miércoles , 27 noviembre 2024
Inicio Guatemala, paisajes e historia en la pluma de Patricia Sorg

Guatemala, paisajes e historia en la pluma de Patricia Sorg

La autora nacional narra pasajes de la cultura,
la gente y las leyendas de su tierra natal

Fotos: Oscar Dávila y Patricia Sorg

El pincel y la pluma han sido la combinación profesional de Patricia Sorg, y aunque una situación de violencia la obligó a salir hace 17 años de su patria, toda la paleta de colores e historias la acompañan en sus obras tanto pictóricas como literarias. Reside en Estados Unidos, donde enseña su arte y ha publicado sus libros; el más reciente es Bonita, que presentó en su versión en español, de Editorial Piedra Santa, en la Feria Internacional del Libro en Guatemala (Filgua), que en sus palabras captura la riqueza multicultural y mística de la herencia maya.


La portada fue pintada por ella, en la cual aparece la protagonista, Inés Navarro, que guiña un ojo y sonríe para vender el producto, expresiones características de la década de los años cuarenta. “En la pintura se observa un turbante manchado de sangre, una granada, que expresa la violencia y las guerras; también aparecen bananos en la cabeza, a lo Carmen Miranda”, explicó la artista.


Bonita es una novela de ficción histórica, que previo a escribirla, a Sorg le tomó aproximadamente ocho meses de investigación, en los cuales leyó la Trilogías Bananeras, de Miguel Ángel Asturias, y Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. También evaluó documentales para comprender los sucesos históricos de aquella época. “Todo me ayudó a analizar por qué un país poderoso se involucra en uno pequeño para despojarlo de su libertad y abusar de una población callada, lo cual me causó cólera; así que, a partir de ese momento, decidí que mis personajes lucharían”, reflexionó.


Está ambientada en América Latina durante la Segunda Guerra Mundial, en la cual su protagonista, aparte de vivir una historia de romance, descubre las pésimas condiciones de vida de los lugareños en una plantación de bananos, bajo el yugo de un dictador apoyado por la empresa estadounidense que ella representa. Luego de un viaje histórico y vivencias, hay un final sorprendente en este texto que se une a una situación inesperada que vivió en Filgua al conocer al presidente de la República, Bernardo Arévalo, quien le firmó un ejemplar ante su emoción visible.


Cuadros, pueblos olvidados y luchas


Su paleta vívida, colorida y sus elecciones compositivas han hecho que sus colecciones sean reconocibles y preferidas por algunos coleccionistas. Comenzó a pintar cuando era niña y se inspiró en los paisajes de montañas y océanos que la rodeaban, así como en la rica y colorida cultura de su país. De adulta vivió en Santa Lucía, donde su arte comenzó a reflejar la cultura del Caribe; asimismo, durante muchos años dibujó al aire libre y capturaba los barcos pesqueros y la vida en los pueblos de las Indias Occidentales.


La entrevistada afirmó que siempre les da voz a las mujeres en sus páginas, para inspirarlas a que no se quedan calladas y luchen. En sus sagas incluye a la población femenina maya y garífuna, de la que, afirma, se ha escrito menos en estos contextos. “Lloro de emoción y del sufrimiento de mis mismos personajes, pues una se involucra mucho en los sentimientos”, aseveró.


Su arte pictórico se ha expuesto en museos y galerías guatemaltecas y de otras latitudes; a su decir, pinta una historia en cada cuadro. Estudió en la Academia de Bellas Artes, en Sarasota, Florida, y ahora es instructora de pintores avanzados. “Y un día decido cambiar el pincel por la pluma para formar relatos y mi país es mi primera inspiración, que se mantiene vigente en mis leyendas”, exclamó.

Otros datos

Admira a la escritora chilena Isabel Allende, y se ha inspirado en una de sus obras, La Casa de los Espíritus, la que, considera, se asemeja con los mismos conflictos y género.
Su primera novela, Montañas que tocan el cielo, está influida por la literatura romántica inglesa del siglo XIX y también por el género gótico. Comentó que está en proceso de que sea adaptada a la pantalla chica como una miniserie.

Pintora impresionista

Sorg toma su paleta de colores de la pintura impresionista, que surgió en la segunda mitad del siglo XIX en Francia, que estampa la luz y el instante. Este estilo pictórico se caracteriza por el uso de los colores puros sin mezclar, así las figuras se diluyen imprecisas que dependen de la iluminación. Se inspiró de los grandes pintores de la época como Paul Cézanne, Claude Monet, Jean-Frédéric Bazille, entre otros, que crearon sus piezas al aire libre.
La evocación de su tierra le ha motivado sus cuadros, en los cuales también ha narrado historias pictóricas, así como las costumbres y tradiciones de su gente cobran vida.
Su trabajo se ha publicado en revistas de arte, entre ellas American Art Collector y Southwest Art.
Ha exhibido en museos latinoamericanos como el Museo Nacional de Moderno Carlos Mérida, galerías de las Indias Occidentales, Tennessee, Connecticut, Atlanta y toda Florida.

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El pincel y la pluma han sido la combinación profesional de Patricia Sorg, y aunque una situación de violencia la obligó a salir hace 17 años de su patria, toda la paleta de colores e historias la acompañan en sus obras tanto pictóricas como literarias. Reside en Estados Unidos, donde enseña su arte y ha publicado sus libros; el más reciente es Bonita, que presentó en su versión en español, de Editorial Piedra Santa, en la Feria Internacional del Libro en Guatemala (Filgua), que en sus palabras captura la riqueza multicultural y mística de la herencia maya.


La portada fue pintada por ella, en la cual aparece la protagonista, Inés Navarro, que guiña un ojo y sonríe para vender el producto, expresiones características de la década de los años cuarenta. “En la pintura se observa un turbante manchado de sangre, una granada, que expresa la violencia y las guerras; también aparecen bananos en la cabeza, a lo Carmen Miranda”, explicó la artista.


Bonita es una novela de ficción histórica, que previo a escribirla, a Sorg le tomó aproximadamente ocho meses de investigación, en los cuales leyó la Trilogías Bananeras, de Miguel Ángel Asturias, y Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. También evaluó documentales para comprender los sucesos históricos de aquella época. “Todo me ayudó a analizar por qué un país poderoso se involucra en uno pequeño para despojarlo de su libertad y abusar de una población callada, lo cual me causó cólera; así que, a partir de ese momento, decidí que mis personajes lucharían”, reflexionó.


Está ambientada en América Latina durante la Segunda Guerra Mundial, en la cual su protagonista, aparte de vivir una historia de romance, descubre las pésimas condiciones de vida de los lugareños en una plantación de bananos, bajo el yugo de un dictador apoyado por la empresa estadounidense que ella representa. Luego de un viaje histórico y vivencias, hay un final sorprendente en este texto que se une a una situación inesperada que vivió en Filgua al conocer al presidente de la República, Bernardo Arévalo, quien le firmó un ejemplar ante su emoción visible.


Cuadros, pueblos olvidados y luchas


Su paleta vívida, colorida y sus elecciones compositivas han hecho que sus colecciones sean reconocibles y preferidas por algunos coleccionistas. Comenzó a pintar cuando era niña y se inspiró en los paisajes de montañas y océanos que la rodeaban, así como en la rica y colorida cultura de su país. De adulta vivió en Santa Lucía, donde su arte comenzó a reflejar la cultura del Caribe; asimismo, durante muchos años dibujó al aire libre y capturaba los barcos pesqueros y la vida en los pueblos de las Indias Occidentales.


La entrevistada afirmó que siempre les da voz a las mujeres en sus páginas, para inspirarlas a que no se quedan calladas y luchen. En sus sagas incluye a la población femenina maya y garífuna, de la que, afirma, se ha escrito menos en estos contextos. “Lloro de emoción y del sufrimiento de mis mismos personajes, pues una se involucra mucho en los sentimientos”, aseveró.


Su arte pictórico se ha expuesto en museos y galerías guatemaltecas y de otras latitudes; a su decir, pinta una historia en cada cuadro. Estudió en la Academia de Bellas Artes, en Sarasota, Florida, y ahora es instructora de pintores avanzados. “Y un día decido cambiar el pincel por la pluma para formar relatos y mi país es mi primera inspiración, que se mantiene vigente en mis leyendas”, exclamó.

Otros datos

Admira a la escritora chilena Isabel Allende, y se ha inspirado en una de sus obras, La Casa de los Espíritus, la que, considera, se asemeja con los mismos conflictos y género.
Su primera novela, Montañas que tocan el cielo, está influida por la literatura romántica inglesa del siglo XIX y también por el género gótico. Comentó que está en proceso de que sea adaptada a la pantalla chica como una miniserie.

Pintora impresionista

Sorg toma su paleta de colores de la pintura impresionista, que surgió en la segunda mitad del siglo XIX en Francia, que estampa la luz y el instante. Este estilo pictórico se caracteriza por el uso de los colores puros sin mezclar, así las figuras se diluyen imprecisas que dependen de la iluminación. Se inspiró de los grandes pintores de la época como Paul Cézanne, Claude Monet, Jean-Frédéric Bazille, entre otros, que crearon sus piezas al aire libre.
La evocación de su tierra le ha motivado sus cuadros, en los cuales también ha narrado historias pictóricas, así como las costumbres y tradiciones de su gente cobran vida.
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