Frank Gálvez
Locutor y periodista
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Una madre es la brújula moral que guía a sus hijos a través de lo desconocido con fuerza y determinación inquebrantables. Desde la concepción, nutre la vida dentro de ella, siendo su cuerpo el recipiente sagrado para la creación. A través de los dolores del parto, da a luz a nuevos comienzos, ciñendo la agonía por la alegría de tener a su hijo en brazos.
Al aceptarse como creadora de vida, el “Yo” se acaba dando pie al concepto familiar. Sabe que su opinión cuenta y acepta la responsabilidad de guiar muchas vidas. Ya lo dijo la reconocida actriz Halle Berry: “Para mí, la maternidad es aprender sobre las fortalezas que no sabía que tenía y lidiar con los miedos que no sabía que existían”.
Sin embargo, su papel se extiende mucho más allá de los vínculos biológicos dándole cabida a los existimativos. Ella es una maestra impartiendo sabiduría con cada tierna caricia y gentil amonestación. Sus palabras resuenan en los pasillos del recuerdo, dando forma a su descendencia mucho después de que hayan abandonado el nido. Un legado que perdura por generaciones cuya influencia resuena a través del tiempo. En el entramado familiar, ella es el hilo conductor que une la historia. A través de sus acciones, teje el lienzo de la tradición, transmitiendo rituales que forman la identidad familiar.
Someterse al amor de madre es hallar santuario en un mundo duro, amparo donde se curan las heridas y se consuelan las penas. Su presencia es conforte en momentos de angustia y fuente de risa en momentos de alegría. En su abrazo encontramos nuestro verdadero yo, porque su amor es la base sobre la cual construimos nuestros sueños, tranquilizados al saber que son apreciados sin medida. Por medio de su guía cariñosa imbuye empatía y bondad en los corazones que toca, fomentando un linaje compasivo.
Sin embargo, en medio de los innumerables roles que desempeña, sus sacrificios muchas veces pasan desapercibidos y su presencia se da por sentada. En una sociedad que celebra el éxito, el impacto de sus contribuciones resuena en nuestro interior como suave canción por la eternidad. Por tanto, debe recordarse con justo honor su jerarquía todo el año.
La importancia de una madre trasciende las meras palabras; es una esencia profunda que da forma a civilizaciones. En el centro de este significado se encuentra un pozo ilimitado de amor, compasión y sacrificio. Lance Conrad en su libro El precio de la creación indica asertivamente: “No puedo imaginar ningún heroísmo mayor que la maternidad”.