el que debe poner atención para no rozar el auto.

Sí, usted que, aunque ve un carro averiado en el camino no se digna a darle vía al que se quedó parado atrás.

A usted que le pesa la mano sobre la bocina y supone que para todo es necesario hacerlo. Yo no me haré la santa, pero a lo más que llego es a maltratar dentro del auto, con los vidrios hasta arriba; así que solo yo me escucho.

Eso es un día en el tráfico, el que toca convivir en las carreteras con los automovilistas de vehículos de dos, cuatro y más ruedas. De por sí, son horas difíciles en las que el reloj avanza, no así los autos.

Es como el rodaje de la misma película todos los días y con los mismos actores, entre los que destacan aquellos que hacen el papel de malos, que no colaboran en hacer menos pesado el trajín de ir sentados sin poder estirar las piernas.

El reloj inteligente dice cada cierto tiempo: ¡hora de levantarse¡ y pues no se puede, ni modo que pare el automotor a media carretera. Y qué decir del Waze, siempre lo pongo para saber cuánto durará el viacrucis. Si me dice que llegaré a tiempo al menos me da consuelo, por momentos.

No son minutos, son horas las que se pierden en el tráfico, tanto así que da tiempo a escuchar programas radiales completos, listas de música, revisar correos, peinarse, arreglarse y hasta comer. Sé de algunas personas que, con tal de ahorrarse la pesadilla, salen cuando aún está oscuro, llegan temprano a su destino y aprovechan para dormir dentro del carro antes de presentarse al trabajo.

Estudios han demostrado que estar atorados en el tráfico constituye una de las actividades más desagradables para las personas; además del tiempo que se pierde, también aumentan los niveles de estrés.

La percepción de estar estancado es algo que contribuye a la ansiedad porque se siente que no se puede hacer nada para cambiar esa situación.

Así que como dice mi mamá: Hágase la volada. Mientras llegan medidas para desfogar el tráfico, colaboremos y alivianemos la carga con nuestras buenas actitudes al volante.

Colaborador DCA
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