miércoles , 27 noviembre 2024
Inicio Discursos que conmovieron ala humanidad (II)

Discursos que conmovieron ala humanidad (II)

Santiago de Navascués 

Profesor de Historia Contemporánea

Pero no todo es literatura: cuando Abraham Lincoln tomó la palabra para hablar en Gettysburg, más de 50 mil soldados yacían en las tumbas del cementerio nacional a pocos metros del estrado.

Aquel frío mes de diciembre de 1863, Lincoln tenía la enorme tarea de resumir las lecciones de la guerra civil, y lo hizo en apenas dos o tres minutos, con diez oraciones y en menos de 300 palabras.

Lo más probable es que pocos oyeran su contenido: sin micrófonos y con tan pocas palabras, los asistentes probablemente no fueron conscientes de lo que acababan de presenciar.

Lincoln dejaba para la posteridad una de las mejores definiciones de la democracia: “El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Sin embargo, tuvo que pasar mucho tiempo antes de que el discurso se hiciera famoso, con la impresión y reimpresión de aquellas líneas.

Para que los discursos tuvieran un efecto inmediato sobre todo un país, sería necesario esperar a la invención de la radio.

Para que los discursos tuvieran un efecto inmediato sobre todo un país, sería necesario esperar a la invención de la radio.

El 30 de octubre de 1938, Orson Welles decidió poner a prueba a los oyentes de radio con un experimento que causaría pánico y estupor: comenzó a relatar en tiempo real una invasión de marcianos en el planeta tierra.

El discurso produjo una histeria colectiva en los oyentes que duró unas pocas horas, tiempo suficiente como para descubrir que se trataba de una broma y mostrar al mundo el poder de los modernos medios de comunicación de masas.

En realidad, la histeria provocada por el discurso de Welles tenía un correlato muy real: un mes antes, Hitler había firmado un acuerdo con Francia, Italia y Reino Unido por el que Alemania se incorporaba una parte sustancial de Checoslovaquia.

Así, cuando dos años más tarde los alemanes expulsaban a los últimos batallones franco-británicos en Dunquerque, Winston Churchill tuvo que defender lo indefendible.

En una serie de discursos memorables, el primer ministro ofreció al público un futuro incierto –”salvo sangre, trabajo, lágrimas y sudor“–, pero también “la hora más gloriosa” del Imperio británico.

Pocos discursos han planteado con tanta crudeza una tragedia; y pocos tuvieron tanto impacto para inspirar el heroísmo en la hora más oscura. Todo cambia con el nacimiento de la televisión.

Con la era de la televisión, las reglas del juego cambiaron otra vez. Ahora los oradores no solo debían ser maestros de la retórica, sino también cautivar al auditorio con una sonrisa arrolladora y el dominio del lenguaje no verbal.

Los primeros debates presidenciales retransmitidos por televisión mostraron al mundo el duelo en la cumbre de dos titanes de la oratoria: John F. Kennedy y Richard Nixon.

El primero pasaría a la historia como uno de los presidentes más carismáticos de la historia gracias al impacto de sus discursos en televisión.

Muchos recuerdan el eslogan de su discurso inaugural “No preguntes qué puede hacer tu país por ti; pregunta qué puedes hacer tú por tu país”, una impresión que contrasta vivamente con la dura expresión que adoptó el rostro del presidente durante la crisis de los misiles de Cuba, advirtiendo a los Soviéticos de que “la conducta agresiva, si se permite que continúe sin control y sin ser desafiada, conduce en última instancia a la guerra”.

Hoy en día, sabemos que Kennedy iba en serio, y que por suerte la crisis se atajó en el último momento. Había en sus palabras una franqueza noble, a veces incluso imprudente, que solo fue superada por un contemporáneo: Martin Luther King Jr. Si algo hace memorable al héroe de los derechos civiles es aquel discurso pronunciado en Washington el 28 de agosto de 1963: I have a dream (Tengo un sueño).

En poco más de seis minutos, King relató la belleza y la tragedia de su país. Al igual que Lincoln, tenía la convicción de los “gigantes dormidos” de la Constitución se despertarían: la igualdad y la libertad de todos los humanos. Pocos discursos son tan intemporales como este.

Como todos los grandes oradores, Luther King supo transmitir una emoción que traspasaba fronteras que iban mucho más allá del color de la piel. 

Artículos relacionados

EN EL PAÍS

Proyectos de salud impactan positivamente en Huehuetenango

Como parte de la fiscalización a los programas de salud y contención...

PORTADA

“Se están rompiendo las barreras de la pobreza”, afirma mandatario

Foto: Sandra Sebastián “Guatemala avanza, pero aún hay retos que no podemos...

EN EL PAÍS

Nueva denuncia por defraudación suma 6.9 millones de quetzales

Foto: Cecilia Vicente Un nuevo caso de posible defraudación tributaria por 6.9...

EN EL PAÍS

Diputados aprueban Ley de la PNC

Foto: Archivo / Danilo Ramírez De urgencia nacional, el Pleno del Congreso...