Los rostros de esperanza se ven y las voces cuentan las primeras historias en los pasillos que están entre albergues: Allí la alegría se mezcla con la tenacidad de los damnificados del volcán de Fuego, por rehacer sus vidas y seguir luchando por sacar adelante a sus familias.
Provenientes de los albergues instalados en el Instituto Simón Bergaño y Villegas, y de la Escuela Tipo Federación de Escuintla, las familias se acoplan a su nuevo espacio y ven una nueva oportunidad para empezar de nuevo, con el apoyo de instituciones de Gobierno, iniciativa privada y voluntarios.
Desde tempranas horas, los camiones llegan a la finca La Industria, en Escuintla, con las pertenencias de los albergados, mientras que decenas de soldados ayudan a los grupos familiares a instalarse en los sitios asignados.
La risa de los niños en el parque se entremezcla con el sonido de las herramientas de quienes terminan los detalles de la nueva colonia, en donde se construirá un complejo habitacional formal posteriormente.
Algunos limpian sus nuevos hogares, otros lavan su ropa y los demás reciben visitas o sacan a pasear a sus perros. Cae la tarde y se desata la lluvia. Algunos compran granizadas o helados, otros descansan en hamacas, algunos lloran y otros sonríen; así empieza el futuro en los ATUs.
Los niños se divierten e inician sus primeras aventuras en el parque de los ATUs, en la finca La Industria, Escuintla.
La lluvia sorprendió a los primeros albergados, que a la fecha suman 300 trasladados a la finca.
Empezar un nuevo negocio es uno de los principales deseos de Adolfo García, quien junto a sus hijos no pierde la esperanza de cumplir su sueño.
Rosenda Hernández se instaló en su nuevo hogar temporal y con una granizada intenta vencer al calor. Ella perdió a tres familiares, pero sigue adelante.
El Ministerio de Desarrollo Social les brinda los alimentos a los trasladados a los ATUs.
