El futbol mundial se viste de luto por la muerte de Diego Maradona.
Diego Maradona eclipsaba cualquier lugar. Su presencia nunca pasó inadvertida, siempre fue el centro de atención, y en Guatemala no fue la excepción cuando visitó el país en enero de 1982 con Boca Juniors y en febrero de 2007, en un partido de grandes leyendas.
Fueron dos momentos que quedaron grabados por los aficionados chapines; sobre todo, esa primera vez en suelo nacional, donde miles de personas aplaudieron a Diego en el partido frente a Comunicaciones en el estadio Mateo Flores, hoy Doroteo Guamuch Flores.
Maradona, quien en ese entonces tenía 22 años, marcó el gol de la victoria de Boca contra los albos y desató la fiesta en un recinto deportivo colmado de playeras del equipo xeneize, de la selección de Argentina y de Comunicaciones.
El reencuentro con la afición guatemalteca se volvió a dar 25 años después, en el estadio Cementos Progreso, donde Maradona junto a un grupo de leyendas de antaño enfrentó a una representativo nacional donde estuvo Carlos el Pescado Ruiz, Julio Rodas, entre otros.
“Un abrazo muy grande a toda Guatemala. Estoy muy contento de estar aquí y compartir con ustedes esta experiencia”, dijo el argentino en ese momento a los medios de prensa deportivos.
La experiencia en Guatemala, apenas fue una de miles que vivió Diego Maradona en su carrera deportiva, la cual estuvo llena de éxitos, fracasos y en especial muchas polémicas tanto de jugador como en su faceta de entrenador.
El héroe de Argentina
El mejor momento de su carrera futbolística lo vivió en el Mundial de México 1986, que encumbró a El Pelusa hacia los cielos en un país que desde que alzó la copa más importante del planeta en el Estadio Azteca decidió convertir a Maradona en un héroe.
Su adiós marcará un antes y un después de un pueblo que no podrá olvidar a una figura que comenzó a golpear un balón en la periferia de Buenos Aires. Nacido un 30 de octubre de 1960 en una familia humilde, Maradona hizo del futbol una obsesión con la que consiguió salir de Villa Fiorito después de forjarse en equipos como el Infantil de Estrella Roja y el Cebollitas.
Con 11 años, pasó a las categorías inferiores de Argentinos Juniors para debutar en el primer equipo el 20 de octubre de 1976. Esa fecha, con 16 años, comenzó la leyenda de Maradona, que pronto vivió su primer disgusto y su primera polémica tras no ser citado por César Luis Menotti para disputar el Mundial de Argentina 1978.
Diego vivió grandes aventuras en el futbol europeo, pues jugo en el FC Barcelona (1982-84), el Nápoli (1984-91) y el Sevilla (1992-93). Se retiró el futbol en 1997, después de haber participado en cuatro Copas del Mundo; en la última, en Estados Unidos, 1994 dio positivo en un control antidopaje y fue suspendido.
Su futbol no se toca
En marzo de 2007 estuvo ingresado en dos centros, uno de ellos, una clínica psiquiátrica; después pasó sin gloria por los banquillos de Argentina (eliminado en cuartos de final del Mundial de Sudáfrica 2010), del Al Wasl emiratí, el Al-Fujairah de Emiratos Árabes, del Dorados de Sinaloa mexicano y finalmente el Gimnasia y Esgrima de La Plata, su club actual.
Dijo que Fidel Castro fue su “segundo padre” y al final, 30 años después de su última gran victoria con el Nápoli y 34 de su instantánea en el Estadio Azteca, murió para convertirse en una imagen icónica al estilo Ché Guevara, capaz de acaparar halagos y críticas en una misma frase. Pero hay algo es innegociable: su futbol no se toca. Con información de EFE*