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COLUMNAS

En torno a la persuasión y el poder de la imagen (I)

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Ricardo Fernández Gracia 

Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro

Los grandes iconos devocionales de Navarra, al igual que los de otras
regiones, se dotaron durante el Renacimiento y el Barroco, de elementos que acrecentaban el misterio, la sorpresa y la suntuosidad, con ricas hornacinas, camarines y ostentosas peanas, que acentuaban una temerosa distancia con lo sagrado, a la vez que una persuasiva contemplación.

A ello se ha de añadir algún elemento medieval, como las cortinillas y armarios o tabernáculos para velar-desvelar, que lejos de desaparecer, se hicieron especialmente presentes. La mayor parte de las peanas exentas para asentar las venerandas imágenes se hicieron en madera policromada.

En el siglo XVI, especialmente, en la ciudad de Tudela y en el contexto de una notable procesión del Corpus, en la que participaban los bustos relicarios de las grandes devociones parroquiales, se hicieron algunas peanas de gran aparato, con dos o tres cuerpos, como las de San Esteban, Santa Lucía, Santa Ana y Santa Catalina.

Los orfebres pamploneses presentaron dos fiadores, y Casanova hizo lo propio con otros dos.

A la etapa barroca pertenecen las de San Joaquín de Pamplona, la Virgen de las Maravillas de Recoletas, la Virgen de Araceli de Corella o san Gregorio Ostiense.

Sin embargo, las imágenes con más culto contaron con peanas argénteas, entre las que se encuentran las de las Vírgenes del Sagrario y del Camino de Pamplona, Nuestra Señora de Roncesvalles o San Nicolás de su parroquia en la capital navarra.

En la mayor parte de los casos, aquellas peanas servían para acoplarse a las andas procesionales, pudiendo resplandecer en las calles y plazas con motivo de ostentosas fiestas. La peana argéntea de San Fermín y su diseño.

A este último conjunto pertenece la de San Fermín. Se trata de la más suntuosa de todas las de plata. Forma parte inseparable del busto relicario del santo, forrado de plata en sendas ocasiones, 1530 y 1687. En 1572 se agregó al busto la gran teca argéntea para su reliquia, obra del platero Hernando de Oñate.

La realización de la peana corrió a cargo del platero pamplonés Antonio Ripando, en 1736, aunque su diseño fue obra de Carlos Casanova. Posteriormente, en 1787, se determinó suprimir los ocho angelotes de plata, muy pesados, sustituyéndolos por los actuales, de bronce y dorados al fuego.

La pieza presenta un movido diseño con perfiles cóncavo-convexos, y luce relieves con escenas alusivas al martirio del santo y las armas de la ciudad.

La historia del proyecto comenzó el 12 de octubre de 1735, cuando el ayuntamiento de la capital navarra advirtió que, entre el dinero perteneciente a la capilla del santo, había unos 2 mil 800 pesos, procedentes de las dádivas del virrey don José Armendáriz.

Los regidores estimaron que “lo que más precisa hacerse en la capilla del Glorioso Santo Patrón para su mayor ornato es la peana de plata del santo sacándose para ello el diseño o diseños que fueren necesarios”.

En noviembre de 1735, las autoridades municipales aceptaron el ofrecimiento de Carlos Casanova, entonces residente en Pamplona para hacer la “traza o modelo” y, en su caso, también la pieza.

A los pocos días, ya en diciembre del mismo año, los plateros pamploneses Juan Antonio Hernández y José de Yábar, enterados de que Casanova había presentado proyecto, se ofrecieron a hacer la peana con el mismo u otros dibujos que ellos habían elaborado, poniendo por plazo el mes de junio de 1736 y otras condiciones de peso y ornato.

Casanova contestó con otro memorial, concretando algunos aspectos relativos al grosor de la plata, que sería distinto en las diferentes partes de la pieza, en razón de su ubicación y de tener que incorporar el ornato de bichas, chicotes, fruteros y tarjetas.

Los orfebres pamploneses presentaron dos fiadores y Casanova hizo lo propio con otros dos: el veedor de obras del obispado Juan Antonio San Juan y el escribano Joaquín Serrano, tasador de los Tribunales Reales.

  Continuará… 

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Premios por trayectoria y aportes al arte guatemalteco

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Fernando Soto, 

Director de Fomento de las Artes, Ministerio de Cultura y Deportes 

[email protected]

Guatemaltecos, cuyos nombres han trascendido las fronteras de nuestro país por su valor artístico, forman una constelación de estrellas en el firmamento del arte nacional. Nombres como Joaquín Orellana, Carlos Mérida, Efraín Recinos o Miguel Ángel Asturias, son algunas de estas figuras del arte nacional que dan renombre a Guatemala en el universo artístico. 

El Estado de Guatemala, por medio del Ministerio de Cultura y Deportes, constitucionalmente tiene la obligación primordial de proteger, fomentar y divulgar la cultura nacional y, anualmente, reconoce a los artistas por medio de la entrega de los Premios por Trayectoria y Aportes al Desarrollo del Arte.

El Estado tiene la obligaciòn de proteger, fomentar y divulgar la cultura nacional.

Marimba, teatro, danza, música, artes visuales y artes circenses son las disciplinas en las que se premia a mujeres y hombres guatemaltecos dedicados al arte nacional, enalteciendo, reconociendo y valorando a las y los guatemaltecos dedicados al quehacer artístico nacional.

Durante el año se entregan los premios a los artistas en cada una de las disciplinas en las que han destacado, contribuyendo al desarrollo del arte, ya sea por medio de la docencia, la proyección de su arte como destacado intérprete, o la labor  creadora de obras artísticas, fruto de años de dedicación y esfuerzo, sirviendo como ejemplo a las nuevas generaciones de niños y jóvenes que inician o se están formando en el arte y, a la vez, proyectando su obra creadora a la sociedad guatemalteca, dejando un legado artístico que muestra  la grandeza del arte a nivel nacional e internacional.

Educadores que transmiten a las nuevas generaciones su conocimiento y experiencia en las escuelas de arte, conservatorios o academias comunitarias que existen en el territorio nacional;  dramaturgos, compositores y coreógrafos que  plasman en su obra historias y vidas, paisajes sonoros, lenguajes corporales cadenciosos con el fin de transmitir una idea, un momento, un mensaje, un recuerdo o una realidad; músicos, actrices y actores, bailarinas y bailarines, escultores y pintores, payasos, acróbatas y magos que han dejado su vida en las tablas, en teatros, en galerías, en parques, iglesias, edificios, en festivales o en donde se pueda hacer un escenario o montar una exposición y presentar ante un público diverso y colorido el fruto de la obra creadora
individual o colectiva.

Mientras sigamos reconociendo y valorando a nuestros artistas, seguiremos llenando de estrellas el firmamento artístico de nuestra Guatemala.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

La crisis de la verdad: deepfakes y desinformación

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El Informe sobre Riesgos Globales 2024 del Foro Económico Mundial destaca las principales amenazas que enfrentará el mundo. Entre las más urgentes para los próximos dos años se encuentran la desinformación, los fenómenos meteorológicos extremos, la polarización social, ciberataques y los conflictos armados. 

La desinformación, entendida como información falsa difundida sin intención y como aquella creada deliberadamente para engañar, destaca como una de las amenazas más preocupantes. Dentro de este fenómeno, se incluyen las deepfakes: videos o audios generados con inteligencia artificial que imitan a personas reales diciendo o haciendo cosas que nunca ocurrieron.

No se trata solo de una amenaza tecnológica, sino también de un reto cultural.

Estas herramientas, que utilizan modelos de aprendizaje profundo para crear contenido casi indistinguible de la realidad, están ahora al alcance de cualquiera con acceso a un software básico, convirtiéndose en una poderosa arma de manipulación.

En un país como Guatemala, donde persiste la polarización política y la desconfianza en las instituciones, las deepfakes representan un riesgo enorme.

La rapidez con la que se difunde la información a través de plataformas como Facebook, WhatsApp o TikTok, sumada a la tendencia de la población a consumir información superficial sin verificarla, crea un terreno fértil para el éxito de este tipo de
manipulaciones.

Crear un deepfake no requiere de equipos sofisticados; basta con programas accesibles y suficiente material visual de la persona que se desea imitar. Casi cualquiera con intenciones maliciosas puede producir contenido para difamar a figuras públicas, marcas o influir en decisiones políticas y sociales. En un país donde muchos ciudadanos se quedan en la superficie de lo que ven o escuchan, las consecuencias  pueden ser tremendas.

Vivimos en una era de sobrecarga de información y contenido instantáneo, donde la veracidad de los hechos importa menos que las emociones que estos generan.  

Campañas de desprestigio y contenidos falsos no solo capturan la atención del público y manipulan sus percepciones, sino que también distorsionan la verdad y alimentan la polarización social, aumentando el clima de desconfianza.

A nivel global, estudios como los del MIT han demostrado que las noticias falsas y los deepfakes, se difunden más rápido y llegan más lejos que las noticias verdaderas, especialmente en el ámbito político. Esto se debe a su novedad, apariencia y a su capacidad de generar emociones fuertes como miedo, disgusto y sorpresa, haciéndolas más propensas a ser compartidas en redes sociales.  

No se trata solo de una amenaza tecnológica, sino también de un reto cultural. Las redes sociales, que surgieron como espacios para la libre expresión, hoy pueden adormecer el razonamiento crítico, convirtiendo a los usuarios en presa fácil de la manipulación. En lugar de profundizar y cuestionar, muchos se quedan en la superficie de los titulares y contenidos virales, adoptando posturas emocionales antes que basadas en hechos.

Como ciudadanos, tenemos una gran responsabilidad ante esta amenaza. No debemos consumir toda la información que nos llega sin cuestionarla. Necesitamos practicar un escepticismo saludable, fomentar la alfabetización mediática, la cultura de verificación y análisis crítico educándonos para identificar y combatir la desinformación.

Si no aprendemos a discernir entre la verdad y la manipulación, seguiremos siendo vulnerables y presas fáciles. Solo con una ciudadanía informada y crítica podremos proteger nuestro derecho a tomar decisiones .

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Un compromiso municipal con la discapacidad

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Unidad de Comunicación y Relaciones Públicas
CONADI, Guatemala.

En Guatemala, se estima que 1,025,465 personas viven con al menos una dificultad, lo que equivale al 9.53% de la población total. Durante muchos años, las personas con discapacidad en nuestras comunidades han sido olvidadas y excluidas de diversos ámbitos sociales.

Este es un tema de preocupación para el Comité de Expertos de las Naciones Unidas, que, desde la ratificación de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad en Guatemala, ha emitido 83 observaciones y recomendaciones al Estado guatemalteco.

Las OMD representan el enlace entre las personas con discapacidad y las entidades municipales.

Para cumplir con estas recomendaciones el CONADI, cuenta con el Departamento de Servicio Nacional de Discapacidad. A través de sus delegados departamentales trabaja con organizaciones e instituciones dedicadas a las personas con discapacidad.

El objetivo es influir en la voluntad política de las autoridades para que integren la temática de discapacidad en los Planes, Programas, Proyectos y Políticas municipales.

En seguimiento a este mandato, CONADI colabora activamente en la Comisión Departamental de Discapacidad (CODEDIS) y con la Comisión Municipal de Discapacidad (COMUDIS); y a partir de la publicación del Acuerdo Gubernativo 137-23024, el pasado 2 de septiembre en el Diario Oficial, el CONADI podrá participar con voz y voto en los Consejos Departamentales de Desarrollo Urbano (CODEDES).

Estos esfuerzos buscan fomentar la participación ciudadana y crear espacios específicos para la instalación de Oficinas Municipales de Discapacidad en los municipios del país.

Hasta la fecha, se han establecido 131 Oficinas Municipales de Discapacidad (OMD) y 2 Direcciones Municipales de Discapacidad (DMD), que sirven como enlace directo entre las personas con discapacidad y sus familias en cada municipio.

Las aperturas más recientes incluyen las oficinas de Santa Catarina Mita, Jutiapa; Melchor de Mencos, Petén; Samayac, Suchitepéquez, San Rafael las Flores, Santa Rosa; Olopa y Quezaltepeque en Chiquimula; así como en Jocotenango y Pastores en Sacatepéquez.

Colaborador DCA
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