Por: José Graziano da Silva
Director General de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)
En septiembre de 2015, los Estados Miembros de las Naciones Unidas aprobaron la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible. Los líderes del mundo consideraron la erradicación del hambre y todas las formas de malnutrición (el Objetivo 2) como fundamental de la Agenda y condición sine quan non para un mundo más seguro, más justo y más pacífico.
Paradójicamente, el hambre no ha parado de crecer desde entonces. El número de personas subalimentadas aumentó en 2017 por tercer año consecutivo. Ese año, 821 millones de personas sufrieron hambre (el 11 % de la población mundial, 1 de 9 personas en el planeta), la mayor parte agricultores familiares y de subsistencia que viven en zonas rurales pobres. El creciente nivel de subalimentación en el mundo no es el único reto. En 2017, al menos mil 500 millones de personas sufrieron deficiencias de micronutrientes. Al mismo tiempo, la proporción de obesidad entre adultos sigue aumentando, pasando del 11.7 % (2012) al 13.3 % (2016), o 672 millones de personas. El hambre se circunscribe a áreas específicas, sobre todo aquellas azotadas por conflictos, sequías y extrema pobreza; pero la obesidad está en todas partes y crece en todo el mundo. Si no tomamos medidas urgentes para detener el aumento de la obesidad, pronto podría haber en el mundo más gente obesa que malnutrida. Este año, el día Mundial de la Alimentación (16 de octubre), recuerda a la comunidad internacional su compromiso político de erradicar todas las formas de malnutrición y para recordar que alcanzar el Hambre Cero en el mundo para 2030 aún es posible.
Los Gobiernos tienen un papel fundamental en este logro, al asegurar que la gente más vulnerable tiene suficientes ingresos para comprar los alimentos, o los medios para producirlos por sí mismas, incluso en tiempo de conflicto. Las dietas saludables deben ser fruto del esfuerzo colectivo que incluya la creación de normas (como el etiquetado y prohibición de ingredientes dañinos), introducción de la nutrición en programas escolares, reducir las pérdidas y desperdicios de alimentos, y acuerdos comerciales que no impidan el acceso a comida fresca, nutritiva y cultivada por agricultores familiares.
El lema del Día Mundial de la Alimentación 2018 es Nuestras acciones son nuestro futuro. Es hora de renovar nuestro compromiso y el apoyo político para lograr un mundo sostenible libre de hambre y de todas las formas de malnutrición.