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Revista Viernes

El arte dedicado al Premio Nobel

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Reconocidos creadores se inspiraron en uno de los personajes más importantes de la literatura guatemalteca

Fotos: Antigua de Guatemala, Colectivo Chucho Callejero y archivo

Artistas de la plástica han dedicado su tiempo y creatividad para realizar obras dedicadas al premio Nobel de Literatura Miguel Ángel Asturias. Pinturas, murales, esculturas de variadas formas integran una colección, tanto en el país como en el extranjero.

Mural Gloriosa Victoria

La obra pintada en 1954 por el virtuoso mexicano Diego Rivera con la ayuda de su asistente guatemalteca, la muralista Rina Lazo, en la cual se representa el golpe de Estado al país y a su presidente Jacobo Árbenz por parte de la empresa United Fruit Company. Escenifica la intervención de la CIA a
Guatemala.


El cuadro es de gran valor histórico ya que fue pintado como homenaje a su esposa, la artista mexicana Frida Kahlo, y también para honrar una solicitud realizada por Asturias. El muralista no cobró por elaborarlo y su objetivo era mostrarlo en una exposición de arte mexicano en Varsovia, Polonia, pero unos obreros soviéticos que ya conocían las luchas centroamericanas le pidieron a Rivera que le donase el lienzo y permaneció escondida en el museo Pushkin de Moscú hasta el 2007. Aún se encuentra enrollado en los sótanos del lugar. El mural transportable se mostró por primera vez en el Palacio Nacional de la Cultura del 2 al 31 de octubre de 2010, donde acudieron 64 mil 800 personas. El presidente de Guatemala de aquella época, Álvaro Colom, celebró el aniversario de la Revolución de Octubre de 1944 con esta exposición que trajo desde Rusia.

Monumento al escritor guatemalteco

Se encuentra en la Avenida La Reforma y 14 calle, zonas 9 y 10 de la ciudad de Guatemala. Es una escultura de bronce fundido diseñada y elaborada por el artista plástico Max Leiva. Se instaló en enero del 2000. El literato está de cuerpo completo con un traje formal desabotonado, el rostro alzado, camina a paso ligero y esparce las hojas de dos libros cerrados, los folios movidos al compás del viento. Sin embargo, le fueron arrancadas las hojas que formaban parte de la obra escultórica.


Se moldeó en 1999 y fue inaugurada el 10 de enero del 2000, que se declaró el año del Centenario del Nacimiento de Miguel Ángel Asturias, así como el día de su nacimiento el 19 de octubre y para su festejo se organizó una comisión integrada por personas ilustres y promovidas por el Ministerio de Cultura y Deportes.


“Las hojas arrancadas por vándalos en el 2003 que se desprenden de los libros son un montaje digital que decidí incluir en esta publicación para mostrarles cómo era originalmente, pues probablemente algunos de ustedes no habían nacido o eran muy chicos y no recuerdan como se veía”, escribió Leiva junto a una foto en su página oficial de Instagram.

Rostro de Miguel Ángel Asturias
Autor Manolo Gallardo

El busto del Gran Moyas es efigie tridimensional del artista Manolo Gallardo, que mide 1.90 metros de alto por 1.20 de ancho. Esta figura está colocada en la plaza principal situada frente a la Gran Sala Efraín Recinos. Fue develada el 16 de junio del 2011.

Mural Torotumbo

Jorge Corleto, del Colectivo Chucho Callejero, pintó en 2015 junto a su equipo de trabajo unos murales para plasmar las clásicas piezas teatrales de 14 destacados dramaturgos guatemaltecos que decoran la fachada del Teatro de Bellas Artes, zona 1 de la capital, en la Galería Peatonal Pública. La técnica que emplearon fue pintura acrílica, resistente al agua, el sol y a los hongos y le aplicaron un barniz especial para mayor protección.


“Buscamos que las personas que transiten por esta área conozcan a los dramaturgos, se identifiquen con ellos y valoren su aporte al teatro nacional”, refirió Corleto.

Rostro de Miguel Ángel Asturias en grafiti

La pintura del artista guatemalteco Erlex Hidalgo es de un metro con 70 centímetros y se localiza en el Museo de la Tipografía Nacional, en la 18 calle, zona 1 capitalina. Esta formó parte de un especial dedicado al laureado literato, que se acompañó de una infografía publicada en Revista Viernes.
El material que utilizado fue aerosol. Se elaboró a mano alzada para diferenciarlo de otras obras que se han hecho del reconocido diplomático, periodista, locutor y escritor.

Imágenes del realismo mágico pictórico

En la Biblioteca Nacional de Guatemala Luis Cardoza y Aragón está la exposición Imágenes del realismo mágico pictórico, una intervención de 21 piezas en forma de libro creadas por diversos autores que rinden un colorido homenaje a la obra de Miguel Ángel Asturias. Este año se conmemoran los 125 años de su nacimiento y 50 de su fallecimiento.


Este programa es una iniciativa de la ONG Comunidad de Lectores de Guatemala, con el apoyo del Departamento de Investigación de las Artes de la Dirección General de las Artes y de la biblioteca. Puede visitarla hasta el 7 de septiembre de 9:00 a 17:00. Esta es la segunda actividad realizada, la primera fue en el Museo de la Universidad de San Carlos (Musac).


Marco Antonio Cospín, uno de los artistas, señaló que la invitación surgió de la Comunidad de Lectores para incentivar en Guatemala siempre la práctica de la lectura, que se acerquen a las obras, no solo de los grandes escritores, sino también de los emergentes y todo lo que se produzca. Ilustró una pieza de teatro llamada Kukulcán y que asegura no es muy conocida por la gente; por eso la eligió e involucró a personajes de la mitología del Popol Vuh.

Marisol Vásquez, Cecilia Vicente Fotógrafo: Herbert García
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Revista Viernes

Los cuentos de Yolanda Oreamuno

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El mérito de esta compilación radica en la búsqueda, el rastreo del mito y la riqueza literaria que la autora decidió publicar en vida. Los 16 cuentos que integran esta edición comparten la voz de la pérdida, la resistencia al paso del tiempo y la necedad de la naturaleza humana.


Sutiles y sugerentes, los cuentos de Las mareas vuelven de noche y otros cuentos se revelan al lector con la complicidad de un secreto compartido por la autora.


Esta publicación es un homenaje a su memoria. Yolanda Oreamuno escribe el primer cuento a los 16 años. Aproximarse a su trabajo literario es entrar en el cuarto de los espejos. Su narrativa es nebulosa y nostálgica, en ella gravitan personajes perversos e inocentes, que odian o aman a ciegas.

Colaborador DCA
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Revista Viernes

Leyes para los más pequeños del hogar

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La Constitución Política de la República de Guatemala es la ley suprema del país, porque en ella están reconocidos nuestros derechos; además, indica quiénes dentro del Estado de Guatemala deben colaborar para que se respeten los derechos.


Este libro está dedicado a los más pequeños y primero les explicará cuáles son los derechos y deberes de los connacionales; asimismo, los órganos encargados de apoyar al Estado para que se cumpla su legislación.


Los defensores de la Constitución acompañarán a lo largo del recorrido para que los menores comprendan de mejor manera lo que se les está explicando en un lenguaje amigable y redactado especialmente para ellos.

Colaborador DCA
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Revista Viernes

Los bárbaros

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Nosotros, los bárbaros, vivíamos en las montañas, en cuevas húmedas y oscuras, comiendo bayas, robando huevos de los nidos y apretándonos los unos contra los otros cuando la noche se hacía insufrible. 


Era cierto que, a veces, un trémolo sordo nos llamaba. Temerosos, descendíamos por el bosque hasta ver el camino que habían construido los hombres del poblado, y veíamos las caravanas, los ricos carruajes, los soldados de brillantes corazas. Y era tanto el odio y la envidia y la rabia, que precipitábamos sobre ellos gruesas piedras (eran nuestra única arma) y escapábamos antes de que nos alcanzaran sus dardos.
A veces, en lo más sombrío e intrincado del bosque, aparecían hombres del poblado que gritaban y agitaban los brazos.

Se acercaban y nos ofrecían inútiles objetos. Acariciaban a los niños y, con gestos, trataban de enseñarnos alguna cosa, pero eso nos ofendía, y bastaba que uno de los nuestros gruñera para que todos nos abalanzáramos sobre ellos y destrozáramos sus artilugios y los despedazáramos. Los hombres que venían a nuestro encuentro no eran, además, como los soldados; eran infelices que se dejaban atropellar, que lloraban si rompíamos sus cajas de finas hojas llenas de signos apretados. De los soldados salíamos huyendo, pero a aquellos viejos que venían en son de paz podíamos atarlos a los árboles y torturarlos sin peligro. Babeando, danzábamos delante de ellos, les aplicábamos brasas candentes, los ofrecíamos al hambre de nuestras mujeres y de los niños que colgaban de sus pechos.


Sin embargo, a veces, disciplinados ejércitos de soldados avanzaban geométricamente sobre el bosque. Nosotros chillábamos, les lanzábamos piedras, les mostrábamos las bocas desdentadas con el gesto de amenaza que veíamos poner a los perros, pero ellos se desplegaban, y capturaban a algunos de los nuestros, y los lanceaban, y los demás solo podíamos retroceder, adentrarnos más en el bosque, ocultarnos en lo más espeso, en lo más inhóspito de sus profundidades.


Ahora ya casi todo el bosque es suyo. Rebeldes, rabiosos, ascendemos por las montañas mientras ellos extienden sus poblados, sus caminos empedrados, sus obedientes animales. Debemos retirarnos cada vez más, hasta aterirnos de frío en estas cumbres de nieve donde nada vive, donde nada hay que les pueda ser útil. Aquí nos apretamos, diezmados, cada vez más hambrientos, incapaces de comprender cómo son tan hábiles para aplicarse sobre el cuerpo finas pieles, de dónde sacan sus afiladas armas.
En las montañas, luchamos por sobrevivir frente a los osos y la lluvia. Vagamos en busca de comida, aunque cada vez es más difícil evitar a los hombres del poblado, los hombres sabios, los que tanto odiamos.


Ellos creen que no pensamos, pero se equivocan. Bastaría que vieran nuestras uñas rotas de escarbar la tierra, nuestra mirada agria e intolerante, nuestra rabia; bastaría eso para que al fin se dieran cuenta de que también sabemos preguntarnos por qué la victoria ha de ser suya.

Pedro Ugarte (España, 1963) 

Colaborador DCA
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