Dr. Jorge Antonio
Ortega G. [email protected]
El tiempo siempre ha sido objeto de revisión constante, de hecho, la Biblia es clara al afirmar que hay tiempo para la paz, para la guerra, para el amor, para llorar, en fin, para todo y para todos. Hoy toca analizar el pasado para entender el presente y proyectarnos hacia el futuro, lo cual es necesario para asegurar el porvenir de las próximas generaciones de guatemaltecos.
Uno de los problemas más complejos es la administración del tiempo disponible, en el día a día y como proyecto de vida. La observación de los hombres y mujeres exitosos se debe a que logran un alto rendimiento del uso del tiempo.
Entrando en materia, la mayoría de las publicaciones que tratan sobre la gestión del tiempo en su concepto más amplio, enseñan que, para organizar el tiempo se necesita tener la construcción virtual de un clóset, y poner la mayor cantidad de cosas en el menor espacio posible, ¿este es el secreto? Pero, cuidado, esto no significa apretar el tiempo ni mucho menos se aconseja vivir a contrarreloj, sino todo lo contrario.
La idea es incrementar el valor del tiempo. Hay dos términos claves: la importancia y la urgencia, dos términos que marcan nuestra forma de ser. Frente a la importancia actuamos, ante la urgencia reaccionamos, lo anterior es la esencia de la gestión del tiempo. Explicó rápidamente, lo urgente casi siempre proviene de la iniciativa de otros, mientras que lo importante es generado por nosotros y normalmente es productivo.
¡Destruya el monopolio de la urgencia!
No se debe olvidar que las tareas importantes están íntimamente ligadas a nuestros propios objetivos y su consecución, mientras que lo urgente pertenece al prójimo. Habitualmente ¡nos atrapa lo urgente! Ahora hagamos un balance, ¿qué parte de su tiempo la dedica a la consecución de sus objetivos?, ¿cuántas horas dedica al día para apagar incendios ajenos?(Esto no aplica a los bomberos).
En la medida que se oriente hacia sus objetivos y no a los problemas emergentes, pasará de la eficacia a la eficiencia, las urgencias serán cada vez menos en su diario vivir, pero ¿dónde está el secreto? El rendimiento máximo del tiempo depende de la energía que le imprimamos, la sensación del paso del tiempo es variable, se acorta cuando hacemos algo que nos agrada ¡pasa volando! Rinde mucho más que las largas y tediosas horas que nos vemos realizando un trabajo desagradable. “La felicidad no es hacer algo que quieres, sino quererlo que haces”.
La clave del secreto es la concentración, no importa lo que hagamos, lo prudente es poner la mente en un solo objetivo. Puedo ilustrar lo anterior con el arte de los barberos,que se detienen unos segundos para afilar su navaja y no pierden el tiempo en pelear con el grosor, cantidad de cabello o la falta de filo de su instrumento de trabajo.
También aconsejo observar detenidamente la pericia de los carniceros en el corte de las piezas de carne a vender, los diestros carniceros como el neófito aprendiz interrumpen la actividad del corte para afilar el cuchillo. La gestión del tiempo es un arte más que una ciencia, y por ello le pregunté a un maestro de la plástica ¿qué hace cuando no hay inspiración? Luego de unos segundos me contestó: pinto fondos y preparó bastidores,una actividad fácil pero tremendamente aburrida, y es necesaria tenerla lista para cuando se asome la inspiración.
Es un ahorro de tiempo, será productivo en el momento adecuado. La constante es tener el tiempo a nuestro favor. A pesar de que el tiempo se puede medir con exactitud impresionante en este momento, lo que cabe en él aún no. Sobretodo, tomando en cuenta que cada persona lo administra en forma diferente con un sinfín de variables y alternativas. ¡Destruya el monopolio de la urgencia!