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COLUMNAS

La importancia de que se haga el esfuerzo de entenderlo

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En columna aparecida esta semana en el matutino El Periódico, se queja la columnista María Aguilar del Presupuesto General de Ingresos y Gastos del Estado, presupuesto recién aprobado, y trata de señalar las causas de su queja, pero se pierde en las ramas y olvida la esencial: que, en tal aprobación, los electores no se sienten representados –ni lo están–, vicio que no deriva de que los diputados sean seres humanos buenos o malos, géneros estos que no existen, sino de la forma en que se eligen.

Mal podría ser, al aprobado, el presupuesto que los electores quisieran –la columnista, me imagino, que también electora–, cuando es inexistente el cordón umbilical entre electores y electos; entre los diputados que formulan el presupuesto y quienes les eligen diputados.

En el sistema que nos rige no sabe el elector siquiera quién es SU diputado, razón más que suficiente para comprender que  carece de la posibilidad de incidencia alguna en el presupuesto que formula quien le representa.

El origen del Parlamento –el Congreso– se encuentra en la necesidad sentida por la población de poner límites al poder absoluto de los reyes, el poder absoluto de fijar los impuestos y decidir sobre los gastos.

El presupuesto del Estado, ingresos y gastos, es la razón de ser del parlamento: tal, el gran debate.

El problema de nuestro parlamento –congreso– es que los electores no se sienten en él representados –ni lo están– y que el presupuesto, en consecuencia, no es producto de sus principios, intereses y valores.

La columnista es tan ajena al Parlamento, Congreso, como lo somos todos los demás electores, y lo seguirá siendo, como lo seguiremos siendo todos, en tanto no se cambie la forma en que se elige a los diputados que lo integran.

El elector, en el sistema que nos rige, el sistema de listado nacional de diputados y de listados distritales (inmensos los distritos) carece de posibilidad alguna de sancionar su desempeño.

Al Congreso únicamente llegan aquellos que son postulados por los partidos políticos (los partidos ejercen el monopolio de las postulaciones y ningún ciudadano tiene la posibilidad de postularse como candidato para formar parte del Congreso, si no lo respalda un partido), definiendo los partidos los listados de candidatos y la posición que ocupan en los mismos.

El mandato del diputado electo es de cuatro años –un periodo que resulta demasiado largo para nuestra realidad política– y el elector carece del poder de castigar su mal trabajo y de premiar el bueno, ignorante el elector, incluso (¡es el colmo!) de quién es SU diputado.

¿Cómo premiarle o castigarle si no sabe quién es SU diputado?

La crítica de la columnista es válida, pero muy distante de llegar al meollo de los vicios que critica y de la forma en que podríamos llegar a superarlos.

En tanto no se cambie la forma de elegir a los diputados que integran el Congreso –no es el problema quienes llegan, sino la forma de elegirles–, no se sentirán representados los electores, ni lo estarán y nula será, en consecuencia la incidencia que puedan tener en la formulación del presupuesto.

La queja de la columnista se seguirá repitiendo, una y otra vez, hasta que se cambie la forma de elegir a los diputados que integran el Congreso; sepa –así– el elector, ya establecido el sistema de los distritos pequeños, quién es su diputado y sepa el diputado que si no es leal a los principios, valores e intereses de sus electores, si no les representa como debe, no le reelegirán en el Congreso.

¿Un presupuesto que no responde a los intereses, principios y valores de las poblaciones indígenas? ¿Cómo incidir esta en el Congreso, si ausente del Congreso, la población indígena?

Si se cambia la forma de elegir a los diputados que integran el Congreso y se adopta el sistema de los distritos pequeños, serán muchos los diputados indígenas que lleguen al Congreso, ganadores en múltiples distritos.

En las elecciones de 2019 ya no será posible tener el sistema de los distritos pequeños, ya que introducirlo implica la reforma del artículo 157 de la Constitución Política de la República, con el voto favorable de al menos las dos terceras partes del total de diputados que lo integran y posterior aprobación por el pueblo, en Consulta Popular, algo que es imposible, a estas alturas, para que pudiera aplicarse en estas elecciones pero que, si empezamos, desde ya, a hacer el esfuerzo de lograrlo, tampoco lo tendremos en las elecciones de 2023 y –si persistentes en lo mismo–, como que si los cambios pudieran producirse por emanación espontánea, quizá no lo logremos nunca.

¿La sustitución de los malos por los buenos? ¡Por favor!

Enfrentemos la necesidad de cambiar el sistema de elegir a los diputados que integran el Congreso, y asegurar así que –llegue quien llegue– se comporte; la guadaña del elector siempre al acecho; presupuesto, leyes y grandes decisiones nacionales, la expresión de los principios, intereses y valores del elector, o echado quien represente del Congreso.

Tal, claro y sencillo, el sistema que funciona.

¿Por qué habría de ser nuestro destino, el mar de lágrimas de las quejas?

Acisclo Valladares Molina
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COLUMNAS

Respetemos las religiones

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Leonel Guerra Saravia
[email protected]

Siddhartha Gautama, más conocido como Buda (563 – c. 483 a.C.), fue, según la leyenda, un príncipe hindú que renunció a su posición y riqueza, para buscar la iluminación de perfección espiritual y alcanzó su objetivo, al predicar su camino a otros, fundó el budismo en la India en los siglos VI-V a.C. Buda enseñó un camino medio entre la complacencia sensual y el ascetismo estricto, común en región de la India.

Su camino espiritual incluía entrenamiento ético y prácticas meditativas y atención plena. El Buda también criticó las prácticas de los sacerdotes brahmanes, como el sacrificio de animales.

Murió en Kushinagar, alcanzando el paranirvana. Desde entonces ha sido venerado por numerosas religiones y comunidades a lo largo de Asia, fue un príncipe de Kapilavastu, meditador, ermitaño y maestro espiritual, vivió durante los siglos VI o V a. C. (según algunos expertos, específicamente en el año 563 a. C.) Sobre la base de sus enseñanzas se fundó el budismo, y es venerado por los budistas como un ser plenamente iluminado que enseñó un camino hacia el Nirvana, era desaparición o extinción, la liberación de la ignorancia, el apego, el renacimiento y el sufrimiento.

La práctica del budismo varía en todo el mundo desde la India, donde se originó, hasta China, Japón y el sudeste asiático.

Enseñó principalmente en el noroeste del subcontinente indio durante unos cuarenta años. Su enseñanza se basa en una visión del sufrimiento y el fin del sufrimiento.

Sin embargo, en un simposio que sobre este tema tuvo lugar en 1988, la mayoría de los que presentaron sus opiniones definitivas dieron como fechas un periodo que puede encontrarse en el 400
a. C., restando o sumando veinte años, como la fecha aproximada de la muerte del Buda.

No obstante, estas cronologías alternativas aún no han sido aceptadas por todos los historiadores. Buda es un nombre honorífico con contenido religioso que se aplica a quien ha logrado un completo despertar o iluminación espiritual.

En el marco religioso indio en donde se desarrolla el budismo, este despertar implica un estado de tranquilidad mental.

El Mahajima Nikaya dice que el Buda tenía más poderes sobrenaturales incluidos ser capaz de caminar sobre el agua (anima), multiplicarse en un millón y volver a ser uno solo (pratkipa), viajar a través del continuo del espacio-tiempo (brahmana), hacerse grande como un gigante y pequeño como hormiga.

¿Qué países adoran a Buda? La práctica del budismo varía en todo el mundo desde la India, donde se originó, hasta China, Japón y el sudeste asiático.

El budismo está de acuerdo con las enseñanzas morales de otras religiones, pero el budismo va más allá al proporcionar al practicante un propósito a largo plazo dentro de nuestra existencia con un sentido a la vida, a través de la sabiduría y la verdadera comprensión al prójimo y a las acciones cotidianas.

El budismo es la religión, la filosofía, y discutiblemente la psicología, desarrollada a partir de las enseñanzas difundidas en el norte de la India. Buda no es ni un dios, ni un mesías, ni un profeta, y el budismo no postula sobre un creador.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Intendencia de Seguros SIB

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Saulo De León Durán
Superintendente de Bancos
[email protected]

En la actualidad, la Superintendencia de Bancos tiene a su cargo la supervisión y vigilancia de 27 compañías de seguros, siete de las cuales son, total o parcialmente, de propiedad extranjera.

La actividad de las compañías de seguros nutre una extensa red de intermediarios de seguros, constituidos por agentes de seguros dependientes e independientes y corredores de seguros.

Es decir, se trata de todo un sistema económico orientado a proteger a los agentes económicos contra diversos riesgos: los de seguro de vida y los seguros de daños, que incluyen los de accidente personales, de salud, de hospitalización y de caución.

En atención a la creciente importancia del sector asegurador y reconociendo que se trata de un modelo de negocios y exposición a riesgos diferente al de los bancos, y que también requiere personal capacitado y especializado, la Superintendencia de Bancos creó en el presente año la Intendencia de Supervisión de Seguros.

La Intendencia de Supervisión de Seguros tiene a su cargo la supervisión de las entidades de seguros sujetas a la vigilancia e inspección de la SIB conforme lo establece la Ley de Supervisión Financiera, la Ley de la Actividad Aseguradora, la normativa prudencial y demás disposiciones legales aplicables; y administrar los registros de la actividad aseguradora, así como proponer la normativa correspondiente aplicable a las entidades de seguros.

”La SIB tiene a su cargo la supervisión y vigilancia de 27 compañías de seguros.“

Para ello, la Intendencia está organizada en dos departamentos: el Departamento de Supervisión de Riesgos de Seguros y el Departamento de Registros y Normativa de Seguros.

El primero ejerce la supervisión de las entidades de seguros y del Instituto de Fomento de Hipotecas Aseguradas (FHA), conforme a las facultades y funciones establecidas en la ley, en tanto que el segundo, administra los registros de la actividad aseguradora y realiza las investigaciones y análisis para desarrollar normativa prudencial relacionada con el sector.

En los últimos años, el sector asegurador de Guatemala ha registrado un importante crecimiento. Comentamos en una columna anterior que las primas netas, la medida convencional de los ingresos del sector, alcanzaron 11 mil 616 millones de quetzales en 2023, con lo que aumentaron 13.3 por ciento con respecto al año anterior.

El ramo más dinámico fue el de daños el cual creció 16.6 por ciento, seguido de vida que se expandió 13.5 por ciento. Por su parte, salud y hospitalización aumentó 10.7 por ciento, en tanto que caución disminuyó 6.4 por ciento.

Las primas netas en 2023 alcanzaron el 1.45 por ciento del producto interno bruto, un incremento importante con respecto al 1.39 por ciento observado en 2022 (10 mil 255 millones de quetzales de primas netas) y el 1.36 por ciento de la producción en 2021 (9 mil 047 millones de quetzales en primas netas).

Aun así, el grado de profundización de los seguros en Guatemala es relativamente bajo, de hecho, uno de los más bajos en Latinoamérica.

Estamos convencidos de que el fuerte crecimiento que ha experimentado este sector en los últimos años se mantendrá en el futuro, en parte por el interés y reconocimiento público acerca de la necesidad del seguro en el transporte público, el seguro médico escolar, la cobertura de los motoristas y demás vehículos que circulan en el país.

Colaborador DCA
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Acelerando la Agenda 2030: digitalización, innovación y la Gestión Pública Justa y Equitativa

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Giuseppe Mancinelli

El 2024 marcará un punto crucial para América Latina, con ocho países renovando democráticamente a sus autoridades ya sea a nivel federal o local. Los nuevos gobiernos, con mandatos que se extenderán hasta 2028 o 2030, se embarcarán en una carrera contra el tiempo para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030.

El panorama actual es desafiante. Hemos pasado ya la mitad del camino hacia 2030, y el Informe de Progreso de los ODS revela que más del 50 por ciento del mundo se está quedando atrás.

Los avances en las metas de los ODS son insuficientes, y el 30 por ciento de ellas están estancadas o han retrocedido. El Secretario General de la ONU, António Guterres, advierte: “Si no actuamos ahora, la Agenda 2030 podría convertirse en el epitafio del mundo que podría haber sido”.

En Unops, la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos, identificamos dos áreas clave para la aceleración de la Agenda 2030.

La primera es un uso eficiente de los recursos públicos, mediante la Gestión Pública Justa y Equitativa (GPJE), que con base en la transparencia, la rendición de cuentas, la participación ciudadana y la lucha contra la corrupción, pueda lograr un mayor valor por el dinero en las compras públicas.

Hemos pasado ya la mitad del camino hacia 2030, y el Informe de Progreso de los ODS revela que más de 50 por ciento del mundo se está quedando atrás.

Y la segunda que ha sido identificada por el Grupo de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas en el documento las Seis Transiciones: Caminos de Inversión para Alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible es la transformación digital justa, a través de la conectividad digital, la innovación y la digitalización como puntos de entrada clave para la transformación planetaria que buscan los ODS.

La tecnología puede mejorar la eficiencia de la inversión pública, la provisión de servicios públicos y la transparencia.

En un mundo donde la inteligencia artificial avanza a pasos agigantados, la innovación, digitalización y la tecnología no pueden quedar relegadas de los nuevos programas de gobierno. Es fundamental modernizar las regulaciones y fomentar la educación tecnológica para asegurar que la digitalización beneficie a todos los ciudadanos.

Por otro lado, el mundo de la Gestión de Proyectos está evolucionando hacia una Transformation Management Office (TMO), reemplazando la visión tradicional de Project Management Office (PMO).

La TMO impulsa la transformación completa de las instituciones públicas y privadas, utilizando la tecnología como eje de cambio.

Este enfoque representa un compromiso con la innovación, la eficiencia y la transparencia, preparando a las instituciones para enfrentar los desafíos futuros y alinearse con los objetivos globales de desarrollo.
Otro cambio en temas de infraestructura es la incorporación de la metodología del Modelado de Información en la Construcción (BIM, por sus siglas en inglés).

La incorporación de BIM en la infraestructura mejora la planificación, diseño y gestión de proyectos, facilitando la colaboración entre stakeholders y optimizando recursos.

Este cambio marca un avance hacia la construcción inteligente, enfatizando la importancia de adaptarse a metodologías innovadoras para el futuro de la infraestructura.

La ONU ha experimentado cambios significativos internamente a nivel mundial, como la iniciativa ONU 2.0, promovida por el Secretario General para avanzar en la Agenda 2030.

Esta iniciativa busca modernizar el sistema de las Naciones Unidas, rejuvenecer su cultura hacia el futuro y equiparlo con habilidades de vanguardia adecuadas para el siglo XXI.

Esto implica desarrollar una especialización digital para transicionar hacia soluciones digitales que mejoren la conectividad, los servicios, la colaboración y la toma de decisiones.

El 2024 representa un punto de inflexión. Es hora de que los gobiernos de América Latina, en colaboración con el sector privado, la sociedad civil y las organizaciones internacionales, adopten un enfoque innovador,digital y transformador para alcanzar los ODS.

La tecnología, utilizada de manera responsable, ética y transparente, puede ser un aliado invaluable en este camino hacia un futuro más próspero y sostenible para la región.

Colaborador DCA
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