miércoles , 27 noviembre 2024
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La basílica de Ujué durante dos siglos y medio (II)

Ricardo Fernández Gracia 

Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro

Como es sabido, con las mazonerías de la pareja se compuso el retablo de la capilla del palacio de Diputación, desapareciendo la mayor parte de sus esculturas.

El tercero, dedicado al Cristo de la Vera Cruz, ha corrido mejor suerte y se encuentra en el santuario. Con aquella actuación se comenzaba la barroquización del templo por completo, con un gran tapiz de retablos de talla dorada la cabecera del templo.

Son obra del mejor maestro del taller de Pamplona y veedor de obras de la diócesis de Pamplona, Fermín de Larráinzar (c. 1696-1741), autor del retablo mayor de Larraga (1696), los colaterales de la girola de la catedral de Pamplona (1713) y el mayor y colaterales de San Nicolás de la misma ciudad (1708 y1720), entre otras obras.

Se hizo cargo de ellos en 1702 y sus advocaciones serían de la Santísima Trinidad y de San Sebastián. Para el primero haría sendos bultos, el del grupo titular para presidirlo y el de San Fermín para el ático, el de San Sebastián contaba con la talla de San Antón en el nicho del ático.

El Cristo de la Vera Cruz ha corrido mejor suerte y se encuentra en el santuario.

El tercero, iba destinado a la Vera Cruz y en su nicho principal debería representarse en escultura un tema poco tratado en estas tierras, como es Santa Elena y su hijo el emperador Constantino agarrados al madero de la cruz, en lo que podemos denominar auténtico escenario.

El remate se adornaría con un pelícano y varios atributos de la pasión. Por lo que respecta al cobro, Larráinzar recibiría 230 ducados en tres plazos y los tres altares estarían finalizados en el plazo de dos años a partir de la firma de la escritura. El transporte desde Pamplona, en donde tenía el maestro su taller, hasta Ujué correría por su cuenta.

En las fotografías observamos cómo se había alterado la iconografía de los dos colaterales, quedando tan solo San Antón en el ático correspondiente. No ocurrió lo mismo con el de la Vera Cruz, que se conservaba y conserva íntegramente, según el contrato.

En una foto publicada por Clavería en la edición de su monografía de 1919 aún se puede ver el bulto de la Santísima Trinidad encargado a Fermín de Larráinzar. Poco después, en 1706 el prestigioso maestro tudelano José de San Juan y Martín se hacía cargo del retablo mayor del santuario y, terminado este , en 1707, contrató los colaterales de las capillas absidales, uno dedicado a San Pedro, por cuenta del cabildo y otro a la Dolorosa, sufragado por un hijo de la localidad, Simón Nicolay. 

                                                                                  Continuará…

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