El cantautor uruguayo desbordó emociones durante su visita a El Salvador.

Luego de que Jorge Drexler anunciara concierto en El Salvador, uno de los dos de su gira Salvavidas de Hielo en Centroamérica, su legión de fans en la región marcó el 18 de septiembre en su calendario. El pabellón 1 del Centro Internacional de Ferias y Convenciones de San Salvador, fue el escenario del recital. Sin embargo, la devoción comenzó muchas horas antes, cuando sus seguidores alistaron discos, guitarras y poemas, con el anhelo de que el uruguayo las firmara.

Una antesala para recordar

En el espacio cultural Casa Tomada, ubicado en el centro de San Salvador, Jorge Drexler compartió algunos minutos con los medios de comunicación. El momento se asemejó más a una charla entre amigos, en la que el artista reveló que el disco Salvavidas de Hielo, que a finales de la semana pasada recibió cinco nominaciones al Latin Grammy, surgió como un homenaje a su compañera de carrera, la guitarra. Pero también tuvo palabras para Guatemala: “Me encantaría volver, y lo haremos”.

Después de la conferencia de prensa, el artista fue todo para su fans salvadoreños, que aguardaban en una sala del centro cultural. El grupo lo abrazó con gritos, sorpresas e incluso un Feliz Cumpleaños adelantado. Aunque, sin duda, uno de los momentos más especiales fue cuando Academia de lenguaje de señas Manos que Hablan interpretó el tema Me haces bien.

La gran noche

Pero el momento culmen de Drexler en el país vecino fue un concierto que estuvo marcado por la emoción desbordada de los asistentes. El recital se inició con Movimiento, pieza que abre su Salvavidas de hielo. “No sé por qué tuvo que pasar tanto tiempo para venir a El Salvador. Este encuentro lo tuvimos que hacer hace mucho”, dijo el cantante, a modo de saludo.

La banda se armonizó con esos fans que no podían esconder la alegría de escucharlo en vivo y no perdían la oportunidad para gritar algún cumplido. La sensación de celebración continuó con Río Abajo, Abracadabras y Transoceánica, pero se transformó en 12 segundos de oscuridad, una composición que, confesó el artista, fue escrita en uno de los momentos más oscuros de su vida.

Con “na, na, na”, característico del coro de Estalactitas, Drexler marcó el ritmo para que el público lo acompañara. No fue fácil contener las emociones de la audiencia, pero luego de Despidiendo a los glaciares y Asilo, el uruguayo negoció para que tomaran sus lugares y disfrutaran juntos de un set acústico, que arrancó con Salvavidas de hielo.

Como para domar las emociones, Drexler comenzó a capella, pero luego marcó el compás, y las voces del público pronto remaron con él Al otro lado del río, la composición con que en 2004 ganó el Óscar a Mejor Canción Original. Llegó más música icónica: Todo se transforma, Guitarra y vos, Salvapantallas, Inoportuna y la Milonga del moro judío.

Los músicos regresaron con temas como Pongamos que hablo de Martínez, La trama y el desenlace, Telefonía y Bailar en la cueva, que disparó una algarabía del público, y la energía del cantautor, que bajó del escenario para bailar.

La luna de Rasquí fue el amago de una despedida que la audiencia no permitió. Aunque habían transcurrido casi dos horas de show, Drexler volvió junto al grupo salvadoreño Musas Desconectadas y a las cantantes Carol Hills y Natalia Cantalejo, que lo acompañaron en Quimera.

De rodillas, con las manos en el corazón y una mirada de agradecimiento, Jorge se despidió del pueblo de uno de sus poetas favoritos, Roque Daltón. Los presentes permanecieron en silencio, como tratando de asimilar lo que acaban de vivir.