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COLUMNAS

Equivocado o no, mi país primero

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La frase original, en inglés, fue pronunciada por un ciudadano de los Estados Unidos de América “Right or wrong, my country first”, frase que en mucho explica la grandeza de ese gran país que se hizo y se sigue haciendo grande por la inmigración habida y por la fidelidad con sus principios, los principios fundacionales de aquellos que llegaron para trabajar y sobrevivir, ajenos a los yugos y dispuestos a ser libres, a creer y expresar su fe sin restricciones; a producir en su propio beneficio y a unirse con los demás para hacer frente con su esfuerzo equitativo a las necesidades colectivas.

Estados Unidos de América, con sus graves y visibles contradicciones, proclamados principios por sus fundadores, principios a los que muchos aspiraban pero contradecían con sus actos, igualdad entre todos tal la aspiración fundacional aunque George Washington, su primer Presidente, portaestandarte de la fundación, fuese, al mismo tiempo, propietario de esclavos.

Participante en varias guerras, cumplieron sus ciudadanos con el deber de pelearlas, un deber que persiste a su llamado.

Paladín, los Estados Unidos de América, del respeto por los derechos humanos, aunque recién ha superado las discriminaciones legales habidas en contra de su población de color, discriminaciones de las que aún quedan múltiples resabios.

Consagrados el debido proceso, la integridad personal y el habeas corpus –la institución humanista por antonomasia– en prisiones suyas como la que existe en la base de Guantánamo, resulta el debido proceso inexistente, se ha hecho uso de tortura y el habeas corpus ¡Increíble, pero cierto! le es inaplicable.

Como en toda civilización, existen en la estadounidense luces y sombras, muchos sus aciertos y muchos sus errores.

Gran preocupación por tantos derechos, ninguna o muy poca por el drama de la inmigración con todas sus tragedias de muerte, de iniquidad, de desarraigo.

Sincera la preocupación por la verdad entre los suyos, pero proclamada frente a estos e incluso frente al mundo, la mentira de aquellas armas químicas de Irak jamás habidas. Y, sin embargo, “Right or wrong, my country first”.

Es aquel un gran país y no se refieren sus ciudadanos a su país como “este” país, sino como SU país, el SUYO y cuyos intereses los SUYOS, se encuentran por encima de los intereses de los otros

El Presidente de los Estados Unidos de América –SU Presidente– Donald Trump –Presidente de todos– tomó la decisión de ejecutar lo ya decidido anteriormente por el parlamento de la Unión, SU Congreso

–Cámara de Representantes y Senado– decisión, en todo caso, en el ámbito de su competencia, Jefe de Estado electo por el pueblo: El traslado de la Embajada de los Estados Unidos de America de la Ciudad de Tel Aviv a Jerusalén, capital esta del Estado de Israel, asentados en ella, como en toda capital, la Jefatura de Estado y de Gobierno y como, en casi todos, el Parlamento y la Corte Suprema de Justicia.

Guatemala ha hecho lo propio y, así, el presidente de la República, Jimmy Morales, Jefe de Estado, también electo por el pueblo, Presidente de todos los Guatemaltecos, NUESTRO Presidente, en cuyas manos y las del Vicepresidente, se encuentra la formulación de nuestra política exterior cuya ejecución corresponde a la Canciller de la República decidió, también, el traslado de la nuestra, traslado que es congruente con nuestra tradición en la materia: Bienvenidos como han sido árabes y judíos, entre nosotros, nuestro Representante Permanente ante la Organización de las Naciones Unidas, Jorge García Granados, en 1947, adalid –dentro de la Comisión establecida– de la creación de dos Estados, uno judío y otro árabe, Jerusalén, ciudad que gozaría de una administración internacional para garantía de judíos musulmanes y cristianos.

Tal y como fue factótum Guatemala dentro de la Comisión citada, también lo fue del reconocimiento del Estado de Israel cuando este, en 1948, unilateralmente, proclamó su independencia, habiendo sido Guatemala uno de los primeros Estados en hacerlo.

Jorge García Granados fue nuestro primer embajador en Israel y la sede de nuestra embajada se encontró, originalmente, en Jerusalén, ciudad en donde estuvo hasta 1980, y a la que hoy ha vuelto a regresar.

¿Teníamos razón? ¿Tenía razón Guatemala –en 1947 y en 1948–, cuando promovió la creación del Estado de Israel, primero, y de inmediato le reconoció, ya constituido?

Hoy, más de ciento cincuenta estados tienen relaciones diplomáticas plenas con el Estado de Israel y tienen asentadas en este, casi todos, Misiones Diplomáticas permanentes –Embajadas– lo que ha venido a darnos la razón, teniéndolas plenas, incluso, Estados como la República Árabe de Egipto y el Reino Hachemita de Jordania.

No debe asustarnos, pues –si una vez más– somos los primeros.

La grave dificultad que persiste entre el Estado de Israel y la mayoría de los Estados Árabes, en algunos casos también con Estados musulmanes –musulmanes, pero no árabes– tal el caso de la República Islamica de Irán, es que no reconocen la existencia del Estado de Israel y el derecho mismo a su existencia, en algunos casos, por negarle la necesidad de fronteras seguras, negación que es del derecho de autodeterminación del pueblo israelí.

Existe, a la par, el drama del pueblo palestino, en su momento mayoritariamente árabe-cristiano o al menos a la par y, hoy, árabe-musulmán, mayoritario, población que como lo propuso la Comisión en 1947 y lo hizo propio la Asamblea, tiene igual derecho de existir como un Estado, el Estado de Palestina.

Es importante resaltar que la región de Palestina, Israel y Palestina no son ricos en recursos naturales, como el petróleo, recurso del que carecen y que el tema del conflicto y sus alianzas no es por su riqueza natural, el drama de otros.

“Right or wrong, my country first” y, así, el Presidente Trump ejecuta la decisión de su gobierno, le sigue. El pueblo de los Estados Unidos de América, su pueblo que errado, o no. Los Estados Unidos de América, primero: En este caso, además, en lo correcto.

Si a resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas se debiera, Israel a estas alturas ya no existiría, habiéndose debido enfrentar muchísimas veces, en solitario, a decisiones mayoritarias –casi unánimes– de la Organización que no por mayoritarias son correctas y acertadas. La Organización de las Naciones con el solo voto en contra de Guatemala, reconoció a Belice como Estado, en 1981, lo que no quiere decir que hayan estado en lo correcto, reconocimiento que debió haber incluido lo que Belice y Guatemala hemos debido corregir, posteriormente: la necesidad de ir a la Corte Internacional de Justicia para que esta conozca y decida sobre el reclamo legal de nuestros derechos (territoriales, insulares y marítimos).

Guatemala no es un “paísito”, ni es “este” país, sino NUESTRO país y debemos respetarlo tal y como debemos respetar a nuestro Jefe de Estado –representante que es de la unidad nacional– libremente electo por nosotros.

Guatemala, con quince millones de habitantes, casi cincuenta veces más que los que tiene Belice, cinco veces más que los que tiene la República Oriental de Uruguay, el triple de los que tienen Irlanda o Escocia; el doble que Suiza; más que Suecia, una cuarta parte de los que tiene Inglaterra, más que cualquier Estado de América Latina o el Caribe, tan solo atrás de Brasil, México, Argentina, Perú, Colombia y Venezuela –la misma que Chile– no es ningún paisito, ni cosa parecida, y bueno será que aprendamos a respetarnos nosotros mismos: jamás nuestra mano, mendigante.

Israel es toda una potencia tecnológica y ojalá sean muchas las cosas que, para mutuo beneficio, juntos, podamos emprender. Los Estados Unidos de América, gran potencia contra la cual los guatemaltecos jamás hemos tenido animadversión alguna, sino al contrario y que en mucho puede ayudarse y ayudarnos, coadyuvando a hacer entre nosotros un potente mercado con suficiente trabajo y suficiente capacidad de consumo: beneficio para ambos.

Otro de los países con los que nos une bastante más que lo formal, China, con sus dos expresiones políticas, la relación diplomática nuestra con la República de China Taiwán, conscientes de que sus dos expresiones constituyen algo que solo a China corresponde resolver.

En la relación entre nosotros más importante que la cooperación que pueda darnos, la relación de socios que deberíamos tener, la República de China, Taiwán, en 1950 con una renta per cápita, entonces, que era incluso inferior a la nuestra y otro tanto la República Popular China, a partir de finales del siglo pasado con un crecimiento impresionante, disputando la primacía mundial en el mercado.

Además de nuestra población, que constituye nuestra máxima riqueza –y más aún, el mestizaje que la nutre, étnica, idiomática y cultural– Guatemala se asienta en una cultura milenaria, en una cultura institucional varias veces centenaria y en una bicentenaria vida republicana, con luces y con sombras como ocurre con toda civilización y todo Estado.

Forjadores de una política exterior propia, política a la que tenemos derecho–hacemos expresión de esa política con el traslado de nuestra Embajada a la ciudad de Jerusalén, capital que es del Estado de Israel “Right or wrong, my country first”– en este caso, además, en lo correcto y debe existir, de todos los otros, absoluto respeto a nuestras decisiones soberanas tal y como nosotros respetamos las suyas, ningún complejo de superioridad pero tampoco de inferioridad entre nosotros.

El Presidente de la República representa la unidad nacional, electo por el pueblo y decide nuestra política exterior, política que es la expresión de la votación mayoritaria que legitima su mandato.

Hoy se encuentra en Jerusalén, invitado por el Estado de Israel, con su esposa y su familia con ocasión del regreso a Jerusalén de nuestra Misión diplomática, leal con sus convicciones y con las convicciones de sus electores, las que representa.

Estamos a ocho meses de que se convoque a elecciones generales (la última fecha para hacerlo será el domingo 20 de enero) y sería sano que, a estas alturas, comprendan ya los golpistas que el acceso al poder –en una democracia– se produce por la vía electoral y no por triquiñuelas jurídicas y que, si no se preparan desde ya para competir, habrán de seguir quejumbrosos, plañideros y patéticos, sin resultado alguno.

Si algo se tiene que decir y si se quiere obtener un mandato de gobierno, pues decirlo, pedirlo y obtenerlo: EN ELECCIONES

Acisclo Valladares Molina
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COLUMNAS

Buenas prácticas para mejorar la gestión pública (I)

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Israel Gómez Córdova
Jefe Departamento de Documentación y Divulgación
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En la búsqueda de un mejor y más eficiente servicio al ciudadano, la gestión pública constituye un paradigma de gestión, que combina los papeles de empresario y gerente. En este sentido, se plantea una modificación en el método de redistribución de los bienes y cargas esté orientada al ciudadano, posibilitando así, un auténtico reflejo de la inserción de la perspectiva privada dentro del sector público.

Esto implica, entre otras cuestiones, que la actual gestión pública se aproxima al sistema utilizado en las empresas privadas, en términos de búsqueda de una mejor eficiencia y eficacia del servicio que se presta, pues en ocasiones se cumple aquella paradoja de la implantación de la imagen del Gobierno, cuya idea es que el sector público esté en manos de funcionarios públicos dotados con un control activo, visible y discrecional sobre las instituciones.

Se anteponen los resultados a los procedimientos, y se enfatiza la importancia de la evaluación.

En este sentido se puede denominar neogerencia, desarrolla un diseño de objetivos por resultados, donde se formulan estándares explícitos y medidas de rendimiento, así como la definición de metas e indicadores de éxito, preferentemente expresados en términos cuantitativos.

Así, la responsabilidad es configurada con base en una declaración nítida de metas, de modo que se pone énfasis en los controles de resultados, en tanto que la asignación de recursos se asocia a medidas de rendimiento. Asimismo, se anteponen los resultados a los procedimientos, y se enfatiza la importancia de la evaluación y la eficiencia.

Así, al ser hoy la democracia un concepto supranacional, la sociedad civil, entendida como la sociedad organizada y ponderada de acuerdo con el poder que tienen los diversos grupos e individuos, se constata como avanza ese continuo requerimiento de atenciones del ciudadano sobre las administraciones e incluso sucede una crítica constante a las fórmulas de gestión de estas.

Desde este punto de vista, la sociedad es un factor importante para tener en cuenta en la gestión pública y en su efectividad y eficiencia, que a todas luces traspasa las fronteras nacionales y se configura desde nuevas agendas sociales, culturales, políticas y económicas cada vez más globales. Además, hay que tener muy en cuenta que aplicaban soluciones que hoy podrían ser perfectamente aceptadas, en materia de desarrollo de mejoras administrativas.

Continuará…

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Multilateralismo y cero desechos

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António Guterres

Secretario General de las Naciones Unidas

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Importancia del multilateralismo y la diplomacia para la paz. El 24 de abril de cada año se pone de manifiesto una verdad fundamental: ningún país puede resolver los problemas actuales por sí solo. 

El diálogo, la diplomacia y las soluciones multilaterales son el camino más seguro hacia un mundo en paz y más justo. 

Son ideales intemporales que cimientan la Carta de las Naciones Unidas (en vigencia desde el 24 de octubre de 1945) y que impulsan los esfuerzos mundiales para proteger los derechos humanos y así forjar paz, esperanza y prosperidad para todas las personas. 

No obstante, por todo el mundo hay conflictos, catástrofes climáticas, pobreza y desigualdades que plantean enormes obstáculos a la diplomacia y las soluciones multilaterales. La lucha por espacios altamente competitivos afecta el ambiente de colaboración; la implacable división acaba con el diálogo. 

El diálogo, la diplomacia y las soluciones multilaterales son el camino más seguro hacia un mundo en paz y más justo.

La diplomacia y el propio sistema multilateral se crearon precisamente para momentos como este. Debemos crear condiciones para un nuevo espíritu de cooperación global para reconstruir la confianza, reducir las divisiones confrontativas y orientar a la humanidad hacia la paz. 

La Cumbre del Futuro que tendrá lugar el próximo septiembre será una oportunidad decisiva para que los países encuentren soluciones en común. Con una Nueva Agenda de Paz que aborde los factores de conflicto de forma holística se puede ayudar a restablecer la fe en el sistema multilateral y en lo que podemos conseguir trabajando unidos. 

En este importante día, exhorto a los Gobiernos y a los dirigentes a que no escatimen esfuerzos para salvar las diferencias, renovar el diálogo y la confianza y hacer posible un futuro de paz. (Objetivo de Desarrollo Sostenible -ODS- 17: Revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo
Sostenible).

Hacia una cultura cero desechos.  Nuestro planeta se está ahogando en un torrente de basura. 

Cada año, la humanidad produce más de 2 mil millones de toneladas de residuos sólidos municipales. Alimentos podridos, botellas de plástico, aparatos electrónicos contaminados con productos químicos y un sinfín de cosas más se desechan sin tener en cuenta el agua, la tierra y el aire. 

Al descomponerse, la basura emite gases de efecto invernadero que se van hacia la atmósfera incrementando el calor al planeta, y también afectando la calidad del agua y del suelo, lo cual provoca enfermedades e incluso la muerte de personas en todo el mundo.  También es cierto que el consumo excesivo nos está matando. Tenemos que hacer algo.  

Desde el año pasado, la Junta Consultiva sobre Cero Desechos viene reuniendo a los asociados en torno a esta cuestión crítica y a lo que hay que hacer para conseguir que el ideal de cero desechos sea una realidad. 

Las empresas deben repensar sus productos a fin de minimizar el derroche de envases y maximizar la longevidad y el ciclo de vida de los productos. 

Los consumidores deben pensar dos veces antes de adquirir bienes y productos, y reciclar o reutilizar siempre que sea posible. 

Los gobiernos a todos los niveles deben crear economías circulares que aborden el agotamiento y la gestión de los recursos, e invertir en programas modernos de control de desechos basados en la reutilización, el reciclado, la recuperación y la prevención de la producción de desechos. 

Por su parte, la comunidad mundial debe unirse y trabajar por lograr un tratado jurídicamente vinculante para poner fin a la contaminación por plásticos. 

Cada 30 de marzo conmemoramos el día de Cero Desechos. Comprometámonos a poner fin al ciclo destructivo de los desechos, de una vez por todas. (Objetivo de Desarrollo Sostenible, ODS 12: Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles).

Colaborador DCA
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COLUMNAS

¿Es posible un mundo sin plásticos? (I)

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Andrea Cocchini 

Profesor de Derecho Internacional de la Universidad de Navarra

El 22 de abril, como cada año desde 1970, se celebra el Día Internacional de la Tierra, la jornada más importante dedicada a la protección del medioambiente. En esta ocasión, la organización Earth Day ha elegido el lema Planeta versus plástico. El movimiento tiene como aspiración “reducir en un 60 por ciento la producción de plásticos de aquí a 2040 para construir un futuro sin plásticos para las generaciones venideras”.

Durante el Día de la Tierra de este año, todas las iniciativas estuevieron  enfocadas a informar y sensibilizar a la opinión pública sobre los perjuicios que la contaminación plástica supone para la salud humana, la biodiversidad y el medio ambiente y sobre las medidas necesarias para atajar el problema.

Todas las iniciativas estuvieron enfocadas a informar y sensibilizar a la opinión pública. 

Entre ellas, la Earth Day menciona la necesidad de impulsar con urgencia la adopción del futuro tratado contra el plástico, incluido en el Programa para el Medio Ambiente de las Naciones Unidas y que se está trabajando con los estados desde 2022 en el Comité Intergubernamental de Negociación sobre la Contaminación por Plásticos (INC, por sus siglas en inglés).

Al margen de que se prevea finalizar un tratado dentro de 2024, es muy probable que el acuerdo que resulte de las negociaciones no esté a la altura del ambicioso objetivo que se proponen los promotores del Día de la Tierra.

Se prevé que la producción mundial de termoplásticos ascenderá a 445.25 millones de toneladas en 2025 y que los volúmenes anuales de producción seguirán aumentando en las próximas décadas hasta alcanzar aproximadamente los 590 millones de toneladas en 2050. Esto supondría un incremento de más del 30 por ciento con respecto a 2025.

Colaborador DCA
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