miércoles , 27 noviembre 2024
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El águila, signo real en la heráldica y en el tetramorfos (III)

Ricardo Fernández Gracia, 

Director de la Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro

Lucas de Tuy escribía, hacia 1230, en relación a las imágenes de animales en lugares sagrados, que en unas ocasiones se colocaban para “enseñar doctrina y también para el ornamento”. Interpretadas en su contexto, las águilas pueden hacer referencia al bautismo, la Ascensión y la Resurrección de Cristo.

La presencia de las águilas en capiteles de claustros y portadas es abundante y, si tenemos en cuenta que ambos espacios fueron, por excelencia, los principales para la exhibición de programas iconográficos. Al arte románico pertenecen los ejemplos de Cataláin, Santa María de Sangüesa, Aibar, Irache, Aguilar de Codés y Santa María del Campo de Navascués, generalmente con las alas explayadas, a veces escoltando a un personaje bíblico, peleando con fieras o capturando entre sus garras a otra ave de menor tamaño. En el pórtico de la parroquia de Gazólaz también cuentan con su representación. Un bellísimo capitel de Artáiz presenta a sendos iracundos luchadores con las águilas picoteando sus cabezas. En el claustro de la catedral de Tudela encontramos un tema con gran futuro en tiempos posteriores: unas voraces águilas atrapando a unos conejos. En la portada de San Pedro de Olite se repite el tema en singular, en ambos lados.

Para San Anselmo y otros autores, el ave simbolizaría a Cristo salvando el alma.

Particular interés poseen, durante el período gótico, diversas representaciones del ave en la captura del conejo, que encontramos, entre otros ejemplos, en la catedral pamplonesa (claustro, templo y refectorio), San Zoilo de Cáseda y las iglesias de Larumbe, Ichaso, Cizur Mayor y Redín. A liebres y conejos se les aplicó un paralelismo con el alma cristiana, acuciada por tentaciones y pecados de los que tiene que escapar a la carrera, huyendo de lebreles y rapaces. 

Para San Anselmo y otros autores, el ave simbolizaría a Cristo salvando el alma, elevándola al cielo; pero para otros, siguiendo a San Gregorio y su anatemización del águila, sería el mismo demonio raptor de las almas de débiles y vacilantes. A la hora de concluir sobre su lectura iconográfica, es preciso analizar cuidadosamente el contexto de su presencia, sin descartar que se trate, en algunos casos, de un motivo decorativo. 

Continuará…

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