A fuerza de todos los días perpetrar atentados contra el idioma, se consideran correctas afirmaciones que vulneran las reglas del español.
“Mas sin embargo”, repetida con vehemencia por un abogado defensor durante una audiencia judicial, fue una declaración que en agosto de 2015 generó múltiples burlas y ácidas críticas en las redes sociales.
La Inquisición virtual destrozó la intervención del jurista, no por su desempeño frente al juez, sino por el grave error de ligar una conjunción adversativa y una locución adverbial que significan lo mismo.
Tal vez, el abochornado profesional ahora sea cuidadoso cuando pide la palabra, pues, sin duda, no es divertido ni envidiable sufrir el tormento público a causa de hablar o escribir inapropiadamente.
Sobre el tema se pronunció hace 5 días en estas páginas el catedrático y columnista colombiano Jairo Valderrama, quien se apoyó en una metáfora de su compatriota, el periodista Héctor Abad Faciolince: “La ortografía desacertada es el mal aliento de la escritura”.
Dicha analogía implica que en no pocos casos se requerirá de un enjuague bucal y una pasta dental de amplio espectro para contrarrestar yerros frecuentes y cercanos que, como subraya el académico, tienden a pasar como manifestaciones correctas.
Y es que por los canales de comunicación masiva se ha implantado una especie de “Escuela del mundo al revés”, donde transgredir las reglas del español es práctica cotidiana y con ella termina posicionándose y posesionándose la idea equivocada, en desmedro del arte de hablar y escribir como corresponde…ría.
Así, nos ponemos “Patas arriba”, anotaría Eduardo Galeano, cuando en lugar del certero “buenos días” que avala el plural expresivo, quien presenta las noticias usa el popular aunque inadecuado “buen día”. También se introduce “estar al pendiente”, en perjuicio de “estar pendiente” y oímos: “vemos claras evidencias de lo que es lavado de dinero”, y no “…evidencias de lavado de dinero”.
Otras aberraciones que desfilan por radio, televisión o periódicos impresos y digitales son “iniciar a padecer…”, “inicia la jornada”, “la previa” y “aperturar la actividad”, entre variedad de frases comunes que irrespetan las normas verbales, inventan verbos o colocan como sustantivo a un adjetivo.
Por supuesto, nuestro idioma es de los más ricos y por momentos complicado, pero tenerlo como base de un ejercicio trascendental obliga a profundizar en su conocimiento, pues todo lo que aparece en un medio masivo se registra y asimila socialmente.
En ese marco, como la forma también es fondo, y más allá de que se cumpla con que se entienda lo transmitido, el reto para quienes son leídos y escuchados es ir de la mano de la sintaxis, la ortografía, la puntuación y la acentuación, recomendación para las y los periodistas, y para sus fuentes porque unos y otras se colocan en una vitrina bajo los reflectores mediáticos.
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