La Habana, Cuba | Héctor Velasco, AFP
Ni privatizaciones ni terapias de choque, Raúl Castro enfrió las expectativas de cambio en Cuba generadas por la reconciliación con Washington, y aseguró que el Estado seguirá manejando la economía al abrir el Séptimo Congreso del Partido Comunista (PCC).
El máximo órgano de decisión, que deliberará hasta el martes, deberá definir el rumbo para los próximos cinco años.
En un discurso televisado de poco más de dos horas, un Castro relajado en saco y sin corbata recortó las expectativas – más externas que internas – de un cambio acelerado en la isla tras el acercamiento político con Estados Unidos.
En el poder desde 2008, el mandatario lleva a cabo un proceso gradual de flexibilización del modelo económico de corte soviético (en el que el Estado controla el 80% de la actividad), a través de una cautelosa apertura al trabajo privado y las inversiones extranjeras.
El jefe de Estado justificó el ritmo lento de las reformas aduciendo el compromiso que asumió cinco décadas atrás la revolución con la población cubana, que hoy alcanza los 11.1 millones.
“Esta premisa, que se corresponde con el principio de que nadie quedará desamparado, condiciona en gran medida la velocidad de la actualización del modelo económico cubano, en lo cual es innegable la influencia de la crisis económica internacional y en particular los efectos de bloqueo (estadounidense) contra Cuba”, dijo Castro.
El mandatario de 84 años abrió el que debería ser su último Congreso del Partido Comunista de Cuba al frente del gobierno, ya que según ratificó dejará esa función en 2018.
Sin embargo, al igual que su hermano Fidel – próximo a cumplir 90 años y quien delegó el poder por enfermedad -, podrá seguir influenciando las decisiones dentro del sistema de partido único.
Además, volvió a insistir en el lastre que supone para la isla el embargo estadounidense vigente desde 1962, pese al levantamiento de algunas restricciones por parte del presidente Barack Obama, quien visitó la isla en marzo.
Aun así “las fórmulas neoliberales que propugnan la privatización acelerada del patrimonio estatal y de los servicios sociales, como la educación, la salud y la seguridad social nunca serán aplicadas en el socialismo cubano”, dijo.
Asimismo, enfatizó, la actividad estatal seguirá “siendo la forma principal de la economía” y “la empresa privada actuará en límites bien definidos”.
En ese sentido, advirtió sobre “las aspiraciones de poderosas fuerzas externas” de estimular el fin de la revolución mediante el “empoderamiento” del incipiente sector privado, pese a lo cual llamó a no satanizar como “contrarrevolucionarios” a los trabajadores independientes.
El analista Arturo López-Levy, politólogo de la Universidad de Texas de Rio Grande Valley, cree justamente que el reto del PCC es dar respuesta a “un grupo importante de la población” que “ya pasó la página de la era revolucionaria”.
“En lo económico este desafío implica construir una economía que otorgue mayores recursos para promover sus intereses cada vez más pluralizados”, escribió el experto en un artículo enviado a los medios.
Castro reconoció como el “obstáculo fundamental” en el llamado proceso de “actualización del modelo” el “lastre de la mentalidad obsoleta que conforma una actitud de inercia o de ausencia de confianza en el futuro”.
El Congreso debe elegir un nuevo Comité Central (116 miembros el actual) y al selecto Buró Político (14). Raúl Castro puede ser reelecto como primer secretario por un segundo y último período de cinco años.
El Presidente, que defendió el sistema de partido único frente a los llamados estadounidenses a la apertura política, propuso limitar a 60 años la edad para ingresar al Comité Central del PCC y a 70 años para ejercer cargos de dirección en esa organización.
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