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COLUMNAS

Hacia una Guatemala Digital

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Hugo Arnoldo Forkel Salazar
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Nuestra Guatemala, hermoso País de la Eterna Primavera, lleno de rica cultura y gran belleza, con un clima que por su perfección es añorado por el resto del mundo; pero, en el transcurrir del día nos lleva a los guatemaltecos a ser parte de un complejo, anticuado e imperfecto sistema de trámites burocráticos que nos incomodan, pues en muchos casos, afectan nuestro bolsillo por los costos que representan: transporte, hospedaje, parqueo y tiempo entre otros.

Según informe del BID, denominado El fin del Trámite Eterno, de 25 naciones evaluadas en Latinoamérica, Guatemala se lleva el primer lugar como el país con más trámites, con alrededor de 5 mil; esto representa grandes retos, pero también la oportunidad de hacer las cosas de forma diferente pero bien hechas, con pasos firmes y seguros con los que marquemos huellas indelebles en nuestro camino Hacia una Guatemala Digital.

Hacia una Guatemala Digital requiere de decisiones acertadas dentro del Gobierno, tomadas por empleados públicos con las capacidades adecuadas.

Este camino se empezó a recorrer hace muchos años, con iniciativas de gente visionaria que supo aprovechar las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), para desarrollar sistemas informáticos de gran impacto para el país, como lo son, entre otros: el Sistema de Administración Financiera (Siaf), los sistemas tributarios de la SAT, el Registro Nacional de las Personas (Renap), así como los relacionados a la emisión de los certificados de carencia de antecedentes penales y policiales.

Esto demuestra que como guatemaltecos somos muy capaces; sin embargo, falta mucho más por hacer, de tal forma que los nuevos desarrollos e implementaciones tecnológicas que se hagan en el Gobierno, se realicen de forma totalmente interconectada, transparente y segura, basándose en los principios de simplicidad y orientado al ciudadano, donde prevalezca la política de “una sola vez”; es decir, que cada uno de los datos que de nosotros ingresen al sistema de gobierno, sin importar la institución, proceso o servicio, no nos los vuelvan a solicitar nunca más.

Todo esto parece una utopía, pero ya existen muchas tecnologías que lo permiten. Es cuestión de que todos cambiemos de mentalidad y evolucionemos a aprender, creer y confiar en el mundo digital. Definitivamente, necesitamos cambiar nuestra cultura en la forma de cómo estamos acostumbrados a hacer las cosas gestionándolo todo con papel.

Esto obliga a trabajar en equipo y con objetivos bien definidos y comunes para todos (gobernantes y gobernados; financieros, planificadores e informáticos entre otros). Para lograrlo, necesitamos un camino a seguir.

La transformación hacia una Guatemala digital requiere de decisiones acertadas dentro del Gobierno, tomadas por empleados públicos con las capacidades adecuadas y con una “Visión de País”, quienes por cada una de las instituciones del Organismo Ejecutivo, deberán realizar una adecuada planificación de todas aquellas actividades o proyectos que evolucionen y mejoren significativamente la forma en las que el Gobierno hace las cosas, que permitan la participación ciudadana y que los servicios y obligaciones del Gobierno sean de calidad, eficientes y eficaces, con total seguridad y transparencia.

Esta planificación deberá ser plasmada en los programas de gobierno electrónico, los que deberán construirse con la participación de todas las áreas sustantivas de las instituciones, para que su contenido y ejecución permitan realmente alcanzar esa transformación.

Los programas de gobierno electrónico están siendo construidos por las instituciones del Organismo Ejecutivo, quienes reciben acompañamiento de la Comisión Presidencial de Gobierno Abierto y Electrónico (GAE), apoyándolos para que los proyectos planteados sean acordes a nuestro Plan Nacional de Desarrollo K´atun Nuestra Guatemala 2032, a la Política General de Gobierno 2020-2024 (PGG), así como el Plan de Gobierno Digital 2021-2026, en el marco de los ejes y líneas estratégicas que estos definen.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Rompiendo Moldes: La Juventud ante el folclorismo en Guatemala

Hablemos de juventud

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GUADALUPE IXEL WER CHUTÁ
Directora ejecutiva
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Septiembre el mes donde Guatemala se viste con colores, bailes y canciones que evocan la imagen de una patria unida, pero ¿qué tan real es esa unidad?, desde niña he visto cómo en nombre de la «tradición», se nos reduce a estampas y clichés. Las mujeres mayas, xincas y garífunas aparecemos en los desfiles con trajes coloridos pero ¿cuántas veces se escucha nuestra voz? Nos aplauden en las calles, nos fotografían en las plazas, pero pocas veces nos ven.

El folclorismo que envuelve estas celebraciones de independencia es una jaula de oro y una máscara que esconde la realidad; nos convierte en símbolos, pero no nos da el poder de cambiar la narrativa en un país tan lleno de historia y diversidad, no se puede seguir celebrando lo superficial y no lo profundo, ignorando la verdad de su gente.

Nuestra lucha es por la representación real.

Es una visión fragmentada, que reduce a los pueblos originarios a piezas de museo, a “trajes típicos”, mientras se invisibilizan luchas, voces y derechos. Nos llaman «guardianes de la cultura», pero ¿qué cultura se preserva cuando los idiomas mueren en las escuelas y las tierras ancestrales se venden al mejor postor?

Nos colocan en un altar de colores mientras las comunidades luchan contra la pobreza, la marginación y la violencia; es aquí donde la juventud tiene un papel crucial. Nosotros, las juventudes, no debemos conformarnos con ser parte de un espectáculo folclórico; somos el presente y el futuro de Guatemala; debemos romper con ese molde impuesto y desafiar esa visión romántica y superficial de lo que significa ser indígena.

Ser joven e indígena es un acto de resistencia; resistimos a ser simplificados, a ser reducidos a imágenes coloridas y vacías. Nuestra lucha es por la representación real, por el respeto a nuestra identidad, por la justicia social.

No necesitamos que nos celebren, sino que nos escuchen, el cambio está en nuestras manos; la juventud debe tomar las riendas de su propia historia. Es hora de que las festividades de septiembre dejen de ser una excusa para romantizar la cultura y se conviertan en una oportunidad para repensar el país que queremos construir, donde ser indígena no sea sinónimo de ser una postal exótica, sino de ser un ciudadano pleno, con derechos y voz propia.

Es momento de desarmar el folclorismo, de romper con esas cadenas invisibles que nos atan a una versión estática de nuestra identidad. Porque no somos adornos, somos fuerza. Y desde esa fuerza, la juventud debe exigir un país más justo, más inclusivo y verdaderamente libre.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Guardarrecursos, defensores del patrimonio natural

Guatemala megadiversa

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Consejo Nacional de Áreas Protegidas
[email protected]

Las áreas protegidas brindan bienes y servicios esenciales para la sobrevivencia de la humanidad, como alimento, aire puro, agua, medicinas, recreación, materia prima, entre otros. Por ello, resguardar las áreas protegidas, la biodiversidad, el patrimonio natural y cultural del país no sería posible sin el trabajo incansable de mujeres y hombres que se dedican diariamente a esta labor. 

Entre las principales actividades que realizan los guardarrecursos se encuentran proteger y cuidar las especies de flora y fauna silvestre, los cuerpos de agua, el suelo y otros elementos naturales y culturales que están dentro del área protegida, además, cumplen funciones como bomberos forestales, educadores ambientales, realizan actividades de prevención de ilícitos, control, vigilancia y monitoreo, atención a visitantes, extensionismo, entre otros. 

El trabajo de los guardarrecursos es primordial para la naturaleza y la humanidad.

Para impulsar la conservación del Sistema Guatemalteco de Áreas Protegidas -SIGAP- el cual representa el 32% del territorio nacional, así como promover el uso sostenible de la biodiversidad, el CONAP designó cada segundo viernes de septiembre el “Día del Guardarrecursos”, una oportunidad para felicitar, reconocer y agradecer a todas las personas que cumplen esta importante función, tanto a los guardarrecursos del CONAP, así como a los guardarrecursos No pagados por el CONAP y a todas aquellas personas contratadas por otras instituciones de gobierno y organizaciones no gubernamentales que coadministran áreas protegidas, también a las personas contratadas por propietarios de reservas naturales privadas y municipalidades. En el día del guardarrecursos, también honramos la memoria de aquellos que perdieron la vida en cumplimiento de su labor y a los que ya descansan por causas naturales, pero que dejaron un gran legado.

El trabajo especializado de los guardarrecursos asegura que las áreas protegidas tengan un mantenimiento adecuado, al mismo tiempo promueven el cumplimiento de las normativas y políticas relacionadas con su accionar diario. Lamentablemente por la labor que realizan los guardarrecursos sufren constantes amenazas que ponen en riesgo su integridad física y su vida, lo que el CONAP repudia y rechaza rotundamente, ya que esto los hace vulnerables en el desempeño de trabajo.

El CONAP insta a la población a valorar y respetar el trabajo de las personas que día con día recorren las extensas áreas protegidas del país, con el fin de conservar y proteger los bienes y servicios de los cuales todos dependemos para subsistir.   

Las áreas protegidas contribuyen a mejorar el bienestar de la población y sus medios de vida, asimismo, son una importante barrera natural ante desastres y eventos climáticos. Para ello y mucho más trabajan incansablemente los guardarrecursos en cada rincón del país. 

Agradecemos y reconocemos a los guardarrecursos por defender y conservar las áreas turísticas, los Parques Nacionales, los Parques Regionales Municipales, las áreas protegidas privadas, los sitios RAMSAR, las Zonas Núcleo, las Reservas de Biosfera, el Monumento Natural, las Reservas Protectoras de Manantiales, los Refugios de Vida Silvestre y los Parques Ecológicos.

Gracias al trabajo de quienes apoyan el cumplimiento a la Ley de Áreas Protegidas (Decreto 4-89) y otras normativas relacionadas con la conservación de los recursos naturales de Guatemala, tenemos más de 340 áreas protegidas en nuestro territorio.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

El compromiso de la Independencia de Guatemala

Zonas de Oportunidad

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Ingeniero Byron Gaitán

Gerente General de ZOLIC

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Cada 15 de septiembre, Guatemala se viste de azul y blanco para conmemorar su independencia. Las calles se llenan de banderas, desfiles y fervor patriótico. Sin embargo, esta celebración debe trascender los símbolos; debe servir como un recordatorio de nuestro compromiso con una Guatemala más fuerte, resiliente y próspera.

La independencia no es solo un hito histórico que definió nuestro destino como nación soberana, sino un legado que debemos honrar con acciones concretas que demuestren nuestra capacidad para enfrentar desafíos actuales y futuros. Hoy en día, es esencial celebrar con orgullo, pero también con la convicción de que nuestro trabajo y dedicación son fundamentales para construir un país que el mundo vea como resiliente.

 Celebrar la independencia de Guatemala más que un acto simbólico; es un llamado a la acción.

Guatemala tiene el potencial para ser un país que inspire respeto y admiración. Contamos con recursos naturales, una rica cultura y una población dispuesta a avanzar. Para lograrlo, debemos convertir nuestras palabras en acciones que posicionen a Guatemala como una nación en desarrollo, con una economía en crecimiento y una población activa comprometida con un futuro mejor.

Cada sector de la sociedad juega un papel en este proceso. Es vital apoyar políticas que fomenten el desarrollo económico y social, creando un entorno favorable para la inversión y el crecimiento. Las empresas deben apostar por la innovación, la capacitación y la mejora continua, y cada ciudadano debe contribuir a este esfuerzo colectivo.

La clave está en la resiliencia y en nuestra capacidad para adaptarnos a los cambios. El mundo está en constante evolución, y Guatemala no puede quedarse atrás. Debemos aprender de nuestras experiencias, superar adversidades y convertirlas en oportunidades para crecer.

La independencia no es solo un derecho, sino también una responsabilidad. Si la entendemos de esta manera, podremos construir un país del cual todos estemos orgullosos, un país que inspire a futuras generaciones a continuar con este legado de esfuerzo y dedicación.

Celebrar la independencia de Guatemala es más que un acto simbólico; es un llamado a la acción, un recordatorio de que cada uno de nosotros tiene el poder de contribuir a un mejor país.

Colaborador DCA
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