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COLUMNAS

La candidatura de Zury Ríos (II)

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La figura de José Efraín Ríos Montt fue una figura clave de nuestra vida política, candidato a la Presidencia de la República en 1973respaldado por el denominado Frente Nacional de Oposición que integraban Democracia Cristiana Guatemalteca y los movimientos políticos –no partidos– dirigidos por Manuel Colom Argueta, Alcalde de la ciudad de Guatemala, y Alberto Fuentes Mohr (este último su compañero de fórmula en el binomio propuesto), elecciones en las que fue víctima de un fraude electoral que, obtenido en las urnas, mayoría absoluta, le despojó del triunfo). Volvió a la escena política a raíz del ya citado golpe de Estado y sus 17 meses de gobierno –primero al frente de la junta militar con los coroneles Maldonado Schaad y Gordillo Martínez– fueron determinantes para derrotar política y militarmente a la insurgencia armada (fusiles y frijoles), habiendo dado origen, embrionariamente, al actual sistema político con el establecimiento del Tribunal Supremo Electoral. Luces y sombras, las de su mandato, llevaron a su relevo el 8 de agosto de 1983 por Oscar Humberto Mejía Víctores, jefe de Estado Constituyente, origen de la Constitución de 1985, Constitución que estableció el orden constitucional vigente, el primero que, en nuestra historia, fue objeto de un esfuerzo consensuado, pacto de paz social entre nosotros. José Efraín Ríos Montt fue acusado de delitos relacionados con la lucha librada en contra de la insurgencia armada, delitos en contra de los deberes de humanidad e, incluso, de genocidio, habiendo muerto inocente de los cargos que se le imputaran.

Como bien dijo Manuel de J Pérez uno de los líderes militares más determinantes del éxito de la revolución del 20 de octubre de 1944, poco conocido y reconocido, “aparte los padres y aparte los hijos” y Zury Ríos, es Zury Ríos. No tuvo esta ninguna participación en el gobierno de su padre y –es más– no estaba en edad de tenerla, siendo absolutamente ajena a lo que fuera su mandato. Se habla del posible impedimento de Zury Ríos para acceder a la Presidencia de la República por ser hija de José Efraín Ríos Montt y existir norma constitucional que establece que no pueden optar al cargo de Presidente o Vicepresidente los parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad y segundo de afinidad del caudillo o de los jefes de un golpe de Estado, revolución armada o movimiento similar, que haya alterado el orden constitucional, ni quienes como consecuencia de tales hechos asuman la Jefatura de Gobierno.

Se trata este de un impedimento infame que –tal su consecuencia, tras una lectura literal– prohibiría optar a los cargos de Presidente o Vicepresidente a personas que nada tienen que ver con los hechos ocurridos –incluso niños y seres humanos ni siquiera concebidos– como consecuencia de haberlos perpetrado sus parientes. Prohibición que –literalmente– alcanzaría hasta la propia eternidad, a hijos, nietos, bisnietos, tataranietos y cualquier otro de sus descendientes. Alcanzaría a sus tíos, hermanos, primos, suegros, yernos y cuñados. ¿Y no que todos nacemos iguales, en dignidad y derechos? ¿ Y no que todos tenemos el derecho de elegir y ser electos? Me he opuesto –siempre– a la aplicación literal de esta norma aplicación que constituiría la negación misma, del orden constitucional establecido por la Constitución de 1985, comprometido este orden con el respeto más absoluto de los derechos humanos. Se oponen a la aplicación literal de esta norma lo siguiente: Fueron ya candidatos a la Presidencia de la República Lionel Sisniega Otero, nieto o bisnieto de Justo Rufino Barrios, abogado, después militar, quien alteró el orden constitucional vigente e impulsó el establecido a raíz de la Revolución de 1971 y Jacobo Arbenz Villanova, hijo de Jacobo Arbenz Guzmán miembro de la Junta Cívico-Militar de Gobierno que, en 1944, alteró el orden constitucional vigente y dio lugar al establecido por la Constitución de 1945.

La propia Corte de Constitucionalidad zanjó el asunto cuando declaró en 1995 que Maria Teresa Sosa Avila de Ríos Montt, cónyuge de Efraín Ríos Montt, carecía de impedimento por ser su esposa y cuando accedió en la elección pasado a la inscripción de Zury Ríos como candidata a la Presidencia de la República.  Por elemental congruencia no podría –esta vez– en consecuencia poner tropiezo alguno a su candidatura, candidatura que independientemente de que la respaldemos o de que no la respaldemos –independientemente de quién pueda ser nuestro candidato o candidata– debemos exigir que se inscriba, empresa que nos compete a todos ls guatemaltecos. El impedimento o no impedimento que haya tenido Jose Efraín Ríos Montt es un tema completamente distinto y la Corte de Constitucionalidad –atenida a su distinta integración– fue contradictoria al respecto, viéndolo y no viéndolo negándole la inscripción y , por el contrario, ordenando que se hiciera, expulsada esta última resolución de la jurisprudencia constitucional (expulsión que carece de sustentación constitucional alguna puesto que ninguna norma permite la expulsión de ninguno de sus fallos)…

Los “intérpretes” nos hacen mucho daño. Vi el impedimento, en el caso de José Efraín Ríos Montt, pero incluso este impedimento, conocido su origen, me pareció posteriormente deleznable, impuesto que les fue a los constituyentes, amén de que, parafraseando a Juan Ramón Jiménez, no debería existir impedimento alguno, salvo los que a todos se nos pueden ocurrir, como el de reelección, estando la reelección no permitida. (El Nobel español se refería a la “literatura para niños”). Incluso la reelección era vista por Mario Sandoval Alarcón como una expresión sumamente democrática, pudiendo pronunciarse el elector sobre lo ya conocido. Buena fórmula, la de los Estados Unidos de America, limitada a una sola. Mejor aún, la de las democracias parlamentarias, sin limitación alguna, suficiente la fiscalización y sanción del Parlamento.

No quise que fuera tan larga esta columna, pero se hizo necesario. La concluyo con lo siguiente: La candidatura de Zury Ríos es plenamente válida, atendiendo a sus méritos personales y no existe en su contra ningún impedimento constitucional, debiéndonos unir a todos, la respaldemos o no , por principio, que no sufra vicisitud alguna su inscripción, el elector –el soberano– es quien debe decidir, sin cortapisas de burócratas. Por lo demás, se trata de una candidatura que nos demuestra, una vez más, que en las elecciones de 2019 no nos veremos obligados a escoger entre el menos malo o la menos mala sino que podremos escoger al mejor o a la mejor, aquel o aquella que represente a todos los guatemaltecos y que constituya, en efecto, lo mejor de nosotros mismos. Una vez más, espero estas líneas no se tomen por los burócratas como “campaña anticipada”. Sin propuestas, ni debate ¿Qué tipo de democracia queremos?

Acisclo Valladares Molina
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COLUMNAS

Libros amigos (I)

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Joseluís González 

profesor y escritor

@dosvecescuento

Leer libros que acaba de publicar gente cercana, alguien a quien nos vinculan los dones de la amistad, hace mayor el afecto. Y multiplica, como una imprenta,  el tesoro de la admiración.

Dirigido a uno de sus pocos amigos, al erudito y además singular ser don José González de Salas, Quevedo (1580-1645) compuso a los cincuenta y tantos años ese soneto de ecos senequistas que empieza “Retirado en la paz de estos desiertos”, de estas soledades. Se refería a la tranquilidad, quizá tampoco tanta, por los pleitos en que se enzarzó don Francisco, saboreada en una localidad entre la Mancha y Sierra Morena, Torre de Juan Abad, de la que él era señor, un título heredado. 

El soneto ensalza con acierto el valor de la lectura y la capacidad de revelación que se hospeda en los libros clásicos. El acto prodigioso de leer, entendido como una conversación, una de las ocupaciones más verdaderamente humanas que hemos recibido. 

El acto prodigioso de leer, entendido como una conversación, una de las ocupaciones más verdaderamente humanas que hemos recibido. 

Voy a referirme a libros recientes de tres personas amigas que, afortunadamente, siguen en este mundo apasionante y que podrán publicar aún más obras. 

Es fácil que la camaradería y la fascinación me nublen parte de la capacidad crítica, si es que me queda. Quienes admiramos el estilo y la conducta de Clarín (1852-1901) estamos prevenidos, gracias a él, ante esa plaga ruidosa de la “sociedad de bombos mutuos”. La superficialidad y el incienso dulzón de las alabanzas aturden. 

De mis amigos, procuro que de todas las personas, prefiero ver en primer lugar lo positivo, la imagen que derrite los defectos. Aquí no reseño sesudamente novedades, aquí animo a leer. 

Una galería de testimonios sobre amores y decepciones y más que nada felicidad y cortesía. Y un ensayo que es un encuentro fogoso: como vivir relacionando y relacionándose, cavilando, con salero y pasión, con ángel. También un libro de poemas con temperatura narrativa y humor sincero que ha necesitado veintibastantes años de biografía. Va por ustedes.

                    Continuará… 

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Peregrinación del Naufragio de Pedro Gobeo (IV)

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Teo Peñarroja 

Revista Nuestro Tiempo

No existe ninguna referencia moderna a esta obra en ninguna parte porque todos los ejemplares se perdieron en la noche de la historia. Se conoce que hubo un ejemplar en la Biblioteca Nacional de México en 1898, pero anda en paradero ignoto.

En 1950, un librero barcelonés vendió el último ejemplar del que hay constancia documental a un particular y, más de setenta años después, no se sabe nada de ese último libro. Hasta 2004. Había un hombre en la Universidad de Jaén, Raúl Manchón, experto latinista, que había dedicado varios años a la búsqueda de ese libro extremadamente raro.

Después de rebuscar en las bibliotecas de medio mundo halló el único ejemplar conocido en la Universidad de Mannheim. Este unicum es un ejemplar de la primera edición española de 1610 al que le faltan las últimas dieciséis páginas, que se arrancaron en algún momento de sus más de cuatro siglos de vida.

Tanto el naufragio de Pedro Gobeo como el de su libro constituyen dos tramas inverosímiles.

Ese mismo año, 2004, Miguel Zugasti estudiaba a otro viajero del Siglo de Oro, Pedro Ordóñez de Ceballos, y Manchón y él intercambiaron correos electrónicos con noticias e información inédita sobre sus respectivos campos de estudio. Esa clase de amistades que propicia la vida académica, tal y como consigna Zugasti en una entrevista. Su relación profesional se alargó casi dos décadas y era ya un hecho consolidado cuando llegó la pandemia.

Por aquel entonces, Manchón constató con cierto desasosiego que su hallazgo, como sucede con más frecuencia de la que nos gusta pensar, no encontraba quien lo estudiara. Después de pensarlo durante una semana, el tema requería meses de trabajo casi exclusivo, Zugasti decidió recoger el guante de Manchón y hacerse cargo de la reedición contemporánea del libro de Pedro Gobeo. Primero preparó una edición filológica y académica.

Tanto el naufragio de Pedro Gobeo como el de su libro constituyen dos tramas inverosímiles y sin embargo verdaderas. El resultado, publicado en mayo de 2023 con prólogo de Luis Gorrochategui, es un apasionante libro de aventuras del todo actual, una de esas rarísimas ocasiones en las que un lector moderno puede asistir a la reedición de un texto que llevaba cuatrocientos años fuera de circulación y que, sin embargo, nos habla todavía hoy, de un modo brutalmente sincero, de la condición humana. Queda ahora un interrogante abierto: dónde están las dieciséis páginas que faltan al final del libro.

La obra moderna sí tiene final, traducido de una de esas versiones alemanas, pero mucho más corto que el original. El profesor Zugasti confía en que la publicación de Naufragio y peregrinación y la repercusión mediática del hallazgo espoleen la investigación de otros colegas hasta que la historia de la literatura pueda averiguar cómo termina esta narración épica.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

El manual de Carreño

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SELVIN CARPIO

[email protected]

En segundo grado de la educación primaria en Guatemala, allá por los años ochenta, los estudiantes llevábamos una materia que se llamaba Moral y Urbanidad. 

Se impartía tanto en las escuelas primarias nacionales como en los colegios privados; se nos enseñaba desde el aseo e higiene personal, hasta cómo debíamos comportarnos con nuestra familia, maestros, amigos y las personas en general. Se nos enseñó a saludar, a decir buenos días y todo lo relacionado a los buenos modales. 

Buenos modales que los extranjeros que visitan nuestro país resaltan que es la principal característica que identifican a los guatemaltecos, esa cortesía que, según ellos, no la encuentran en ninguna otra parte del mundo.  

Mucho de la fama de “educados” que tenemos los guatemaltecos, tuvo que ver el hecho que entre uno de los aciertos de la educación pública a mediados del siglo XX, en el llamado entonces “listado de materias” del pénsum de educación primaria, se introdujera una materia en la cual se enseñara la Urbanidad. Como en todos los países de Hispanoamérica, uno de los libros del cual se tomaron ideas, reglas, directrices o consejos para dicha materia, fue el llamado Manual de Carreño.

”El manual establece reglas y consejos sobre cómo comportarse, cuáles eran los deberes
morales…“.

El Manual de Urbanidad y Buenas Maneras, para uso de la juventud de ambos sexos de Manuel Antonio Carreño, fue un libro que tuvo mucho éxito en toda Latinoamérica y también en España durante el siglo XIX y su uso se prolongó hasta mediados del siglo XX. El manual establece reglas y consejos sobre cómo comportarse, cuáles eran los deberes morales, los deberes para con nosotros mismos y con
nuestros semejantes. 

Carreño fue un diplomático venezolano nacido en 1812, aunque educado en España, lo cual le sirvió más tarde en su carrera de político y escritor. Su manual se dedica a preparar y formar a cada persona para su vida, resalta los valores de cada individuo, elevándolos al plano de la dignidad, el decoro y buena educación, los cuales deben caracterizar a cada ciudadano respetuoso de su familia y de su patria. Para él, la Urbanidad es el conjunto de reglas que tenemos que observar para comunicar dignidad, decoro y elegancia a nuestras acciones y palabras, y para manifestar a los demás la benevolencia, atención y respeto que le son debidos.

Un ejemplo de la dedicación y preparación con que elaboró los temas de su manual, lo vemos reflejado en el capítulo segundo, el cual se refiere al aseo de la persona y específicamente al aseo de la vestimenta que portamos, en el cual expone lo siguiente: “La limpieza en los vestidos no es la única condición que nos impone el aseo, es necesario que cuidemos además de no llevarlos rotos ni arrugados, el vestido arrugado puede usarse dentro de la casa, cuando se conserva limpio y no estamos de recibo, más el vestido roto no es admisible ni aún en medio de las personas con quienes
convivimos”.

Esto era porque se suponía entonces que esa aspiración de civilización se concretaba en el perfeccionamiento de las instituciones políticas; por lo tanto, también debía concretarse con las maneras y en los usos propios, y esa concatenación era la civilización. Aunque para muchos es un libro pasado de moda y desactualizado al mundo contemporáneo, el Manual no pasa desapercibido, teniendo en cuenta que por más de un siglo guio a muchas personas por una conducta de decoro y de bien, libre de ello, su lectura siempre resulta interesante. 

Selvin Carpio
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Gobierno de Guatemala

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