Pasará a la historia política de aquel país como jamás se lo imaginó.
Dejo momentáneamente de lado mi descripción de las “abandonadas del barrio”, para referirme al evento electoral de los
Estados Unidos. A partir de algunos datos encontrados en las páginas del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IIDEA, por sus siglas en inglés), estimo oportuno expresar mi vaticinio.
En los últimos 11 comicios para definir cuerpos electorales para las elecciones presidenciales, de 1974 a 2012, los norteamericanos eligieron a 7 presidentes; 4 de ellos republicanos (Gerald Ford, el 38, quien sucedió al defenestrado Richard Nixon; Ronald Reagan, el 40, reelecto; George Bush padre, el 41, y George W. Bush, el 43). Eligieron también a los demócratas James Carter, el 39; Bill Clinton, el 42, reelecto; Barack Obama, el 44, también reelecto.
Como se puede apreciar, en 38 años, únicamente los republicanos se han transmitido el mando entre sí. La participación electoral con mayor asistencia fue en 1992, cuando se eligió por primera vez a Clinton, con una asistencia del 78.02 por ciento y obtuvo el 55.09 por ciento de votos a favor; el segundo lugar se lo lleva otro demócrata, Carter, con una asistencia a las urnas del 77.64 por ciento y 53.55 por ciento de votos a favor. El punto más bajo fue en 1974 con una asistencia del 58.15 por ciento y con 38.23 por ciento de votos a favor de Ford (el primer republicano de esta lista).
El rol en el contexto mundial de los Estados Unidos de América es un importante factor en la toma de decisiones de ese electorado. Así, en las 2 elecciones en las que fuera electo Ronald Reagan, alcanzó una asistencia a las urnas del 76.53 por ciento y del 74.63 por ciento, con votos a su favor en el orden del 52.56 y 53.11 por ciento, respectivamente. George W. Bush provocó más asistencia en su reelección que en su primera elección, a razón de 68.75 y 55.31 por ciento de votos a favor, versus 63.76 por ciento con un 47.35 por ciento de votos a favor.
La influencia de los medios de comunicación social allá como aquí es notoria, pero más aún, es determinante. Por ello, las caídas en los sondeos del ahora candidato republicano, Donald Trump, son a quien le tienen al borde de la más estrepitosa derrota electoral jamás ocurrida en aquel país. Además, la gestión de algunos medios por derrumbar crecientes simpatías de la candidata demócrata Hillary Clinton y su presunta vinculación con el Estado Islámico, no hará más que consolidar esa postulación. Los otros dos aspirantes, Gary Johnson y William Weld, por el Partido Libertario, y Jill Stein y Ajamú Baraka, nominados por el Partido Verde, apuesto 20 a 1 a que muchos de los apreciables lectores hasta ahora se dan por enterados de esos otros binomios, no tienen posibilidad alguna.
En consecuencia, parece que aun con toda la millonaria compra de delegados republicanos, el conservador Trump pasará a la historia electoral como jamás se lo imaginó, y no es precisamente de manera agradable para él y sus seguidores. En adición, la concurrencia a las urnas podría llegar a ser una de las más bajas en la historia reciente.
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