Comunícate con nosotros al 1590

COLUMNAS

La industrialización de la construcción

Publicado

-

César Martín-Gómez 

Catedrático en instalaciones y sistemas energéticos en arquitectura y urbanismo

Investigar en la literatura científica y en los medios de divulgación profesionales sobre qué supone la industrialización de la edificación devuelve una enmarañada amalgama de conceptos, tan diversos como los autores que los describen.

Algunos hablan de una metodología que permite aumentar la velocidad de construcción, mejorando los plazos de ejecución.

Otros, de emplear técnicas innovadoras para la planificación y fabricación del proyecto de arquitectura. Esto es algo que implica sistemas de trabajo que garantizan una construcción más segura, pero también más eficiente en términos económicos.

Además, se añade el parámetro de prefabricación, por el que se elaboran todos o algunos de los componentes fuera del lugar donde será construido el edificio, reduciendo así la mano de obra y optimizando los procesos. Con la estandarización pueden replicarse productos y soluciones para ser utilizados en diferentes proyectos. Y, relacionado con este concepto, está la modulación, pues en un edificio intervienen diferentes componentes que deben estar interrelacionados en sus dimensiones.

Con la estandarización pueden replicarse productos y soluciones.

Fabricar edificios: han aparecido otras fórmulas que llevan al sector de la construcción las prácticas habituales de la industria del automóvil, al plantear que un edificio podría surgir de un diseño básico sobre el que se añade una elección de diversos componentes y elementos de acabado. Esto implicaría una transición de edificios que se desarrollan exnovo cada vez a un producto industrialmente planificado y diseñado.

Como un automóvil. Tal vez sea este uno de los enfoques más genuinos de la industrialización de la edificación: el desarrollo de edificios a partir de una cartera de componentes mediante la cual se puede alcanzar un diseño individualizado cambiando ciertos parámetros de acuerdo a las preferencias del cliente. Las discusiones entre profesionales en este punto giran en torno a si las soluciones así alcanzadas tienen valor arquitectónico real o son solamente construcciones realizadas más eficientemente.

Por otra parte, en lo que a la gestión se refiere, a medida que el sector de la construcción se vuelve más industrializado es necesario desarrollar nuevos conocimientos, nuevos modelos comerciales y nuevas relaciones. Las empresas productoras y las empresas contratistas pasan a ser organizaciones basadas en servicios, ya que trasladar una parte importante del trabajo a las fábricas implica la adopción de estructuras de colaboración más complejas con toda la cadena de suministro.

Todo ello lleva a otras preguntas como cuáles serán las profesiones que surjan con estas nuevas metodologías. Por ejemplo ¿el responsable de manejar las grúas en la actualidad será un coordinador de robots en el futuro? ¿Cuáles serán las aplicaciones tangibles de la inteligencia artificial en este proceso?

En contraposición a estas ideas, pongamos los pies en la tierra con un caso real que nos permitirá conocer el contexto actual de los profesionales de la construcción. En Madrid, unos arquitectos están realizando la rehabilitación de más de 800 viviendas de más de cincuenta años de antigüedad, en una intervención que incluye la colocación de ascensores para dar servicio a una población envejecida.

Para ello han desarrollado ad hoc un inteligente sistema prefabricado, industrializado, de modo que se puede terminar un ascensor que da servicio a cuatro plantas en cinco días. Sin embargo, los trámites administrativos para conseguirlo les han supuesto cuatro meses.

Esto llevaría a la principal conclusión de este texto: para que los edificios puedan industrializarse de forma similar a los automóviles, la normativa legal y la Administración pública han de estar en lógica sintonía con los desarrollos que permite la tecnología actual, avanzando empresas e instituciones en consonancia.

Universidad de Navarra
Seguir leyendo

COLUMNAS

Desarrollo sustentable

Publicado

-

Patricia Orantes Alarcón 

patricia.orantes @gmail.com

Durante mucho tiempo las estrategias de las empresas solo buscaban maximizar el rendimiento para los accionistas y los inversionistas.

No había expectativa alguna de cumplir los objetivos de preservación ambiental o de responsabilidad social. La empresa se destinaba a cumplir las demandas únicas de sus
propietarios. 

Sin embargo, hoy el escenario es diferente, ya que las organizaciones compiten en un contexto más complejo. Actualmente las entidades no solo toman en cuenta a los grupos de interés, sino a las generaciones futuras (Chiavenato & Sapiro, 2011).

Por ello, cada vez es evidente que el interés estratégico de las organizaciones es operar en ambientes saludables, considerando el ambiente y el entorno socioeconómico, porque solo en esas condiciones los mercados encuentran la oportunidad de crecer y prosperar. 

El concepto de desarrollo sostenible en el ámbito internacional aparece en 1987 en un informe de las Naciones Unidas, en el que los habitantes del planeta gozan del derecho a un ambiente sano y apto para el desarrollo humano.

Así el desarrollo sustentable, que satisfaga las demandas de todas las partes interesadas, se integra a la agenda de todo proceso de planeación estratégica de una organización cualquiera cuya meta sea alcanzar resultados de modo sustentable a largo plazo.

Por otro lado, también es evidente que el desarrollo sustentable no será tarea de una organización de manera aislada. El desarrollo sustentable es un concepto que extrapola los límites tradicionales de la organización y se necesita la participación de todos (del Gobierno a los consumidores, de los distribuidores a las ONG). 

Así identificar y armonizar los intereses de los diferentes grupos objetivo en una premisa del concepto del desarrollo sustentable, que fomentará la credibilidad y el valor a largo plazo de las organizaciones según los autores Chiavenato & Sapiro.

De acuerdo con estos autores, se puede definir el desarrollo sostenible como patrón de uso de recursos y que al mismo tiempo cumpla las demandas humanas y organizacionales, preserve el ambiente de manera que no comprometa los recursos y las necesidades de las futuras generaciones para satisfacer sus propias demandas y necesidades.

Por su parte en el portal web https://www.certificaciondesustentabilidad.org/comunicacion-sostenible.html define a la comunicación sostenible como aquella que tiene como principal objetivo acompañar, facilitar y promover las formas sostenibles de desarrollo humano para sociedades sostenibles. 

Asimismo, promueve los valores de la sustentabilidad, el diálogo, la identidad, la transparencia, la legitimidad, la gobernabilidad; crea comunidad y aumenta la sostenibilidad del sistema en su
conjunto.

Los medios de comunicación constituyen un agente moderador social de primer orden y pueden ser utilizados como un instrumento de control importante capaz de investigar y denunciar acciones inapropiadas de los poderes públicos, así como de educar, sensibilizar y movilizar acciones en defensa de los problemas ambientales. 

La sociedad escudriña a las organizaciones a través de los medios de comunicación para analizar su accionar y decidir si les renueva o no la licencia social para operar. Ya no alcanza con hacer las cosas bien, sino que además hay que hacer que se sepan.

En este portal indica que aquello que no está en la arena mediática no es de dominio público por lo tanto prácticamente deja de existir. 

A este problema se suma que la opinión pública considera que aquello que se transmite a través de los medios de comunicación y de interacción social es la realidad, y que además es verdad, desconociendo que solo hay que mirar, escuchar, leer y relacionarse con los medios para saber qué es lo que éstos dicen de la realidad.

Colaborador DCA
Seguir leyendo

COLUMNAS

Rusia-Ucrania: lo que sucede y lo que vendrá (IV)

Publicado

-

Mathieu González

Facultad de Artes Liberales

Si en los próximos meses Ucrania logra mantener tanto el corredor de exportación agrícola, como también dañar de forma importante la capacidad de refinar petróleo de Rusia, la guerra evolucionará favorablemente en su dirección.

Respecto a sus respectivos aliados, Rusia ha logrado mantenerse a flote gracias a la masiva ayuda militar de Irán (especialmente en cuanto a drones) y de Corea del Norte (sin los millones de obuses de artillería que esta última ha enviado, la artillería rusa estaría enfrentando problemas similares a los de la ucraniana).

A cambio de esta ayuda, Rusia ha ayudado a ambos países a violar las sanciones de Naciones Unidas que ella misma había aprobado anteriormente en el Consejo de Seguridad. Una reciente investigación ha mostrado cómo Rusia ha entregado importantes cantidades de petróleo a Corea del Norte por su apoyo (lo cual es otra muestra de la importancia que tiene para la estrategia ucraniana atacar la industria petrolera rusa).

Rusia ha logrado mantenerse a flote gracias a la masiva ayuda militar de Irán.

En cuanto a los apoyos a Ucrania, estos últimos meses han visto aumentar la separación entre Europa y Estados Unidos. En el lado europeo, el apoyo de los países escandinavos, bálticos y la mayoría de Europa Central y Oriental, así como del Reino Unido, sigue firme.

Notable es la evolución francesa con Macron, quien hace dos años tenía una posición y un discurso ambiguo respecto a Ucrania, y quien hoy en día se ha transformado en uno de sus principales apoyos.

Alemania continúa con su política de entregar ayuda militar masiva, pero se niega a proporcionar a Ucrania armas como los misiles Taurus, que podrían permitirle asestar golpes catastróficos a las capacidades rusas.

Al otro lado del Atlántico, la ayuda a Ucrania se encuentra bloqueada por disputas internas dentro del partido republicano y por la posición favorable a Putin de parte de Trump. 

                    Continuará… 

Colaborador DCA
Seguir leyendo

COLUMNAS

Un sinfín de permisos

Publicado

-

Felipe Schwember Augier

Profesor investigador de Faro UDD

Seguramente no resulta una temeridad conjeturar que la así llamada “permisología”, con todo lo que supone, es un fiel reflejo de la mentalidad recelosa, cuando no hostil al mercado, que lenta, pero inexorablemente, fue germinando en Chile en las últimas dos décadas.

Sus efectos avalan esa conjetura: la permisología retarda, obstaculiza, impide el desarrollo de proyectos de toda índole en el territorio nacional; desalienta, desmoraliza, disuade a los empresarios de invertir y, probablemente, incluso de buscar oportunidades de inversión.

Quizás las muchas desventajas que comporta la permisología no estaban en la mente de quienes promovieron las numerosas leyes ya medidas que, a modo de sedimentos, la fueron conformando.

Más bien deben haber pensado en la necesidad de atajar lo que le parecieron efectos indeseados de la actividad económica. No obstante, a estas alturas es claro que su razonamiento fue equivocado y que las medidas adoptadas (el sinfín de permisos) es contraproducente de cara al bienestar general de la población.

Las medidas adoptadas (el sinfín de permisos) es contraproducente de cara al bienestar general de la población.

Con todo, esa constatación no basta. Para conjurar los defectos de la permisología es necesario exponer y desechar la premisa en que con toda probabilidad descansa: la idea de que las dinámicas productivas del mercado son de suyo perjudiciales para el grueso de la población.

Sin esa premisa resulta difícil comprender que hayamos llegado tan lejos en la construcción de la burocracia imposibilitante que llamamos “permisología”.

Después de todo, es diferente regular con vistas a hacer posible una actividad, a regularla con vistas a dificultarla o hacerla improbable. La regulación del matrimonio, por ejemplo, es habilitante, no imposibilitante.

Esto último sería el caso si el legislador exigiera muchas y muy exigentes condiciones encaminadas a comprobar que los contrayentes no se van a hacer daño: declaraciones de los familiares, amigos y conocidos, certificados psicológicos, entrevistas, pruebas de fertilidad, etcétera.

Esto se complicaría aún más si los funcionarios encargados de llevar a cabo estos trámites no tuvieran un plazo fatal para hacerlo y, además, creyeran que la institución del matrimonio es dañina.

Este escenario kafkiano podría ocurrir si el regulador (y los funcionarios) creyeran que la institución misma es dañina (pero no derogable, sin embargo) yo que los contrayentes por regla general no saben lo que hacen ni lo que les conviene.

La idea de fondo que anima a la permisología debe ser abandonada, pues no puede sino llevar a legislar de un modo contrario a la libertad: si usted piensa que una institución es dañina, las medidas encaminadas a contener sus efectos pueden multiplicarse al infinito.

En tal caso, cada medida de control reclama, por sí misma, la medida de control ulterior que la asegure; cada medida adoptada para evitar un riesgo puede y debe ser complementada con otra ulterior que elimine el riesgo que ella misma causa.

La deriva distópica es obvia. Para evitarla, es preciso que la legislación sea habilitante, no
imposibilitante. 

Colaborador DCA
Seguir leyendo

Directorio

  • Dirección General: Carlos Morales Monzón
  • Coordinación General de Redacción: Miguel González Moraga
  • Coordinación de Información: Mario Antonio Ramos
  • Editores: Carlos Ajanel Soberanis, Jose Pelico, Erick Campos, Katheryn Ibarra y Max Pérez
  • Página Web: Isabel Juárez

más temas

©2024 Diario de Centro América - Todos los derechos reservados.