Los hijos de don Francisco Jiménez jugarán con más confianza. Sin temor a enfermarse. Los pequeños de doña María López ya no se enfrentarán al lodo que provoca el invierno cuando deseen corretear dentro de casa. La familia de Victoria López consumirá agua potable y dejará de inhalar humo negro.
Estos mínimos detalles, que para una buena parte de guatemaltecos son derechos absolutos, llegan en pleno siglo XXI a San Gaspar Ixchil, Huehuetenango, el primer municipio de Guatemala declarado libre de pisos de tierra.
Este proyecto forma parte del programa Mano a Mano, iniciativa que involucra a ministerios encargados de la salud, educación, agricultura, medioambiente y economía, entre otras carteras, responsable de buscar el desarrollo de las comunidades pobres o en extrema pobreza.
Conviene recordar que llevar cemento a las viviendas tiene profundas implicaciones en la vida de niños, jóvenes y adultos. Un reciente informe del Banco Mundial refiere que eliminar la tierra de las residencias reduce 49 por ciento la diarrea infantil y 79 por ciento las infecciones parasitarias.
Para el presidente Bernardo Arévalo, quien lideró la declaratoria, este es el inicio del proceso que permitirá romper las barreras de la pobreza y la desnutrición. En su primera etapa, la propuesta prioriza a 93 mil 687 personas, de 19 mil 714 hogares, de ocho municipios, de cinco departamentos del país.
La fase II abarcará 12 ayuntamientos de cuatro jurisdicciones priorizadas, las cuales beneficiarán a 669 mil 612 ciudadanos, de 161 718 residencias.
En términos generales, los propietarios de las casas serán dotados de piso de concreto y estufas mejoradas. Además, recibirán los bonos de educación y salud y, quienes correspondan, serán agregados al Programa del Adulto Mayor. Las escuelas serán remozadas, se fortalecerá el nivel primario de salud, tendrá acceso a créditos y a becas y se recuperarán los caminos rurales.
Como manifestó el jefe de Estado, San Gaspar Ixchil tiene motivos para celebrar. Y Guatemala también. Sin embargo, queda mucho por hacer. Más de 850 mil hogares tienen suelos de tierra. Esos niños no pueden jugar con confianza, porque el temor a enfermarse persiste. Son las víctimas de gobernantes corruptos. Exfuncionarios mentalmente desnutridos. Pobres de espíritu y corazón.
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