Serían aproximadamente las seis de la tarde del sábado 13 de octubre de 2018 cuando, a través de un mensaje, Jorge –Coco– Méndez me comunica la mala noticia del fallecimiento de su papá, don José Adolfo Méndez Zepeda, a quien cariñosamente le decíamos Choco. Finalmente habría sucumbido al cáncer de próstata que hiciera estragos severos en su organismo.
Inmediatamente comuniqué la infausta noticia a amigos y amigas comunes, a quienes he conocido a lo largo de los casi 41 años transcurridos desde aquel primer día en que mi voz fue reproducida en los micrófonos de Radio Progreso. Calló la Voz de Chapinlandia. Había fallecido Adolfo Méndez Zepeda. Un comunicador que desde los 8 años se inicia en la escuela de radioteatro de la insigne profesora Marta Bolaños de Prado, allá por el año 1945, y nace el primer actor del radioteatro, luego de su participación en una de las obras presentadas a través de Radio Nacional La Voz de Guatemala, TGW.
En 1955, a sus 18 años, Adolfo se convierte en la voz que, entre otras muchas voces privilegiadas, ha conducido el programa de la nacionalidad, CHAPINLANDIA. Tuve el honor de conocer a Adolfo por los años de 1977-78, al iniciarme en el mundo de la comunicación, tanto en la locución como en el periodismo radial, impreso y de televisión. Coincidimos en muchas oportunidades en cabinas de radio, en eventos especiales y en Canal 5, en que mi papel no era el de alternar micrófonos con él, sino escribir textos para que él grabara distintas promociones del canal e instituciones de Gobierno. Pero no fue solo el compartir espacios, fue también de aprendizaje constante. Coincidimos de nuevo, en el mejor radiodiario del país, Guatemala Flash, en posiciones distintas, pero siempre ligados a la locución y a la comunicación. Con su voz, las noticias redactadas tenían otro matiz. Ser compañero de Adolfo en los medios de comunicación, alternar con él en programas y eventos, no fue solamente momentos laborales. También fortalecieron los lazos de amistad que a través de los años se manifestaron en tertulias agradables. También se extendió con su hijo, Coco, quien heredó de su padre, la sencillez y la afabilidad característica del Choco.
Hasta pronto, mi amigo. Tu voz se ha callado para los mortales que hoy lamentamos tu partida. Sin embargo, cada que escuchemos tu voz en las grabaciones que han quedado archivadas en Chapinlandia y Fabumarimbas, tu imagen de inmediato aparecerá en nuestros recuerdos, en nuestros corazones, en nuestras tertulias, y eso te mantendrá vivo y presente siempre. Feliz viaje Adolfo Méndez Zepeda. Cristiana resignación a sus hijas, hijos, nietos, hermanos, hermanas, sobrinos, amigos, colegas y Guatemala toda.
