Frank Gálvez
Locutor y periodista
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Hay seres humanos que solo cuando trabajan están en paz consigo mismos. Para ellos laborar es una experiencia profunda y satisfactoria que trasciende la mera realización de tareas, pues han encontrado alegría en el proceso de aceptar desafíos y esforzarse por alcanzar la excelencia en todo lo que crean.
Cuando se ama lo que se hace, ya no se siente como una tarea, sino que se convierte en una parte integral de nuestra identidad. Esta pasión alimenta nuestra creatividad, perseverancia y dedicación, lo que nos permite superar los límites y alcanzar la grandeza. Aunque actualmente contados individuos lleguen a tener esta perspectiva, es reconfortante saber que aún existen vidas así.
”Nunca soñé con el éxito. Trabajé para conseguirlo“
(Estée Lauder).
El filósofo madrileño José Ortega y Gasset afirmó decisivamente al respecto que “la humanidad está dividida en dos clases de personas: Las boyas y las selectas. Las primeras son las que se dejan arrastrar por el mar de la vida y las segundas son las que provocan los acontecimientos”.
Amar el trabajo a menudo lleva a un profundo sentido de propósito. Esta pasión no solo impulsa el éxito personal, sino que también inspira a quienes nos rodean, creando un entorno positivo y productivo. Fomenta la colaboración, la innovación y un compromiso compartido con la excelencia, ávido por contribuir y marcar la diferencia.
Además, cuando se ama lo que se hace, los reveses se convierten en oportunidades de aprendizaje en lugar de fracasos. Se abordan los problemas con una mentalidad de crecimiento.
Esta resiliencia es clave para el triunfo y la realización a largo plazo. Amar el trabajo no significa que cada momento sea fácil, pero sí significa que los desafíos valen la pena porque se alinean con nuestros valores y aspiraciones.
En conclusión, es hallar sentido, satisfacción y alegría en los esfuerzos diarios, para así construir una carrera que resuene con quiénes somos y en lo que creemos. Cuando amamos nuestra profesión, no solo logramos más, sino que también vivimos una vida más rica colmada de legado.