El exitoso operativo ejecutado ayer por la Policía Nacional Civil (PNC) evidencia algunas prioridades del Gobierno. El combate indiscriminado a la corrupción es una de ellas. No criminalizar a las personas migrantes, es otra.
Además, desarticular esa banda que traficaba seres humanos muestra la concordancia entre la teoría y la práctica que caracterizan el desempeño del binomio presidencial integrado por Bernardo Arévalo y Karin Herrera, así como el del ministro de Gobernación, Francisco Jiménez.
Acostumbrados a discursos incendiarios venidos de mandatarios, magistrados, jueces y fiscales que reprenden los saqueos y a las mafias, los cuales contrastan con acciones que protegen, miman o encubren a los delincuentes de cuello blanco y conciencia negra, los guatemaltecos observan hoy la coherencia entre el dicho y el hecho.
Hay que recordar lo siguiente. En todos los foros, nacionales y externos, en los que han participado los gobernantes e integrantes del Gabinete, el principal reto asumido es el de imponer un Estado donde prime la decencia. Una administración que vele por depurar las instituciones y evite el robo del erario.
Pero también existe un compromiso por respetar los derechos humanos de los indocumentados y combatir, con rigor y fuerza, a las redes que se aprovechan de las necesidades humanas. Eliminar las bandas que lucran con quienes, por necesidad, abandonan sus países en busca de mejores oportunidades.
Grupos que comercializan con los sueños y esperanzas de centroamericanos, caribeños o sudamericanos, por citar ejemplos. Delincuentes sin escrúpulos que prostituyen a niños y adultos, causantes, incluso, del tráfico de órganos.
Esta es la importancia del golpe propinado por el Ministerio de Gobernación (Mingob) a esta estructura de trata de personas. Un cártel en el que participaban 23 policías y otros dos agentes que estaban de baja, más 11 civiles.
Finalmente, conviene resaltar el mensaje que el Gobierno envía a la mayoría de integrantes de la PNC que desempeña un papel honroso y valiente. Un recado que advierte que la honestidad será premiada, mientras que a la indecencia se le perseguirá, sin importar uniformes ni cargos.