Los cuerpos “anormales” viven violencia de forma permanente.
En las últimas dos semanas hemos visto diferentes expresiones de deporte en las olimpiadas que se están desarrollando en Río de Janeiro, Brasil; a pesar de las luchas sociales dadas por la población de las favelas, porque significó desalojos y fue más importante dirigir los recursos para construir estadios, líneas de metro y acondicionar los espacios.
Esto nuevamente comprueba que si los Estados están dispuestos a generar mejores condiciones de vida a la población, tienen los recursos, administración y las posibilidades para realizar esta tarea. El problema radica en que no desean hacerlo.
El día de la inauguración hubo manifestaciones en las calles de Río y la respuesta del Gobierno fue militarizar el área. Una de las fotos más compartidas en las redes sociales fue desde una favela, niñas y niños negros viendo cómo sobresalía la cantidad exorbitante de fuegos artificiales. A pesar del rechazo claramente mostrado por las personas del lugar, los juegos abrieron un ciclo más resaltando el nacionalismo con sus banderas y lo orgullosos de ver a “nuestra” nación.
Los medios de comunicación llevan las noticias e imágenes de estos juegos a las naciones, sin embargo este año la fuerza de las redes sociales y los medios digitales han generado debates y denuncias.
Medios oficiales empezaron a compartir sus notas desde una hegemonía, hubo reacción de la población, muchas veces reforzando esos mandatos.
Sin embargo, la respuesta de parte de colectivas feministas y de pueblos afrodescendientes (lo que pude ver en mi entorno), contribuye a una reflexión sobre la epistemología hegemónica de las representaciones sociales racistas, sexistas y clasistas.
En las mujeres, las fotografías eran cercanas, cortadas, mostrando las partes de sus cuerpos, erotizadas y muchos de los titulares se relacionaban a su sexualidad y a la comparación con los hombres, “nada como hombre”. Estas imágenes desataron comentarios muy violentos hacia sus cuerpos por no cumplir con cánones de belleza.
Frases gordofóbicas inundaron las redes sociales. No importó su desempeño, su perfección en las rutinas de gimnasia, los tiempos en las carreras de natación; lo único que resaltaban eran sus cuerpos. En sociedad si eres baja, alta, morena, negra, ojos rasgados, grandes o pequeños; si eres gorda o si tenés músculos de más, sos fea. La ruptura de la mujer blanca, heterosexual, débil y frágil los vuelve locos.
Es por eso, que activan el mecanismo de la violencia para marcar la diferenciación y forzar la imagen hegemónica de un cuerpo femenino como dice la doctora Emma Chirix, mujer kaqchikel “buscando el erotismo me encontré con la violencia” en su libro Ru rayb’äl ri qach’akul.
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