Dr. Jorge Antonio Ortega Gaytán
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Debido a la confusión entre los conceptos de pasado e historia, se hace necesario dejar claro desde el inicio que la historia es la percepción de alguien, mientras que incursionar a través de la investigación rigurosa permite llegar a los eventos que conforman el pasado, qué es lo que realmente sucedió, por lo que pretendo dejar en la mente del lector esas circunstancias que definen el presente y plantean los retos a futuro.
Cada nación tiene sus propias experiencias, realidades, circunstancias, coyunturas y eventos que dan pertenencia e identidad a los conciudadanos, y es por ello lo primordial de conocer nuestro pasado, recalcar las lecciones aprendidas, extrapolar los tiempos de prosperidad y los adversos. El futuro es incierto y trae sus retos.
Hoy se puede afirmar que el cambio es el común denominador de este milenio, pero el pasado nos define sin duda alguna.
La ironía de la vida es ¡nacer para morir! Pero mientras llega el día… se puede aportar a las nuevas generaciones lo que es vivir más de medio siglo en una Guatemala en conflicto que aún tiene dividida a la nación y atomizados los esfuerzos por consolidar un buen vivir para todos, con oportunidades dentro de una dinámica de desarrollo permanente y promisorio de frente al futuro mediato; esa Guatemala por la cual se trabaja con ahínco día a día.
Hacer ¡inmortal!, a nuestra querida Guatemala, sin excusas ni pretextos.
Es tiempo de construir los andamiajes que permitan consolidar un Estado moderno, con más de doscientos años de independencia nos sobran ejemplos; no se debe improvisar en el análisis, planificación y conducción de la nación, para ello se necesita visualizar el pasado reciente y diseñar una ruta hacia la prosperidad de los guatemaltecos sin excepción alguna, lo cual debería ser un objetivo nacional permanente (ONP).
Pero, para desarrollar este pensamiento se debe estudiar y entender el pasado dentro de su contexto, ¡ojo!, porque nada es para siempre… lo que era bueno hace medio siglo ahora es una atrocidad, la familia como base de la sociedad se ve complicada y en desuso, la Iglesia no vive su mejor momento, las instituciones educativas o de gobierno son desvalorizadas mediáticamente y pierden su legitimidad, en fin, dentro de esa crisis generalizada nacen las oportunidades.
El esfuerzo debe ser hoy, mañana posiblemente no se dé o no llegue, como está sucediendo en otras latitudes donde la iniciativa individual caducó debido a los cantos de ideologías trasnochadas, las rivalidades ancestrales religiosas, y los enconamientos históricos étnicos que tienen al mundo actual en la incertidumbre de la guerra con tendencia a expandirse a otras regiones y acercarnos a un apocalipsis nuclear, el crecimiento descontrolado de la humanidad que está provocando la escasez de espacio y de recursos.
Guatemala es privilegiada, se encuentra situada en un espacio geopolíticamente estratégico, somos el centro de América, con salida a los dos océanos, un clima espectacular, una cercanía al mercado más grande del mundo y, sobre todo, con los chapines emprendedores, serviciales, y tremendamente comprometidos con nuestras costumbres y tradiciones.
Es ahora o nunca que debemos centrar nuestros esfuerzos por construir la armonía, establecer metas en común, definir los objetivos a corto, mediano y largo plazo, que nos permitan enfrentar las incógnitas de ese porvenir de beneficio para todos, con bases sólidas que se puedan sostener a futuro, que podamos heredar a los hijos de nuestros hijos una patria próspera, grande y en paz, es el momento de pasar de los sueños a la realidad, hacer ¡inmortal!, a nuestra querida Guatemala, sin excusas ni pretextos. Es hora de aportar ideas y nuestro trabajo en beneficio de la nación guatemalteca.
