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COLUMNAS

Desde fuera del cuartel

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Al final de su libro Desde el Cuartel, concluye Edgar Rubio Castañeda, Coronel de Infantería de Estado Mayor, militar que se encuentra en situación de servicio activo dentro del Ejército de Guatemala, expresándonos su firme convicción de que debemos promulgar una nueva Constitución Política. En otras palabras, la necesidad de alcanzar un nuevo pacto de paz social entre nosotros, pacto que venga a sustituir el pacto contenido en la Constitución a sustituir. Esta nueva Constitución Política, a juicio del autor, debe ser “consensuada con todos los sectores representativos” y no pactada entre la élite económica y los políticos tradicionales. El consenso a llegar entre estos sectores representativos, en su concepto, habría de permitir que le sea dado al Estado –tal su aspiración– el papel que al Estado le corresponde jugar como ente promotor, regulador y rector de la vida nacional, con la finalidad de elevar el nivel de vida de todos y “superar agresivamente la pobreza y la miseria”.

Ya, en columnas anteriores, me he referido a que una nueva Constitución Política, convocada su promulgación de conformidad con las normas que rigen el orden constitucional vigente, solamente podría lograrse con la intervención del Congreso de la República, ya que corresponde a este –y a nadie más– la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, siendo esta la única que puede reformar los artículos del 3 al 46 y el artículo que así lo dispone; correspondiéndole al Congreso, así mismo –y a nadie más– la reforma de cualquiera de los otros, salvo los pétreos, debiendo someterse lo hecho a Consulta Popular e, incluso, la reforma de los llamados pétreos cuando ya reformado o suprimido –por el mismo procedimiento–, reforma con la mayoría citada en el Congreso y ulterior Consulta Popular, el artículo que les confiere la citada calidad. Convocatoria a Asamblea Nacional Constituye y/o Aprobación por el Congreso implica que se dé en este la mayoría calificada de las dos terceras partes del total de diputados que lo integran.

En cuanto a la Asamblea Nacional Constituyente, es preciso comprender que si no se reforma previamente a su elección el artículo 157 de la Constitución Política de la República, artículo que determina la forma de elegir diputados, los diputados que integrarían la Asamblea tendrían que elegirse como se elige a los actuales que integran el Congreso, distritos inmensos, y la postulación de candidatos estaría, como ahora, en manos de los partidistas políticos. En otras palabras, y con todo respeto: más de lo mismo. Si no se siguen los pasos establecidos por la Constitución

–los citados– para darnos una nueva Constitución Política, estaríamos violando el orden constitucional vigente, en otras palabras, haciendo uso de la fuerza sobre el Derecho, situación que es tan sólo posible por vías de hecho, en otras palabras, como consecuencia de una revolución o de un golpe de Estado.

Los revolucionarios o golpistas ya hechos del poder podrían determinar cuáles son esos sectores representativos que deban consensuar esta nueva Constitución Política, así como la forma en que deban consensuarla.

¿Deberán hacerlo constituidos en una Asamblea de sectores representativos? ¿De sectores representativos definidos por quién? ¿Una Asamblea de sectores representativos, a la usanza de la España franquista o de la ITALIA de Mussolini? ¿De la Argentina de Perón? ¿Una Asamblea Nacional Constituyente, por el contrario? ¿electa por el pueblo? ¿Cómo? ¿Convocada por quién?

¿Bajo qué reglas?

La toma revolucionaria del poder –insurgente– ya fue intentada en Guatemala, y los 36 años de conflicto deberían sernos suficientes para no volver a recorrer esos caminos, caminos de destrucción y de muerte. Nadie para definir la utopía, mejor que el poeta “Miseria, pobreza ¡REVOLUCIÓN! pobreza, miseria…”

El militar llama al Ejército como reserva moral, llamamiento ya hecho en otros países para aventuras similares y también entre nosotros.

En Perú se dio la “Revolución Peruana”, golpe de Estado que puso el mando del país en manos de la cúpula militar, los “salvadores”, inspirados por múltiples teorías que no llegaron nunca a digerir.

¿Un golpe de Estado para llegar a una Constitución Nueva, inspirada por inspirados militares?

En Guatemala tuvimos el gobierno militar de Enrique Peralta Azurdia (los mal llamados gobiernos “militares” no deberían llamarse así), siendo el de Peralta el que se hizo en nombre del Ejército, connotación que también podría darse a los de Ríos Montt y Oscar Mejía Víctores.

Aquel gobierno –el de Peralta (todos tienen luces y sombras)– tuvo importantes aciertos, pero lo que importa para este artículo no constituyó solución para lo nuestro como no creo que puedan constituirlo revolución ni golpe de Estado con un nuevo orden constitucional que, si incumplido este, ¿Por qué habría de cumplirse el próximo?

Si no hacemos que se cumpla este, ¿por qué habríamos de hacer que se cumpla el otro?

Cuanto habría que hacerse para llegar a una realidad distinta se encuentra en la Constitución Política de la República –incumplida–, prisionera del libro que la contiene.

Importante la aportación del coronel Rubio, desde el cuartel e importante expresión de la libertad de emisión del pensamiento de todo ciudadano –absolutamente respetada–, como debe ser; aportación importante para nuestra reflexión y la suya: la solución se encuentra –si cumplido– en el texto que propone sustituir un reto cívico que –tentaciones aparte– trasciende de cualquier cuartel.

Acisclo Valladares Molina
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COLUMNAS

Zolic, el rediseño de una marca de 51 años

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Ing. Byron Gaitán, Gerente General Zolic

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Con más de medio siglo de trayectoria la Zona Libre de Industria y Comercio Santo Tomás de Castilla (Zolic), ha experimentado una evolución sólida en la consecución de sus objetivos.

En la etapa más reciente, el compromiso de su Junta Directiva, Gerencia y Sub-Gerencia ha sido fundamental para impulsar estratégicamente la atracción de nuevas inversiones y el crecimiento económico del país. 

La institución ha sido un pilar en la historia de Guatemala, contribuyendo al desarrollo del empleo y la economía nacional. Es así como desde 2021, se estableció una estrategia de reposicionamiento de marca, destacando entre sus acciones el rediseño del logotipo, que otorga un espacio para la innovación y la evolución de la institución desde su imagen visual.

La esencia y el propósito primordial de Zolic desde su fundación en 1973 han sido la promoción de la inversión nacional y extranjera para impulsar el desarrollo, la productividad y el empleo, en línea con su Ley Constitutiva el Decreto 22-73 del Congreso de la República y sus reformas posteriores en el Decreto 30-2008.

El logotipo anterior fue utilizado como sello distintivo de la institución desde el 2012.

La historia de la institución se entrelaza con la identidad arraigada de la Zona Libre de Industria y Comercio “Santo Tomás de Castilla”, conocida generalmente como Zolic por usuarios, público en general y trabajadores, quienes han sido testigos de su evolución a lo largo de los años.

Desde sus inicios, situada junto al principal puerto en el Atlántico guatemalteco, en Puerto Barrios, Izabal; los primeros logotipos de Zolic evocaban el sol, el mar e incluso una gaviota, reflejando su ubicación privilegiada y buscando hacer referencia de su conexión con el comercio
marítimo.

Sin embargo, en la historia de Zolic su Ley Orgánica ha tenido varias reformas, siendo una de las más significativas la de 2008. Con la cual la institución se ampliaría en capacidades, convirtiéndose en la fuerza impulsora detrás de lo que ahora conocemos como Zonas de Desarrollo Económico Especiales Públicas (ZDEEP), autorizando y habilitando nuevas Zonas Libres para el crecimiento económico, en todas las regiones del país.

El logotipo anterior fue utilizado como sello distintivo de la institución desde 2012, y si bien era reconocible por su nombre solo aprovechaba un 7 por ciento el potencial de la marca, en el nuevo rediseño Zolic ocupa el lugar central y dominante representando el 100 por ciento de la composición gráfica.

Esta decisión refuerza el posicionamiento de la marca y la hace más memorable para el público, la marca tiene colores corporativos que reflejan confianza y estabilidad y aseguran una consistencia visual, con tipografías legibles y modernas que reflejan profesionalidad y seriedad.

Hoy, el logotipo de Zolic, tiene un diseño conformado por un rectángulo vertical en color azul oscuro con cortes ondulares; en la parte inferior, en medio esta la palabra Zolic en letras especiales en color azul oscuro, sobre la palabra Zolic, figura una línea ondulada en color celeste con un punto rojo y debajo de la palabra Zolic, se encuentran las palabras zona libre de industria y comercio en letras especiales en color azul oscuro subrayado con línea en color rojo. Abajo del subrayado rojo se encuentran las palabras Santo Tomás de Castilla en letras especiales en color gris claro.

El nuevo diseño de marca de Zolic se da en un tiempo importante de cambio en su historia, consolidando su posición en el mercado guatemalteco y preparando a la institución para enfrentar los desafíos del comercio internacional y el nearshoring.

Con un logotipo limpio y claro, colores corporativos distintivos y tipografías cuidadosamente seleccionadas, Zolic se posiciona como el líder en su sector, rigiendo la autorización y habilitación de las Zonas de Desarrollo Económico Especiales Públicas (ZDEEP), lo que se traduce en contribución a la reactivación económica y social de un nuevo país para todos.  

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Por una cultura laboral segura y saludable

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Consejo Editorial Conadi

Hace ya 21 años que el 28 de abril se marca en nuestros calendarios como el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo. Esta fecha no solo nos recuerda la importancia vital de promover entornos laborales seguros, saludables y dignos, sino que también nos invita a rendir homenaje a todas aquellas personas que han sido víctimas de accidentes laborales y enfermedades profesionales.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define la Seguridad y Salud en el Trabajo (SST) como una disciplina dedicada a prevenir lesiones y enfermedades laborales, así como a proteger y promover la salud de los trabajadores.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, las cifras son alarmantes: Según análisis de la OIT casi 3 millones de personas mueren por accidentes y enfermedades relacionadas con el trabajo; además, calcula que 395 millones de trabajadores en todo el mundo sufrieron lesiones laborales no mortales; entre estos, un porcentaje significativo termina con alguna discapacidad.

A pesar de los esfuerzos, las cifras son alarmantes.

Según el Banco Mundial, aproximadamente el 15 por ciento de la población mundial vive con algún tipo de discapacidad.

Además de los riesgos físicos, también debemos considerar los desafíos relacionados con la salud mental en el ámbito laboral.

La ansiedad, el estrés y otros problemas de salud mental no solo afectan al individuo, sino que también impactan negativamente en la productividad empresarial.

En Guatemala, el Ministerio de Trabajo y Previsión Social (Mintrab) y el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) tienen a su cargo, en forma coordinada, el control y vigilancia de la salud y seguridad; esto, para garantizar entornos laborales seguros y saludables.

Según el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), en nuestro país se registran 200 accidentes laborales diarios, siendo los sectores más peligrosos la agricultura, los servicios y la industria.

El Consejo Nacional para la Atención de las Personas con Discapacidad hace el llamado para que las empresas asuman su responsabilidad y prioricen la seguridad de sus trabajadores.

Invertir en la prevención de accidentes laborales y en la inclusión de personas con discapacidad en el lugar de trabajo no solo mejora la moral y la productividad, sino también fomenta la diversidad en la fuerza laboral. Además, es crucial garantizar el cumplimiento de las leyes y regulaciones que protegen a los trabajadores en la prevención de accidentes laborales en nuestro país.

En este Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, hagamos un compromiso conjunto para crear una cultura laboral donde la seguridad y la salud de los trabajadores sean prioridades indiscutibles. Juntos, podemos construir un futuro laboral más seguro, saludable y equitativo para todos.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

¿Woke qué, woke quién?

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Miriam Jerade

Profesora Asistente Facultad de Artes Liberales

Lo tragicómico del libro de Susan Neiman, La izquierda no es Woke es que si bien su autora afirma haberlo escrito para salvar a la izquierda, solo le habla a los prejuicios del ala reaccionaria y conservadora.

En el libro, Susan Neiman sostiene que la izquierda intercambió la igualdad social por la reivindicación identitaria. Neiman jamás define woke.

El término que se originó en la comunidad afroamericana para estar atentos, ha degenerado en un insulto.

Políticos conservadores como Ron DeSantis lo usan contra el activismo medioambiental, derechos sexuales o ser vegano; posiciones escasamente comparables en su valoración social o poder. Tampoco es claro el referente: ¿woke quién? ¿Se refiere a su vecina que le pidió llamarla con otro pronombre o a todas las luchas contra el sexismo?

¿Qué se le achaca a la izquierda (si es que existe la izquierda)? Que perdió su vocación universalista que buscaba la igualdad.

Es falso que la izquierda abandonó las luchas por la igualdad social.

Es cierto que habiendo conquistado una mayor igualdad formal, cierta izquierda ha señalado injusticias estructurales que algunos grupos sociales padecen.

Esto que la autora interpreta como pura victimización es una lucha por la justicia de aquellos que tienden a ser aún más explotados o marginados en el mundo laboral, tienen menos capacidad de decisión o padecen violencias sistemáticas.

Cuando los conservadores contraponen al lema Black Lives Matter una fórmula universalista como All Lives Matter, están caricaturizando la demanda y lo hacen con una ignorancia porfiada que desconoce que es más probable recibir violencia policial cuando se es negro en los Estados Unidos.

Extrañamente, grupos conservadores los defensores de la familia tradicional, por ejemplo; rara vez se tildan como identitarios.

Otra confusión que alimenta el libro es que las identidades son tratadas como intereses, o peor aún, sensibilidades. Indígena u homosexual no describirían nada más que distintos grupos de interés (parciales, además).

De ahí que según ella la izquierda dejó el universalismo ilustrado por intereses particularistas escépticos del progreso. Como si no hubiese progreso moral en el combate al racismo o al sexismo y en la conquista de derechos.

La idea de que la izquierda abandonó la redistribución por el reconocimiento ha sido muy discutida. A nuestro parecer, se trata de una falsa dicotomía, pues la distribución material está estrechamente relacionada con el reconocimiento. 

                  Continuará… 

Colaborador DCA
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