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COLUMNAS

El(la) jefe(a) de Gabinete

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Por: Ramiro Mendoza

Decano Facultad de Derecho

 

En la vereda estatal, los recursos a fin de cuentas son de todos o, en la realidad, quizás no son de nadie.

A propósito del reciente cambio de Gabinete, lejos de las evaluaciones, explicaciones o conspiraciones que muchos expresan por vía de comentarios, entrevistas o columnas, resultó interesante para enterarnos de que una de las autoridades salientes tuvo en los cinco meses del ejercicio de su cargo cuatro jefes de Gabinete, todos profesionales y que han recibido remuneraciones importantes por el ejercicio de sus funciones.

La noticia, que salvo las tesis y especulaciones que muchos levantarán para explicar las dificultades de la autoridad o la complejidad de la cartera que dirigía, puede servir para formular como reflexión pública algo que debiéramos mirar con sumo cuidado, y que se refiere a relevar al escrutinio ciudadano acerca de la existencia y pertinencia de los jefes de Gabinete, preguntándonos quiénes son, para qué están, cuándo deben estar y si corresponde que estén.

Como nuestra literatura jurídica administrativa nacional no tiene mucho de donde asirse, podemos acudir a la tradicional Real Academia de la Lengua, cuyo diccionario en una de las acepciones nos señala que “Gabinete es la oficina de un organismo encargada de atender determinados asuntos. Gabinete particular del ministro. Gabinete de Prensa”. A su turno, el otro diccionario, el de Internet, que todos usan, incluso para legislar, nos dice que “el jefe de Gabinete es un cargo que ocupan ciertas personas de confianza de las autoridades, que tiene como fin reunir toda la información necesaria para el desempeño de la autoridad. Entre sus funciones está recaudar información a los encargados de comunicaciones, recibir las visitas, configurar las pautas y agendas. En el servicio público, estos realizan operaciones de índole política y se encargan de resolver conflictos que estiman de baja importancia para sus superiores. Su rol es de extrema confianza de la autoridad principal. Debe manejar todos los antecedentes para trabajarlos con las áreas que determine la jerarquía (otros organismos, equipo de desarrollo, equipo de comunicaciones, etc.). Su permanencia en la repartición está supeditada a la permanencia de la autoridad que lo nombró en esas funciones”.

De lo señalado podemos aventurar que una definición razonada apunta a concebir que esta función, colaborativa de una autoridad, requiere al menos que quienes pueden necesitar de este rol sean autoridades; es decir, dispongan de mando y resuelvan asuntos superiores de una organización, lo que admite al menos que quienes resultan atribuidos con potestad, mando y dirección superior de alguna organización compleja pueden acudir a un servidor leal (término que se vincula con la confianza personal) que coordine con el resto del Estado las funciones de su jefe y exprese las definiciones jerárquicas de tal autoridad en la vía interna de la organización, a efectos de que la voluntad de este superior permee e impregne la porosidad de acatamiento de todos en el respectivo servicio. Por lo dicho, solo algunas autoridades pueden, razonable y legalmente, disponer de este arbitrio colaborativo.

 

Esta excepcionalidad es también evidente cuando se examinan las plantas de los servicios, que muy raramente establecen este cargo en sus respectivas leyes. De ahí que muchos de estos servidores reciben el ejercicio de esta función mediante encargos especiales, sirviendo en calidad de contratas, y asignándoseles normalmente remuneraciones excesivas y plenas de asignaciones críticas que terminan multiplicando aquellas. Solo en la Ley del Lobby se reconoce la existencia de estos como sujetos pasivos de esta, sin que dicho cuerpo aventure una definición de tal posición. En otros países, como Argentina, desde 1994 existe incluso a nivel constitucional la Jefatura de Gabinete de Ministros, como un cargo ministerial de la República Argentina, y es desempeñado por un jefe de Gabinete.

Pero admitiendo que dicha función es explicable por las razones consignadas, lo que carece de racionalidad es la expansión indiscriminada de tal actividad que, al final, se ha terminado usando para destacar el pelaje administrativo de cualquiera que detente alguna jerarquía, incluso mínima, en las organizaciones. Así, hay jefes de Gabinete -con independencia del género de la autoridad- de directores nacionales, de jefes de división, directores regionales de servicios nacionales, seremis, gobernadores, alcaldes, directores de obras, directores de tránsito, intendentes, gobernadores regionales, rectores y decanos de universidades estatales, superintendentes, etc. A lo que se agrega, como es evidente, un conjunto extraordinario de granjerías para aquellos, que al menos parten con el celular pagado por la entidad, hasta que en casos más temerarios y huyendo de la Contraloría, terminan usando vehículo fiscal, a diestra y siniestra, con el consiguiente gasto fiscal que ello asocia.

Si fuera una actividad tan indispensable, puede ser necesario preguntarse por qué esta práctica es exclusiva y costosamente estatal, y no ha permeado ni siquiera en las universidades privadas. Ninguna empresa, hasta donde tengo conocimiento, tiene jefe de Gabinete del gerente o de quien preside el directorio, puesto que las labores de coordinación, interna o externa, difusión interna e interrelaciones son asumidas personalmente por quien ejerce la jefatura o, en su caso, por administrativos (secretarias o secretarios) empoderados y eficientes que resguardan el cuidado de los recursos de quienes son individual o colectivamente dueños.

No será esa la razón que explica la ausencia de esta función en el modelo de las empresas; en ellas -normalmente- se cuidan los recursos del o los dueños, mientras que, en la vereda estatal, los recursos a fin de cuentas son de todos o, en la realidad, quizás no son de nadie.

Universidad Adolfo Ibañez
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COLUMNAS

Por una cultura laboral segura y saludable

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Consejo Editorial Conadi

Hace ya 21 años que el 28 de abril se marca en nuestros calendarios como el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo. Esta fecha no solo nos recuerda la importancia vital de promover entornos laborales seguros, saludables y dignos, sino que también nos invita a rendir homenaje a todas aquellas personas que han sido víctimas de accidentes laborales y enfermedades profesionales.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define la Seguridad y Salud en el Trabajo (SST) como una disciplina dedicada a prevenir lesiones y enfermedades laborales, así como a proteger y promover la salud de los trabajadores.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, las cifras son alarmantes: Según análisis de la OIT casi 3 millones de personas mueren por accidentes y enfermedades relacionadas con el trabajo; además, calcula que 395 millones de trabajadores en todo el mundo sufrieron lesiones laborales no mortales; entre estos, un porcentaje significativo termina con alguna discapacidad.

A pesar de los esfuerzos, las cifras son alarmantes.

Según el Banco Mundial, aproximadamente el 15 por ciento de la población mundial vive con algún tipo de discapacidad.

Además de los riesgos físicos, también debemos considerar los desafíos relacionados con la salud mental en el ámbito laboral.

La ansiedad, el estrés y otros problemas de salud mental no solo afectan al individuo, sino que también impactan negativamente en la productividad empresarial.

En Guatemala, el Ministerio de Trabajo y Previsión Social (Mintrab) y el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) tienen a su cargo, en forma coordinada, el control y vigilancia de la salud y seguridad; esto, para garantizar entornos laborales seguros y saludables.

Según el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), en nuestro país se registran 200 accidentes laborales diarios, siendo los sectores más peligrosos la agricultura, los servicios y la industria.

El Consejo Nacional para la Atención de las Personas con Discapacidad hace el llamado para que las empresas asuman su responsabilidad y prioricen la seguridad de sus trabajadores.

Invertir en la prevención de accidentes laborales y en la inclusión de personas con discapacidad en el lugar de trabajo no solo mejora la moral y la productividad, sino también fomenta la diversidad en la fuerza laboral. Además, es crucial garantizar el cumplimiento de las leyes y regulaciones que protegen a los trabajadores en la prevención de accidentes laborales en nuestro país.

En este Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, hagamos un compromiso conjunto para crear una cultura laboral donde la seguridad y la salud de los trabajadores sean prioridades indiscutibles. Juntos, podemos construir un futuro laboral más seguro, saludable y equitativo para todos.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Zolic, el rediseño de una marca de 51 años

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Ing. Byron Gaitán, Gerente General Zolic

[email protected]

Con más de medio siglo de trayectoria la Zona Libre de Industria y Comercio Santo Tomás de Castilla (Zolic), ha experimentado una evolución sólida en la consecución de sus objetivos.

En la etapa más reciente, el compromiso de su Junta Directiva, Gerencia y Sub-Gerencia ha sido fundamental para impulsar estratégicamente la atracción de nuevas inversiones y el crecimiento económico del país. 

La institución ha sido un pilar en la historia de Guatemala, contribuyendo al desarrollo del empleo y la economía nacional. Es así como desde 2021, se estableció una estrategia de reposicionamiento de marca, destacando entre sus acciones el rediseño del logotipo, que otorga un espacio para la innovación y la evolución de la institución desde su imagen visual.

La esencia y el propósito primordial de Zolic desde su fundación en 1973 han sido la promoción de la inversión nacional y extranjera para impulsar el desarrollo, la productividad y el empleo, en línea con su Ley Constitutiva el Decreto 22-73 del Congreso de la República y sus reformas posteriores en el Decreto 30-2008.

El logotipo anterior fue utilizado como sello distintivo de la institución desde el 2012.

La historia de la institución se entrelaza con la identidad arraigada de la Zona Libre de Industria y Comercio “Santo Tomás de Castilla”, conocida generalmente como Zolic por usuarios, público en general y trabajadores, quienes han sido testigos de su evolución a lo largo de los años.

Desde sus inicios, situada junto al principal puerto en el Atlántico guatemalteco, en Puerto Barrios, Izabal; los primeros logotipos de Zolic evocaban el sol, el mar e incluso una gaviota, reflejando su ubicación privilegiada y buscando hacer referencia de su conexión con el comercio
marítimo.

Sin embargo, en la historia de Zolic su Ley Orgánica ha tenido varias reformas, siendo una de las más significativas la de 2008. Con la cual la institución se ampliaría en capacidades, convirtiéndose en la fuerza impulsora detrás de lo que ahora conocemos como Zonas de Desarrollo Económico Especiales Públicas (ZDEEP), autorizando y habilitando nuevas Zonas Libres para el crecimiento económico, en todas las regiones del país.

El logotipo anterior fue utilizado como sello distintivo de la institución desde 2012, y si bien era reconocible por su nombre solo aprovechaba un 7 por ciento el potencial de la marca, en el nuevo rediseño Zolic ocupa el lugar central y dominante representando el 100 por ciento de la composición gráfica.

Esta decisión refuerza el posicionamiento de la marca y la hace más memorable para el público, la marca tiene colores corporativos que reflejan confianza y estabilidad y aseguran una consistencia visual, con tipografías legibles y modernas que reflejan profesionalidad y seriedad.

Hoy, el logotipo de Zolic, tiene un diseño conformado por un rectángulo vertical en color azul oscuro con cortes ondulares; en la parte inferior, en medio esta la palabra Zolic en letras especiales en color azul oscuro, sobre la palabra Zolic, figura una línea ondulada en color celeste con un punto rojo y debajo de la palabra Zolic, se encuentran las palabras zona libre de industria y comercio en letras especiales en color azul oscuro subrayado con línea en color rojo. Abajo del subrayado rojo se encuentran las palabras Santo Tomás de Castilla en letras especiales en color gris claro.

El nuevo diseño de marca de Zolic se da en un tiempo importante de cambio en su historia, consolidando su posición en el mercado guatemalteco y preparando a la institución para enfrentar los desafíos del comercio internacional y el nearshoring.

Con un logotipo limpio y claro, colores corporativos distintivos y tipografías cuidadosamente seleccionadas, Zolic se posiciona como el líder en su sector, rigiendo la autorización y habilitación de las Zonas de Desarrollo Económico Especiales Públicas (ZDEEP), lo que se traduce en contribución a la reactivación económica y social de un nuevo país para todos.  

Colaborador DCA
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COLUMNAS

¿Woke qué, woke quién?

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Miriam Jerade

Profesora Asistente Facultad de Artes Liberales

Lo tragicómico del libro de Susan Neiman, La izquierda no es Woke es que si bien su autora afirma haberlo escrito para salvar a la izquierda, solo le habla a los prejuicios del ala reaccionaria y conservadora.

En el libro, Susan Neiman sostiene que la izquierda intercambió la igualdad social por la reivindicación identitaria. Neiman jamás define woke.

El término que se originó en la comunidad afroamericana para estar atentos, ha degenerado en un insulto.

Políticos conservadores como Ron DeSantis lo usan contra el activismo medioambiental, derechos sexuales o ser vegano; posiciones escasamente comparables en su valoración social o poder. Tampoco es claro el referente: ¿woke quién? ¿Se refiere a su vecina que le pidió llamarla con otro pronombre o a todas las luchas contra el sexismo?

¿Qué se le achaca a la izquierda (si es que existe la izquierda)? Que perdió su vocación universalista que buscaba la igualdad.

Es falso que la izquierda abandonó las luchas por la igualdad social.

Es cierto que habiendo conquistado una mayor igualdad formal, cierta izquierda ha señalado injusticias estructurales que algunos grupos sociales padecen.

Esto que la autora interpreta como pura victimización es una lucha por la justicia de aquellos que tienden a ser aún más explotados o marginados en el mundo laboral, tienen menos capacidad de decisión o padecen violencias sistemáticas.

Cuando los conservadores contraponen al lema Black Lives Matter una fórmula universalista como All Lives Matter, están caricaturizando la demanda y lo hacen con una ignorancia porfiada que desconoce que es más probable recibir violencia policial cuando se es negro en los Estados Unidos.

Extrañamente, grupos conservadores los defensores de la familia tradicional, por ejemplo; rara vez se tildan como identitarios.

Otra confusión que alimenta el libro es que las identidades son tratadas como intereses, o peor aún, sensibilidades. Indígena u homosexual no describirían nada más que distintos grupos de interés (parciales, además).

De ahí que según ella la izquierda dejó el universalismo ilustrado por intereses particularistas escépticos del progreso. Como si no hubiese progreso moral en el combate al racismo o al sexismo y en la conquista de derechos.

La idea de que la izquierda abandonó la redistribución por el reconocimiento ha sido muy discutida. A nuestro parecer, se trata de una falsa dicotomía, pues la distribución material está estrechamente relacionada con el reconocimiento. 

                  Continuará… 

Colaborador DCA
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