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COLUMNAS

La frialdad de la “gran estrategia”

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Ignacio Morales

Facultad de Artes Liberales

 

 

No son pocos los analistas que en Estados Unidos calificaron (y lo siguen haciendo) a Barack Obama como un realista disfrazado de liberal. Esto, por supuesto, en materia de política internacional. En la práctica, lo que veían era pragmatismo en su toma de decisiones, a pesar que su electorado vitoreaba -alimentado por un carisma discursivo indiscutible- a un presidente idealista, sobre todo después del descrédito internacional sufrido por la segunda administración de George W. Bush. Ocurría algo similar en la arena internacional, el ahora expresidente representaba, al parecer, una administración que veía en la cooperación y el internacionalismo herramientas fundamentales para la mitigación de una serie de conflictos globales.

Ejemplos sobran. Sus promesas de campaña como el repliegue definitivo de las tropas estadounidenses desde Irak y Afganistán, el cierre de la cárcel de Guantánamo en Cuba, el fortalecimiento de sus alianzas transatlánticas, etc. Ya en el poder, y durante dos administraciones, fue él quien prometió un nuevo trato con el mundo musulmán en su famoso discurso en la Universidad de El Cairo, reestableció relaciones diplomáticas con el régimen de los Castro en Cuba, fue un duro crítico respecto a las políticas expansionistas de Benjamín Netanyahu en Cisjordania, designó a Samantha Power como su embajadora en las Naciones Unidas y, cómo olvidarlo, de la mano de su secretario de Estado, John Kerry, llevaron adelante el ahora discutido acuerdo nuclear con la República Islámica de Irán. Con todo, el realista que siempre fue, ha sido y seguirá siendo, dejaba para muchos un buen recuerdo.

Lo cierto es que la distancia entre la realidad y las promesas (como suele suceder) no dejó de ser importante. Las nefastas consecuencias de la “Primavera Árabe”, la ingobernabilidad y crisis política de Libia, el desastre sirio y el nacimiento del Estado Islámico, las tensiones en el Mar del Sur de China, la anexión rusa de Crimea, los años más violentos que se han experimentado en relación con atentados terroristas de carácter islamista radical, etc., fueron solo algunos de los escenarios con los que debió lidiar el demócrata en la Casa Blanca.

A pesar que es tremendamente complicado comprender (aunque no son pocos los que dudan que exista) la denominada “gran estrategia” de Washington de cara al mundo, hay ciertos problemas de estabilidad geopolítica que no han sufrido grandes modificaciones desde la presidencia de Obama hasta los ya casi dos años del errático Donald Trump. Putin sigue esperando su momento, Beijing sigue creciendo macroeconómicamente, Assad sigue en el poder en Siria, al-Qaeda ha resurgido sistemáticamente en Yemen y el África subsahariana, Pyongyang no da garantía alguna de desnuclearización, Teherán sigue siendo una amenaza importante para la estabilidad regional del Oriente Medio y, por supuesto, para dos de los aliados más importantes de Washington en esta explosiva región: Israel y Arabia Saudita.

En este contexto, una parte importante del mundo se ha escandalizado por la desaparición y muerte del crítico periodista saudí Jamal Khashoggi. De acuerdo a lo que se especula, habría sido asesinado por agentes saudíes en el consulado de dicho país en Estambul. El Washington Post, diario estadounidense donde Khashoggi trabajaba, ha liderado el esfuerzo por esclarecer esta trágica muerte. Ha sido tanta la presión internacional, que tanto Riad como Ankara y Washington se han visto obligados a referirse a esta crisis que podría significar una escalada de tensiones insostenible en Oriente Medio. El secretario de Estado Mike Pompeo ya se reunió con la monarquía saudí y con el presidente Erdogan, en Turquía. Desde Ankara, poco se ha dicho oficialmente, aunque no esperemos que los turcos mantengan el silencio por mucho tiempo. Trump, por su parte y en voz de Pompeo, estaría dispuesto a darle más tiempo a Riad para esclarecer la confusa muerte de Khashoggi. Riad intenta, por su parte, desesperadamente desmarcar a la figura de Mohamed bin Salman de la decisión respecto al asesinato de Khashoggi.

Lo más trágico es que en la esfera de toma de decisiones no importa tanto la muerte de Khashoggi. Importan los 110 billones de dólares en armas pactados entre Washington y Riad, el debilitamiento de Irán en esta tensa guerra fría con Arabia Saudita y, por supuesto, la reacción de la corona saudí luego de las amenazas discursivas de Trump. A pesar que el país peninsular ya no está en las mismas condiciones que décadas atrás, la presión internacional podría desestabilizar el precio del petróleo, tal como en 1973 luego de la guerra del Yom Kippur. No es que la vida de Khashoggi ni importe, pero en estas grandes estrategias, los intereses económicos y geopolíticos no empatizan con el sufrimiento individual. Así al menos lo debe considerar Mohamed bin Salman, uno de los poderes más cuestionados dentro de la monarquía saudita.

Creo que no es absurdo pensar que tanto Obama como Trump pensarían lo mismo, hay mucho en juego para escalar más aun la tensión en Oriente Medio. Creo, de todas formas, que la gran diferencia es que Obama sabría cómo manejarlo, sin mover tanto las aguas. Trump nuevamente ha caído en un juego retórico peligroso, un realista sin conciencia de sus palabras. Su defensa ciega del régimen saudí podría afectarle de forma importante, sobre todo en las elecciones de medio término del mes de noviembre.

 Por lo demás, recordemos que son esas mismas armas y los billones de dólares que representan, las que dan muerte a miles de inocentes en la guerra civil yemení. 16 mil muertos y más de dos millones de desplazados en una de las crisis humanitarias más grandes del siglo XXI. Ahora, por lo que sabemos, se suma Khashoggi.

 

 

 

Universidad Adolfo Ibañez
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COLUMNAS

Religión o filosofía

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Leonel Guerra Saravia
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Hace muchos años el humano sintio la necesidad de pensar y darle más función a la imaginación. Así surgió lo que expertos consideran una “actualización” del culto a Dionisos, que bajó al infierno y volvió, y a Perséfone, que lo hacía habitualmente para pasar temporadas en el Hades.

Es, por lo tanto, una reinterpretación del mito clásico y de la Teogonía de Hesíodo tal y como la conocemos, el orfismo entiende que el hombre está conformado por el alma y el cuerpo; siendo el cuerpo la cárcel del alma, está siendo sometida como resultado del pecado, según el mito de los titanes, que dice que al devorar al dios Dionisos después de que el alma logró liberarse definitivamente de la esclavitud corporal.

¿Qué es orfismo en filosofía? Religión de misterios de la antigua Grecia, cuya fundación se atribuía a Orfeo, poeta y músico griego mítico, y que se caracterizaba principalmente por la creencia en la vida de ultratumba y en la metempsicosis.

La filosofía de Aristóteles considera la felicidad como el supremo bien.

El orfismo fue uno de los movimientos religiosos que denominamos religiones mistéricas o de salvación, que se desarrollaron en el mundo griego al margen de la religión oficial y que se caracterizaban por exigir a sus fieles someterse a un rito de iniciación para poder participar en el culto.

El ser humano desde la filosofía tomista; para Santo Tomás de Aquino, el hombre es el ser superior y más digno, por estar dotado de racionalidad y libertad, pero también es autoperfectible para obrar de manera virtuosa y escoger libremente su meta en la vida, sin importar su edad o condición física: la felicidad.

La posible influencia de la doctrina órfica en el pensamiento de Heráclito ha sido objeto de un fuerte debate entre los especialistas. Así, a la teoría de que toda la filosofía de Heráclito estaba inspirada en el orfismo se contrapuso la opinión de que no existía ninguna conexión. La filosofía de Aristóteles considera la felicidad como el supremo bien y el fin último del hombre.

Es la máxima aspiración humana y resulta del todo posible lograrla conjugando los bienes externos, del cuerpo y del alma.

La doctrina de los órficos, concepción del mundo de los campesinos arruinados y de los esclavos, se contraponía a la mitología, concepción del mundo de la aristocracia gentilicia. En la mitología, la vida de ultratumba se consideraba como continuación de la terrena, el alma era concebida como una esencia corporal.

El orfismo fue un conjunto de creencias y de prácticas rituales que se desarrollaron de un modo poco dogmático y un tanto disperso durante mil años y que tomaron como fundador a Orfeo, un personaje mítico del que se contaba que viajó al Más Allá para rescatar a su esposa difunta.

Lo interesante es reconocer como el ser humano es investigador, imaginario, deductivo e inspirador.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

El Principito y su relación con Guatemala

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SELVIN CARPIO

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Antoine Marie Jean-Baptiste Roger, Conde de Saint-Exúpery, mejor conocido como Antoine de Saint-Exupéry, dividió su vida entre sus dos grandes pasiones, la aviación y la escritura.  Este escritor francés a la fecha es mundialmente reconocido por su obra cumbre: El Principito (Le Petit Prince).

Su pasión por la aviación y su espíritu patriótico lo hicieron ser partícipe de numerosas expediciones aéreas en lugares donde existían intereses de Francia, tanto bélicas en Marruecos, Libia y Argelia, como de correo aéreo en algunos otros países de África y Sudamérica, y nuevamente bélicas, en el Mediterráneo francés durante la Segunda Guerra Mundial donde finalmente fallecería.

Realizó también expediciones de aventura, y es en una de ellas donde tiene contacto con Guatemala. Volaba procedente de Nueva York y pretendía llegar hasta la Tierra del Fuego en Argentina, acompañado únicamente por su amigo y mecánico André Prévot, cuando el 16 de febrero de 1938 se vio obligado a hacer escala en el Aeropuerto La Aurora para abastecerse de combustible, la escala no tomaría más de una hora y proseguirían su viaje.

”…es aquí donde Saint-Exúpery, según críticos literarios, se inspiró para escribir El Principito“. 

Sin embargo, el avión no pudo alcanzar la altura necesaria y cayó impactando contra la valla final del aeropuerto, quedando la cabina destrozada y ambos gravemente heridos.

Los diarios de la época dieron la noticia al día siguiente que el accidente se debió al hecho de haber sobrecargado el tanque de combustible, lo cual impidió elevar correctamente la nave en la corta pista de aviación del aeropuerto. 

André Prévot se recuperó rápidamente de sus heridas; sin embargo, su amigo estuvo cinco días en coma, con fractura de cráneo y a punto de perder un brazo. Al recobrar el conocimiento fue trasladado a La Antigua Guatemala para su recuperación.

Y es aquí donde Saint-Exúpery, según críticos literarios, se inspiró para escribir El Principito. El poeta nacional Jorge Carrol, en sus trabajos de investigación expone que el Asteroide B-612 de donde procede el protagonista, se refiere a La Antigua Guatemala, los tres volcanes mencionados en la trama, los identifica como los volcanes de Fuego, Agua y Acatenango, así también menciona que la boa que devora a un elefante, hace alusión al Cerro de Oro en el lago de Atitlán, ya que la silueta de este tiene similitud con una de las ilustraciones hechas por el autor y que aparecen en el libro.

Como sea, emocionalmente deseamos creer que las descripciones naturales de nuestro país, lograron inspirar un fantástico cuento considerado para niños, pero a la vez es una crítica a los adultos, ya que se tratan temas profundos de la vida, como la amistad, la soledad y el amor.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Rusia-Ucrania: lo que sucede y lo que vendrá (V)

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Mathieu  González

Facultad de Artes Liberales

Finalmente, serán consideraciones de política interna las que determinen si y cómo esta ayuda regresa. Contrariamente a los pronósticos catastrofistas, Ucrania ha demostrado que puede continuar la guerra sin este apoyo, al menos a corto plazo.

Esta creciente distancia entre Europa y EE. UU. es otra de las evoluciones inesperadas de esta guerra, con consecuencias que actualmente no es posible precisar, y que dependerán en gran parte de quién gane en las elecciones de noviembre para ocupar la Casa Blanca.

Al interior de Rusia, ha quedado cada vez más patente la brutalidad del régimen de Putin. En las zonas ocupadas de Ucrania, un reciente informe de Naciones Unidas ha recopilado los crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y genocidio perpetrados por las autoridades rusas, incluyendo violaciones a niñas de 4 años de edad.

Un reciente informe de Naciones Unidas ha recopilado los crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y genocidio perpetrados por las autoridades rusas.

Esta violencia tiene un objetivo: destruir la identidad ucraniana de la población ocupada. Es una brutalidad que se ha visto también en el fraude electoral cometido por el régimen.

El dominio de Vladimir Putin sobre la sociedad rusa es lo suficientemente fuerte como para permitirle ganar las elecciones. Pero lo que se busca no es su permanencia en el poder, sino mostrar cómo su mandato opera sin leyes ni control, de forma arbitraria, según sus deseos y sin rendirle cuentas a nadie.

De esta forma, las elecciones sirven para explicitar la naturaleza tiránica del régimen putinista. Como ya lo indicaba Jenofonte, en todas las tiranías, el aislamiento del tirano es cada vez mayor a medida que pasa el tiempo.

Este aislamiento lleva a que el poder sea cada vez más ciego, incluso a los propios peligros hacia su propia población. Las advertencias occidentales que informaron a Moscú de que un atentado islamista se preparaba fueron tratadas por el régimen de Putin como provocaciones.

Luego, cuando se produjo el atentado en el Crocus City Hall, la respuesta del régimen fue tratar de culpar a Ucrania, para así evitar asumir sus responsabilidades.

Posteriormente, al capturar a los sospechosos y presentarlos en la corte tras haber sido sometidos a torturas, el régimen ha demostrado que, si bien su inteligencia puede fallar, su brutalidad es un hecho inescapable y que puede ejercerla en todas las circunstancias que desea sin control. 

Colaborador DCA
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