Saliendo de mi adolescencia empecé a interesarme por la historia. Por mi mamá, papá y mi hermano grande habían libros en la casa y yo los devoraba, esa era una forma de escapar a la violencia.
No recuerdo cómo tuve en mis manos la historia de las Panteras Negras, uno de los movimientos políticos que más admiro, esto me llevó a buscar más adelante sobre el movimiento por los derechos civiles que la población negra había impulsado en varios lugares de Estados Unidos durante las décadas de los 50 y 60. Nuevamente se me partió un pedazo de corazón.
Más adelante, conocí el apartheid de Sudáfrica, una organización política cruel y genocida que conformó una sociedad segregada por el color de piel y la hegemonía blanca, pues los sudafricanos blancos son quienes imponen esa forma de convivir por medio de asesinatos selectivos y masivos, la tortura y las desapariciones forzadas (cualquier parecido con Guatemala es porque fueron y son utilizadas las mismas estrategias de exterminio).
De esta lucha contra la segregación racial en Sudáfrica, una de sus características que más me gusta son las marchas por medio del baile y los cantos ancestrales.
Este territorio y su historia me llevaron a conocer a una mujer impresionante, Winnie Madikizela-Mandela, quien murió el lunes pasado a sus 81 años. Por eso decidí escribir estas palabras para honrar su vida y su lucha. Conocida como la “madre de la nación” pues, fue una de las representaciones más fuertes de la lucha antirracista y cargó con el peso de la contrainsurgencia del gobierno blanco, que a fuerza quería callar la lucha de los pueblos negros de esa punta del territorio africano.
Nomzano Zanyiwe Winnifred Madikizela nació en 1934, al este de Sudáfrica, en Bizana, una familia empobrecida y en un contexto sumamente racista, en el apartheid. Sin embargo, se mudó a Johannesburgo donde se convirtió en la primera asistenta social negra del país. En 1958 se casó con Nelson Mandela, abogado y encarcelado por más de 25 años por los gobernantes del apartheid, un preso político; y ambas fueron activistas del Consejo Nacional Africano (CNA), en esos momentos una organización clandestina. A ella la encarcelaron múltiples veces y fue una de las primeras personas detenidas bajo la ley de terrorismo en 1967.
Fue acosada permanentemente por la Policía sudafricana, similar a la Policía Judicial de acá. Varias veces durante su activismo fue señalada de múltiples hechos delictivos, como el secuestro y asesinato de tres jóvenes activistas. Esta persecución significa que era un símbolo de resistencia.
Su vida, junto a millones de personas que lucharon contra la segregación racial es un ejemplo a seguir, y son movimientos que junto a los movimientos del Abya Yala de los pueblos originarios y los pueblos negros, tenemos una sumatoria de resistencia y lucha anti-racista, derrocando la supremacía blanca.