miércoles , 27 noviembre 2024
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La desaparecida tribuna real de Santa María de Olite (IV)

Ricardo Fernández Gracia 

Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro

Las pilastras deberían tener sus colgantes de talla y el tabique de división de ambas tribunas se debía enlucir, al igual que las paredes, dejando el interior bien perfilado y desembarazado. El contrato para la ejecución se firmó en la fecha, antes mencionada, de abril de 1762, entre los responsables de la Cámara de Comptos y los mencionados Miguel Zufía, maestro arquitecto y carpintero y Manuel Espinosa, maestro albañil, avecindados en Olite.

En todo se sujetarían al condicionado y cobrarían por la obra la cantidad de 800 reales, siempre con el requisito de que las tribunas fuesen reconocidas por maestro de reconocida pericia. El plazo de entrega terminaría el día de San Fermín de aquel mismo año. El reconocimiento de la pieza corrió a cargo del maestro de obras Manuel Olóriz, que trabajó asiduamente para las instituciones del Reino, dando por bueno el encargo.

En el documento, fechado a fines de septiembre de 1763, advirtió que el tabique de separación entre ambas tribunas, previsto en el condicionado, no se había ejecutado por orden del Tribunal de la Cámara de Comptos. Por el contrario, se hicieron algunas mejoras, concretamente el realce del suelo o pavimento y en los balaustres.

El reconocimiento de la pieza corrió a cargo del maestro de obras Manuel Olóriz.

La evaluación del coste total, realizado por el mencionado Olóriz, ascendió a algo más de 1034 reales. El dorado y la policromía de las tribunas se concertó con el maestro de Tafalla Manuel del Rey, el 15 de septiembre de 1765. Previamente fueron reconocidas por los doradores Antonio Galán y Andrés de Lavega. El encargado de firmar el documento por parte de la Cámara de Comptos fue el Patrimonial con
Francisco Argáiz Velaz de Medrano. 

Entre las condiciones exigidas, figuraban: la limpieza del conjunto, su aparejado, dorado bruñido en ciertas partes y pintura verde para otras en el exterior, mientras que por dentro se pintaría de blanco. Para los balaustres se eligió el color azul al óleo, las pilastras irían jaspeadas y los botones y mazorcas se dorarían.

En los dos óvalos se representarían las “armas deste Reyno”, si bien parece que al final se optó por las de la monarquía española, con las de Castilla y Aragón y las de Navarra en el escusón. 

                  Continuará… 

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