Guillermo Monsanto 

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Estos protagonistas, poco conocidos en el presente, son vitales en el desarrollo de las artes del país.  Aunque no fueron los únicos extranjeros en coincidir en Guatemala en ese momento específico, el ímpetu con el que emprendieron la renovación estilística en arquitectura y las artes visuales, los pone a la cabeza de un movimiento que encontraría sus mejores luces en artistas como Agustín Iriarte, Rafael Rodríguez Padilla, Hernán Martínez-Sobral, Rafael Yela Günther, Carlos y Emilio Valenti, Eduardo de la Riva, Alberto Aguilar Chacón, Federico Schafer y Carlos Mérida, entre otros. 

Las relaciones internacionales desarrolladas por estos contratistas abarcan desde México hasta el Perú e incluyen intervenciones arquitectónicas y urbanas en diferentes órdenes.  Su presencia en 1884 trabajando en el Cementerio General de Guatemala los vincula a los mejores monumentos funerarios de ese siglo y principios del siguiente.  Ejercicio que también abarcó otras necrópolis del interior. La relación directa con artistas activos en Pietra Santa, Génova, Carrara y Madrid, principalmente, los vincula a apellidos como Carrier-Belleuse, Nicoli, Froli, Barsanti, Piazza, Vertozzi, Pilli, Fabiani, Mur, Capurro, Galeotti, entre muchos cuya obra se localiza en distintos países incluida la república de Guatemala.  

Las relaciones internacionales desarrolladas por estos contratistas abarcan desde México hasta Perú.

Entre los monumentos más complejos diseñados por los Durini, en este caso Francisco quien también era escultor, se localizan el monumento ecuestre de Justo Rufino Barrios y el de Miguel García Granados.  La maqueta se realizó en Guatemala y luego fue ejecutada por Federico Lipi, Carlos Nicola y la estatua del general por Adriático Froli. Los datos sobre el segundo conjunto son un poco inciertos.  El diario La República anotó, el 28 de febrero de 1895, que la construcción de la obra de arte sería hecha exclusivamente por los artistas que trabajaban en el establecimiento de Durini. Cosa que puede indicar el uso de mano de obra local.  Se sabe, por referencias familiares, que la pieza llegó desarmada a Guatemala y al momento de consolidarla fue necesario traer de Carrara al escultor Andrés Galeotti que finalmente fue asesorado por el español Justo de Gandarias.  

En Centro América dejaron huella tanto en cementerios como en diferentes tipos de monumentos y edificios.  Entre los más bellos se encuentra el Teatro Nacional de Costa Rica.  En Guatemala recientemente fue destruido a martillazos el imponente conjunto funerario de doña Agripita Sánchez y, en Quetzaltenango, mutilados muchos majestuosos mausoleos más. Otra obra que ha sido modificada en el mal llamado beneficio del progreso es la Avenida de la Reforma (anterior Bulevar 30 de junio).  Hay mucho por investigar; entre ello, la participación de Lorenzo Durini en las mejoras al Teatro Municipal de Quetzaltenango.  No importa el departamento, adonde se vea, hay vestigios de lo que los Durini llegaron a Guatemala.    

La familia Durini y su trabajo, a partir del año 1884, es parte de la base que introdujo el interés por la modernidad.                        

Colaborador DCA