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COLUMNAS

Conservación de la biodiversidad en Chile

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Klaus Schmidt-Hebbel

Profesor Investigador

Facultad de Economía y Negocios

La catástrofe ambiental global y nacional no solo reduce la calidad de nuestras vidas. También disminuye la probabilidad de supervivencia futura de todas las especies, incluyendo al Homo Sapiens. Para enfrentar esta catástrofe que incluye, pero no se reduce solo al cambio climático, la humanidad enfrenta una ventana de tiempo pequeña para cambiar radicalmente sus patrones de producción y consumo, y su uso de los recursos naturales.

El bienestar de nuestra sociedad depende de la naturaleza y la biodiversidad. La biósfera permite que haya vida en la Tierra, por lo que es clave en el bienestar social. La economía chilena solo se sostiene en la medida que exista nuestra biósfera.

Sin una biodiversidad sana no se pueden mantener las contribuciones elementales que entrega la naturaleza (como la provisión de alimento y la disponibilidad de agua, entre muchas otras). Desde el ámbito económico, la naturaleza y biodiversidad se pueden entender como un activo (al igual como el capital producido o el capital humano). 

La naturaleza y biodiversidad se pueden entender como un activo.

Toda nuestra economía depende de este activo: el capital natural formado por la naturaleza y biodiversidad. Al no valorar ni considerar las contribuciones de la naturaleza, la naturaleza y la biodiversidad se destruyen, lo que tiene costos altísimos que ponen en riesgo la sobrevivencia humana.

Desde 1970 y hasta el presente, hemos eliminado el 70 por ciento de la biomasa de animales salvajes en el mundo, y un 94 por ciento en América Latina (WWF, 2022). Los precios nulos o bajos imputados a la mantención de la naturaleza han llevado a sobreexplotar nuestros activos naturales, destruyéndolos sistemática y globalmente. 

Por ello es fundamental que los Estados y actores relevantes reconozcan y valoren el capital natural de nuestra biósfera. Los paneles internacionales de científicos (IPCC e IPBES) analizan y documentan la catástrofe ambiental global y sus consecuencias futuras bajo distintos escenarios.

Con base en este conocimiento, las instituciones internacionales promueven acuerdos globales para alcanzar la emisión neta cero de gases de efecto invernadero y proteger de forma efectiva la biodiversidad y los ecosistemas.

En Chile tenemos muy malas noticias sobre las pérdidas de biodiversidad y ecosistemas. Se estima que de 1433 especies clasificadas en el país un 63 por ciento se encuentra en peligro. Además, un 50 por ciento de nuestros ecosistemas terrestres se encuentra amenazado.

Por otra parte, tenemos tres buenas noticias recientes. Primero, el Congreso aprobó la Ley para la Naturaleza, que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP), dependiente del Ministerio del Medio Ambiente. El SBAP se encargará de la conservación de la biodiversidad, administrando el sistema nacional de áreas protegidas e identificando los sitios prioritarios para la biodiversidad y las estrategias de restauración ecológica. 

Segundo, se formó el Comité de Capital Natural, integrado por el Banco Central y los ministerios de Hacienda y Medio Ambiente. Su rol es promover la medición, valoración, protección, restauración y mejoramiento del capital natural de Chile, proponiendo políticas públicas que apoyen el desarrollo sostenible de nuestro país. 

Tercero, la Comisión Conservación, Institucionalidad y Filantropía del Centro de Estudios Públicos está publicando su informe final, que contiene un diagnóstico y presenta 30 propuestas de políticas públicas de conservación de la biodiversidad para mejorar la institucionalidad y gestión pública, e incentivar la participación y filantropía privada para la protección de áreas silvestres.

Estas medidas tienen un bajo costo en régimen, de US $200-365 millones, equivalentes a 0.1 por ciento del PIB. Sería muchísimo más costoso no cuidar nuestra amenazada naturaleza y biodiversidad.

Universidad del Desarrollo
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COLUMNAS

Política Cultural Municipal: un impulso para el desarrollo local

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Lic. Ernesto Salvador Flores Jerez 

Dirección General de Desarrollo Cultural 

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La Política Cultural Municipal (PCM) es un instrumento clave que integra un plan de acción y organización a nivel municipal con un enfoque a mediano y largo plazo. Su objetivo es impulsar el desarrollo cultural, posicionando a la cultura como un motor de crecimiento para las comunidades locales. Desde su inicio en 2016, se han formulado 130 PCM, que han sido aprobadas por sus respectivos consejos municipales, alcanzando un hito importante en 2024.

Este proyecto, impulsado por el Ministerio de Cultura y Deportes, a través de la Dirección General de Desarrollo Cultural, se centra en la descentralización de los procesos culturales, asegurando la salvaguarda y promoción de las expresiones culturales, tradiciones y patrimonio local.

Este proyecto se centra en la descentralización de los procesos culturales, asegurando la salvaguarda y promoción de las expresiones, tradiciones y patrimonio.

A lo largo de cinco fases, el proyecto busca involucrar a las autoridades edilicias, organizaciones de la sociedad civil y actores culturales locales, en un proceso colaborativo que refuerza la identidad y riqueza cultural de cada municipio.

La primera fase se enfoca en la vinculación entre el Ministerio de Cultura y Deportes con las autoridades municipales, asegurando el compromiso y aprobación del Concejo Municipal para formular la PCM.

En la segunda fase, se realizan encuentros presenciales en los municipios con la participación de actores culturales clave, en donde se discuten temas esenciales como las artes, patrimonio cultural y deporte, identificando problemáticas y soluciones para su desarrollo.

La tercera fase comprende la redacción de la propuesta de PCM, basada en la información recopilada durante los encuentros. Seguidamente, en la cuarta fase, se lleva a cabo un taller final para validar y corregir la propuesta antes de su presentación oficial al Concejo Municipal para su aprobación.

Finalmente, la quinta fase culmina con la entrega pública de las PCM a nivel nacional, un acto que formaliza el compromiso de las autoridades y actores culturales para la implementación de estas políticas. Este esfuerzo conjunto tiene como meta principal el rescate, la promoción y la preservación de la diversidad cultural y deportiva en cada municipio, fomentando el buen vivir y fortaleciendo el tejido social a través de la cultura.

Con estas acciones, la Política Cultural Municipal se consolida como una herramienta fundamental para el desarrollo sostenible de las comunidades locales, garantizando que las futuras generaciones puedan disfrutar y participar en la rica herencia cultural de sus municipios. Este 2024 se logra un éxito al acumular ya 130 PCM a nivel nacional. 

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Pueblos de mujeres y niños

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Patricia Letona
Innovación y Relacionamiento Estratégico

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¿Qué futuro le espera a un pueblo cuyo tejido social se ha roto, donde la mayor aspiración de sus jóvenes es encontrar los recursos necesarios para migrar?  

¿Cómo hemos fallado como país para que la migración se haya convertido en la principal opción para garantizar el sustento económico?  

Tan solo en el 2021, cerca de 300 mil guatemaltecos llegaron de manera irregular a la frontera sur con Estados Unidos, no todos lograron pasar. Muchos de ellos comprometieron todo su patrimonio familiar. 

Conozco a guatemaltecos migrantes  que desean regresar, pero no saben qué hacer al volver.

En lo profundo de Guatemala encontramos pueblos habitados casi en su totalidad por mujeres, niños y ancianos porque sus hombres y jóvenes ya han migrado. Estamos comprometiendo seriamente las posibilidades de nuestro país si no hacemos un alto e invertimos en la educación tanto de niñas como niños, de los jóvenes. No solo educación formal que de por sí es tan precaria, sino también en habilidades blandas y de desarrollo personal que les permitan encontrar oportunidades para desarrollar negocios en sus propias comunidades.

El impacto de esta fractura en el tejido social tiene dimensiones profundas. La migración no solo ha separado familias, sino que ha debilitado los lazos comunitarios que solían ser el pilar de la cohesión social en muchas aldeas guatemaltecas. La ausencia de los hombres ha reconfigurado la estructura familiar y ha impuesto mayores cargas sobre las mujeres, quienes, además de cuidar de sus hijos y del hogar, deben manejar la incertidumbre de si sus parejas lograrán enviar remesas regularmente y de si los volverán a ver.

Aunque las remesas son una fuente significativa de ingresos para muchas familias, no se traducen siempre en desarrollo económico sostenible ya que a menudo se destinan únicamente a cubrir necesidades básicas y consumo inmediato, en lugar de invertirse de manera productiva en negocios o ahorro a largo plazo. Sin conocimientos sobre cómo gestionar esos recursos de manera eficiente, las oportunidades para generar riqueza sostenible se ven reducidas. Esto perpetúa la dependencia económica y evita que las remesas se conviertan en un motor de desarrollo económico y social en las comunidades receptoras.

La dependencia económica de las remesas es otro factor preocupante. Si bien estas contribuyen a la economía familiar, no reemplazan la presencia emocional y física del padre o del joven migrante. A largo plazo, la migración de hombres podría transformar no solo la dinámica familiar, sino también la identidad misma de las comunidades.

Los niños crecen en un entorno donde la figura paterna o masculina está ausente, lo que afecta su desarrollo emocional y la transmisión de valores culturales y sociales.  

Desde un punto de vista económico, ya se siente con intensidad la falta de mano de obra en sectores como la construcción, la agricultura o el transporte, donde muchos trabajadores han optado por migrar.

Conozco a guatemaltecos migrantes que desean regresar, pero no saben qué hacer al volver. Preguntan: ¿Cómo puedo tener una vida digna en Guatemala? ¿Cómo puedo poner un negocio o encontrar un buen trabajo? Muchos han logrado regresar y salir adelante, pero no es tarea fácil. La falta de oportunidades sigue siendo un reto para aquellos que desean volver y construir una vida en su propio país. 

Es momento de que enfrentemos este fenómeno, no solo desde una perspectiva económica, sino desde una visión social y humana. La migración toca el corazón de nuestras comunidades. Sin hombres, sin jóvenes, los pueblos corren el riesgo de perder su esencia, y con ello, una parte fundamental de nuestra identidad como nación.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Por una salud mental plena: un llamado a la acción

Coyuntura y discapacidad

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Comunicación y Relaciones Públicas – CONADI

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud mental como “el bienestar que una persona experimenta como resultado de su buen funcionamiento en los aspectos cognoscitivos, afectivos y conductuales; en última instancia, el despliegue óptimo de sus potencialidades individuales para la convivencia, el trabajo y la recreación”. Este concepto nos recuerda que la salud mental no es solo la ausencia de trastornos, sino un estado integral de bienestar que abarca nuestras dimensiones emocional, psicológica y social.

Para el 2024, la celebración del Día Mundial de la Salud Mental será el 10 de octubre.

No podemos concebir la salud física sin cuidar la mental, ya que ambas están profundamente interrelacionadas. El bienestar mental influye directamente en el desarrollo personal, comunitario y socioeconómico, y es un factor clave en la calidad de vida. Por ello, debemos entender que cultivar la salud mental va más allá de evitar enfermedades, implica construir un equilibrio que nos permita desarrollarnos plenamente en todos los ámbitos de nuestra vida.

El autocuidado de la salud mental es importante, desde la niñez hasta la vejez. A lo largo de nuestra vida, enfrentamos desafíos y factores que pueden fortalecer o debilitar nuestra salud mental: desde la estructura social y el entorno en el que vivimos, hasta las circunstancias personales que nos afectan. Estos determinantes influyen directamente en nuestra capacidad para manejar el estrés, las emociones y las relaciones, por lo que debemos incluir en nuestra rutina diaria prácticas de autocuidado orientadas a mejorar tanto la salud física como la mental.

Es preocupante que el gasto destinado a los servicios de salud mental a nivel mundial representa solo un 2.8 por ciento del gasto total en salud. Esta insuficiencia ha contribuido al aumento de problemas de salud mental como la depresión y la ansiedad, que a su vez impactan negativamente en la salud física. Esto refleja una falta de atención hacia un problema que afecta a millones de personas.

Colaborador DCA
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