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Río 2016

Brasil le canta al mundo su diversidad para inaugurar los Juegos de Río

Río de Janeiro AFP |

La matriarca octogenaria de la música brasileña en una fiesta funk de ágiles bailarines, la mayor selva amazónica del mundo en su descarnada lucha contra el asfalto, del brillo dorado de Gisele Bundchen al espíritu guerrero de las favelas: Río inauguró sus Juegos cantándole al mundo que es diferente, que es mezcla, que es vida.

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La matriarca octogenaria de la música brasileña en una fiesta funk de ágiles bailarines, la mayor selva amazónica del mundo en su descarnada lucha contra el asfalto, del brillo dorado de Gisele Bundchen al espíritu guerrero de las favelas: Río inauguró sus Juegos cantándole al mundo que es diferente, que es mezcla, que es vida

La cidade maravilhosa se presentó desde el aire, con un video que mostraba que los aros olímpicos han venido al lugar adecuado, una tierra que ama al deporte, al aire libre y a esa exuberante belleza suya que tantos han amado. 

Mientras en la pista se escenificaba un enorme símbolo de la paz en verde y con un árbol dentro, una batucada con fuegos de artificio ensordeció a un Maracaná todavía a la expectativa, hasta que sonó su voz.

Brasil, ese gigante sin fin, hijo de la diversidad, de la batalla por la supervivencia, donde a la alegría y al dolor se le pone música se presentó a al mundo con la voz de Paulinho da Viola. El señor de la samba, pegado a su guitarra cantó ante miles de millones de espectadores, el himno nacional con la delicadeza y la intimidad de una canción de amor.  

Pero desde hace meses este Brasil convulso no suena apacible, sacudido por la crisis y la incertidumbre. Quizás por eso la organización prefirió presentar únicamente al presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Tomas Bach, y ahorrarse el saludo al presidente interino del país, Michel Temer, como estaba previsto.

El Comité se ha cansado de repetir que la política quedaba fuera de los Juegos, aunque sea por esta noche, y el gigante sudamericano se dedicó a contar su historia, la del quinto país más grande del mundo, hogar de 206 millones de habitantes y de la mayor biodiversidad del planeta en su inmensa selva amazónica. 

La garota dorada

Un grupo de bailarines indígenas realizaron danzas tradicionales y los portugueses arribaron en sus carabelas, mientras que, atrapados en inmensas ruedas rojas, acróbatas recordaron el sudor y el sufrimiento de los esclavos negros en los arados, y el peso de los grilletes de la dominación. 

Son el corazón negro de Brasil, herido por casi 400 años de esclavitud y que aún lucha por la igualdad en un país que, fuera de la ceremonia, en la vida real, celebra su diversidad, pero no la mete en casa. 

De repente, el piso del Maracaná se convirtió en un juego geométrico donde los edificios surgían veloces del suelo, cada vez más altos, cada vez más juntos, como en sus grandes megalópolis al ejemplo de Sao Paulo, la mayor ciudad del Hemisferio Sur.

A esos amasijos de cemento, hogar de la mayoría de los brasileños, llegó a recoger a los 3 mil millones de espectadores el inventor Santos Dumont, uno de los pioneros de la aviación, que puso al servicio de la ceremonia su histórica nave. 

La 14 Bis despegó desde el suelo del Maracaná para un viaje aéreo por el Rio más tropical, el del imaginario colectivo, esa ciudad sensual y llena de curvas como las ondas de Copacabana. 

Y si al mítico compositor Tom Jobim no se le comprendía sin Rio, un canto a esta ciudad no se entiende sin sus acordes. 

En la apertura de los Juegos, su romanticismo con sabor al mar carioca se mezcló con el brillo de Gisele Bundchen, la supermodelo más cotizada del mundo, la cara de un Brasil luminoso e internacional, que con sus largas piernas y un destealleante vestido dorado se apoderó del templo del fútbol. 

Sus 180 centímetros se mecieron como nunca al desfilar al son de la icónica Garota de Ipanema de Jobim, interpretada por su nieto a un piano que acabó apagando la potente Ludmilla.

«Yo sólo quiero ser feliz/ Andar tranquilamente/ en la favela en que nací y poder enorgullecerme/ y tener consciencia de que el pobre tiene su lugar», cantó la famosa intérprete funk, que armó una fiesta llena de ágiles bailarines de hip hop, como las que cada fin de semana reúnen a miles de jóvenes de las periferias.

Sólo que a ésta se apuntó Elza Soares, la gran dama de la música nacional, que a sus 86 años entonó un tributo a las religiones afro-brasileñas, mezclado con los nuevos ritmos.

La celebración, sin embargo, alcanzó el zénit cuando el Maracaná se puso a moverse junto a los mil 500 bailarines al son del himno popular «País tropical». 

Entonces llegó el turno de la mayoría de los alrededor de 11 mil deportistas que competirán en los Juegos, de ellos es ahora la ciudad hasta el 21 de agosto. 

Desde Grecia hasta la anfitriona Brasil, desfilaron los 206 países participantes, incluida la inédita delegación de refugiados bajo la bandera olímpica ante un estadio entregado. Un pequeño guiño al mundo que sigue sangrando, al que hoy no apuntan los focos.

Un pedazo de ellos es hoy olímpico, como este Brasil que lucha de nuevo por recomponerse, pero que hoy está de fiesta.

Después de 120 años de espera, Sudamérica albergará sus primeros Juegos Olímpicos.

 

 

Bryan Anton
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Río 2016

Adiós a Río

Así como comenzaron, terminaron: una fiesta al mejor estilo carioca, un carnaval. La samba y otros deliciosos ritmos brasileños retumbaron ayer en el Estadio Maracaná para despedir los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y empezar la cuenta regresiva a Tokio 2020.

Publicado

-

Por

Así como comenzaron, terminaron: una fiesta al mejor estilo carioca, un carnaval. La samba y otros deliciosos ritmos brasileños retumbaron ayer en el Estadio Maracaná para despedir los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y empezar la cuenta regresiva a Tokio 2020.
 
De las bellezas naturales y la música brasileña a un baño de tecnología japonés, todo en una misma noche. Las justas le dicen adiós a la Cidade Maravilhosa de la samba y el carnaval, y le dice hola a la dinámica Tokio, que dejó a más de uno animado para la fiesta que se celebrará en cuatro años al otro lado del mundo.
 
“Estos juegos fueron maravillosos en una ciudad maravillosa”, dijo el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) Thomas Bach, antes de que declarara cerrados los XXXI Juegos Olímpicos de la Era Moderna. “Bye bye, Río!”, expresó Bach después de homenajear a los atletas, voluntarios y a los cariocas.

La música fue variada, de samba a forró, la música típica del noreste brasileño, tocada por la banda Santa Massa y el DJ Dolores.
 
Asimismo fueron presentados los deportistas que entrarán a formar parte del COI, entre los que destaca la Zarina de la pértiga Yelena Isinbayeva, quien se quedó a las puertas de cerrar su brillante carrera en Río, por la suspensión del atletismo ruso.
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Río 2016

Adiós a Río

Así como comenzaron, terminaron: una fiesta al mejor estilo carioca, un carnaval. La samba y otros deliciosos ritmos brasileños retumbaron ayer en el Estadio Maracaná para despedir los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y empezar la cuenta regresiva a Tokio 2020.

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Así como comenzaron, terminaron: una fiesta al mejor estilo carioca, un carnaval. La samba y otros deliciosos ritmos brasileños retumbaron ayer en el Estadio Maracaná para despedir los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y empezar la cuenta regresiva a Tokio 2020.
 
De las bellezas naturales y la música brasileña a un baño de tecnología japonés, todo en una misma noche. Las justas le dicen adiós a la Cidade Maravilhosa de la samba y el carnaval, y le dice hola a la dinámica Tokio, que dejó a más de uno animado para la fiesta que se celebrará en cuatro años al otro lado del mundo.
 
“Estos juegos fueron maravillosos en una ciudad maravillosa”, dijo el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) Thomas Bach, antes de que declarara cerrados los XXXI Juegos Olímpicos de la Era Moderna. “Bye bye, Río!”, expresó Bach después de homenajear a los atletas, voluntarios y a los cariocas.

La música fue variada, de samba a forró, la música típica del noreste brasileño, tocada por la banda Santa Massa y el DJ Dolores.
 
Asimismo fueron presentados los deportistas que entrarán a formar parte del COI, entre los que destaca la Zarina de la pértiga Yelena Isinbayeva, quien se quedó a las puertas de cerrar su brillante carrera en Río, por la suspensión del atletismo ruso.
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Río 2016

Con sabor agridulce

La bondad de los tiempos y la tenacidad de las piernas con el paso de los años son más duras con el verapacense José Amado García, quien ayer firmó su cuarta participación consecutiva en Juegos Olímpicos. 

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-

La bondad de los tiempos y la tenacidad de las piernas con el paso de los años son más duras con el verapacense José Amado García, quien ayer firmó su cuarta participación consecutiva en Juegos Olímpicos. 

 
En el Sambódromo, en Río de Janeiro, donde entre febrero y marzo el mundo centra su atención por el carnaval, Amado ingresó en el lugar 118 del maratón con un tiempo de 2 horas, 30 minutos y 11 segundos, luego de un recorrido acompañado por la lluvia.
 
Con camiseta azul, pantaloneta negra, tenis verdes fluorescentes y con el coraje que lo caracteriza para comerse el asfalto, García emprendió la marcha junto a otros 154 atletas con el afán de pulverizar sus propias marcas y ser parte del cierre de las justas.
 
Aunque no logró batir su mejor registro de Londres 2012, cuando ingresó en el lugar 38, con cronometro de 2 horas, 18 minutos y 23 segundos, completó el extenuante trayecto de 42.195 kilómetros, desempeño, que a su criterio, le dejó un sabor agridulce. “Nunca encontré el ritmo en el asfalto, desde el kilómetro 25, solo pensé en llegar. No fue mi día, no hice nada de lo que había planeado. El atletismo me ha educado, tengo aún por aprender, esto no termina aquí”, lamentó García.  
 
A sus 38 años, el corazón de Amado se resiste a decirle adiós a la disciplina que le ha dado tantas satisfacciones, entre ellas la plata en los Juegos Panamericanos en la Ciudad Maravillosa, precisamente en tierras cariocas, hace 9 años. 
 
¿Le queda una asignatura pendiente? Solo García sabe, pero mientras se sacude el cansancio del maratón olímpico, siga con el apoyo de los entes correspondientes y los patrocinadores, a decir de él, su mente analiza si le apunta a Tokio 2020. 
 
Trujillo se estrena
 
Juan Carlos Trujillo, estadounidense, de padres guatemaltecos se convirtió en el noveno exponente del maratón nacional en las justas desde Helsinki 1952. 
 
Trujillo, ingresó en la meta en la posición 67, con tiempo de 2 horas, 20 minutos y 24 segundos, a 11:40 del keniata Eliud Kipchoge, ganador de la medalla de oro. 
 
“Me siento orgulloso porque representé al país de mis raíces, de mis padres. Llegar a la meta con salud y con todos los corredores del mundo, es motivo de felicidad”, dijo el atleta de 31 años.
Bryan Anton
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Directorio

  • Dirección General: Carlos Morales Monzón
  • Coordinación General de Redacción: Miguel González Moraga
  • Coordinación de Información: Mario Antonio Ramos
  • Editores: Carlos Ajanel Soberanis, Jose Pelico, Fernando Quiñonez, Katheryn Ibarra y Max Pérez
  • Página Web: Magaly Alvarado

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Brasil le canta al mundo su diversidad para inaugurar los Juegos de Río

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La matriarca octogenaria de la música brasileña en una fiesta funk de ágiles bailarines, la mayor selva amazónica del mundo en su descarnada lucha contra el asfalto, del brillo dorado de Gisele Bundchen al espíritu guerrero de las favelas: Río inauguró sus Juegos cantándole al mundo que es diferente, que es mezcla, que es vida. 

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La matriarca octogenaria de la música brasileña en una fiesta funk de ágiles bailarines, la mayor selva amazónica del mundo en su descarnada lucha contra el asfalto, del brillo dorado de Gisele Bundchen al espíritu guerrero de las favelas: Río inauguró sus Juegos cantándole al mundo que es diferente, que es mezcla, que es vida.  

La cidade maravilhosa se presentó desde el aire, con un video que mostraba que los aros olímpicos han venido al lugar adecuado, una tierra que ama al deporte, al aire libre y a esa exuberante belleza suya que tantos han amado. 

Mientras en la pista se escenificaba un enorme símbolo de la paz en verde y con un árbol dentro, una batucada con fuegos de artificio ensordeció a un Maracaná todavía a la expectativa, hasta que sonó su voz.

Brasil, ese gigante sin fin, hijo de la diversidad, de la batalla por la supervivencia, donde a la alegría y al dolor se le pone música se presentó a al mundo con la voz de Paulinho da Viola. El señor de la samba, pegado a su guitarra cantó ante miles de millones de espectadores, el himno nacional con la delicadeza y la intimidad de una canción de amor.  

Pero desde hace meses este Brasil convulso no suena apacible, sacudido por la crisis y la incertidumbre. Quizás por eso la organización prefirió presentar únicamente al presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Tomas Bach, y ahorrarse el saludo al presidente interino del país, Michel Temer, como estaba previsto.

El Comité se ha cansado de repetir que la política quedaba fuera de los Juegos, aunque sea por esta noche, y el gigante sudamericano se dedicó a contar su historia, la del quinto país más grande del mundo, hogar de 206 millones de habitantes y de la mayor biodiversidad del planeta en su inmensa selva amazónica. 

La garota dorada

Un grupo de bailarines indígenas realizaron danzas tradicionales y los portugueses arribaron en sus carabelas, mientras que, atrapados en inmensas ruedas rojas, acróbatas recordaron el sudor y el sufrimiento de los esclavos negros en los arados, y el peso de los grilletes de la dominación. 

Son el corazón negro de Brasil, herido por casi 400 años de esclavitud y que aún lucha por la igualdad en un país que, fuera de la ceremonia, en la vida real, celebra su diversidad, pero no la mete en casa. 

De repente, el piso del Maracaná se convirtió en un juego geométrico donde los edificios surgían veloces del suelo, cada vez más altos, cada vez más juntos, como en sus grandes megalópolis al ejemplo de Sao Paulo, la mayor ciudad del Hemisferio Sur.

A esos amasijos de cemento, hogar de la mayoría de los brasileños, llegó a recoger a los 3 mil millones de espectadores el inventor Santos Dumont, uno de los pioneros de la aviación, que puso al servicio de la ceremonia su histórica nave. 

La 14 Bis despegó desde el suelo del Maracaná para un viaje aéreo por el Rio más tropical, el del imaginario colectivo, esa ciudad sensual y llena de curvas como las ondas de Copacabana. 

Y si al mítico compositor Tom Jobim no se le comprendía sin Río, un canto a esta ciudad no se entiende sin sus acordes. 

En la apertura de los Juegos, su romanticismo con sabor al mar carioca se mezcló con el brillo de Gisele Bundchen, la supermodelo más cotizada del mundo, la cara de un Brasil luminoso e internacional, que con sus largas piernas y un destealleante vestido dorado se apoderó del templo del fútbol. 

Sus 180 centímetros se mecieron como nunca al desfilar al son de la icónica Garota de Ipanema de Jobim, interpretada por su nieto a un piano que acabó apagando la potente Ludmilla.

«Yo sólo quiero ser feliz/ Andar tranquilamente/ en la favela en que nací y poder enorgullecerme/ y tener consciencia de que el pobre tiene su lugar», cantó la famosa intérprete funk, que armó una fiesta llena de ágiles bailarines de hip hop, como las que cada fin de semana reúnen a miles de jóvenes de las periferias.

Sólo que a ésta se apuntó Elza Soares, la gran dama de la música nacional, que a sus 86 años entonó un tributo a las religiones afro-brasileñas, mezclado con los nuevos ritmos.

La celebración, sin embargo, alcanzó el zénit cuando el Maracaná se puso a moverse junto a los mil 500 bailarines al son del himno popular «País tropical». 

Entonces llegó el turno de la mayoría de los alrededor de 11 mil deportistas que competirán en los Juegos, de ellos es ahora la ciudad hasta el 21 de agosto. 

Desde Grecia hasta la anfitriona Brasil, desfilaron los 206 países participantes, incluida la inédita delegación de refugiados bajo la bandera olímpica ante un estadio entregado. Un pequeño guiño al mundo que sigue sangrando, al que hoy no apuntan los focos.

Un pedazo de ellos es hoy olímpico, como este Brasil que lucha de nuevo por recomponerse, pero que hoy está de fiesta.

Después de 120 años de espera, Sudamérica albergará sus primeros Juegos Olímpicos.

 

 

 

Brasil le canta al mundo su diversidad para inaugurar los Juegos de Rio

 

Río de Janeiro AFP |

 

La matriarca octogenaria de la música brasileña en una fiesta funk de ágiles bailarines, la mayor selva amazónica del mundo en su descarnada lucha contra el asfalto, del brillo dorado de Gisele Bundchen al espíritu guerrero de las favelas: Rio inauguró sus Juegos cantándole al mundo que es diferente, que es mezcla, que es vida. 

 

La cidade maravilhosa se presentó desde el aire, con un video que mostraba que los aros olímpicos han venido al lugar adecuado, una tierra que ama al deporte, al aire libre y a esa exuberante belleza suya que tantos han amado. 

 

Mientras en la pista se escenificaba un enorme símbolo de la paz en verde y con un árbol dentro, una batucada con fuegos de artificio ensordeció a un Maracaná todavía a la expectativa, hasta que sonó su voz.

 

Brasil, ese gigante sin fin, hijo de la diversidad, de la batalla por la supervivencia, donde a la alegría y al dolor se le pone música se presentó a al mundo con la voz de Paulinho da Viola. El señor de la samba, pegado a su guitarra cantó ante miles de millones de espectadores, el himno nacional con la delicadeza y la intimidad de una canción de amor.  

 

Pero desde hace meses este Brasil convulso no suena apacible, sacudido por la crisis y la incertidumbre. Quizás por eso la organización prefirió presentar únicamente al presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Tomas Bach, y ahorrarse el saludo al presidente interino del país, Michel Temer, como estaba previsto.

 

El Comité se ha cansado de repetir que la política quedaba fuera de los Juegos, aunque sea por esta noche, y el gigante sudamericano se dedicó a contar su historia, la del quinto país más grande del mundo, hogar de 206 millones de habitantes y de la mayor biodiversidad del planeta en su inmensa selva amazónica. 

 

La garota dorada

 

Un grupo de bailarines indígenas realizaron danzas tradicionales y los portugueses arribaron en sus carabelas, mientras que, atrapados en inmensas ruedas rojas, acróbatas recordaron el sudor y el sufrimiento de los esclavos negros en los arados, y el peso de los grilletes de la dominación. 

 

Son el corazón negro de Brasil, herido por casi 400 años de esclavitud y que aún lucha por la igualdad en un país que, fuera de la ceremonia, en la vida real, celebra su diversidad, pero no la mete en casa. 

 

De repente, el piso del Maracaná se convirtió en un juego geométrico donde los edificios surgían veloces del suelo, cada vez más altos, cada vez más juntos, como en sus grandes megalópolis al ejemplo de Sao Paulo, la mayor ciudad del Hemisferio Sur.

 

A esos amasijos de cemento, hogar de la mayoría de los brasileños, llegó a recoger a los 3 mil millones de espectadores el inventor Santos Dumont, uno de los pioneros de la aviación, que puso al servicio de la ceremonia su histórica nave. 

 

La 14 Bis despegó desde el suelo del Maracaná para un viaje aéreo por el Rio más tropical, el del imaginario colectivo, esa ciudad sensual y llena de curvas como las ondas de Copacabana. 

 

Y si al mítico compositor Tom Jobim no se le comprendía sin Rio, un canto a esta ciudad no se entiende sin sus acordes. 

 

En la apertura de los Juegos, su romanticismo con sabor al mar carioca se mezcló con el brillo de Gisele Bundchen, la supermodelo más cotizada del mundo, la cara de un Brasil luminoso e internacional, que con sus largas piernas y un destealleante vestido dorado se apoderó del templo del fútbol. 

 

Sus 180 centímetros se mecieron como nunca al desfilar al son de la icónica Garota de Ipanema de Jobim, interpretada por su nieto a un piano que acabó apagando la potente Ludmilla.

 

«Yo sólo quiero ser feliz/ Andar tranquilamente/ en la favela en que nací y poder enorgullecerme/ y tener consciencia de que el pobre tiene su lugar», cantó la famosa intérprete funk, que armó una fiesta llena de ágiles bailarines de hip hop, como las que cada fin de semana reúnen a miles de jóvenes de las periferias.

 

Sólo que a ésta se apuntó Elza Soares, la gran dama de la música nacional, que a sus 86 años entonó un tributo a las religiones afro-brasileñas, mezclado con los nuevos ritmos.

 

La celebración, sin embargo, alcanzó el zénit cuando el Maracaná se puso a moverse junto a los mil 500 bailarines al son del himno popular «País tropical». 

 

Entonces llegó el turno de la mayoría de los alrededor de 11.000 deportistas que competirán en los Juegos, de ellos es ahora la ciudad hasta el 21 de agosto. 

 

Desde Grecia hasta la anfitriona Brasil, desfilaron los 206 países participantes, incluida la inédita delegación de refugiados bajo la bandera olímpica ante un estadio entregado. Un pequeño guiño al mundo que sigue sangrando, al que hoy no apuntan los focos.

 

Un pedazo de ellos es hoy olímpico, como este Brasil que lucha de nuevo por recomponerse, pero que hoy está de fiesta.

 

Después de 120 años de espera, Sudamérica albergará sus primeros Juegos Olímpicos.

 

 

Bryan Anton
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Adiós a Río

Así como comenzaron, terminaron: una fiesta al mejor estilo carioca, un carnaval. La samba y otros deliciosos ritmos brasileños retumbaron ayer en el Estadio Maracaná para despedir los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y empezar la cuenta regresiva a Tokio 2020.

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Así como comenzaron, terminaron: una fiesta al mejor estilo carioca, un carnaval. La samba y otros deliciosos ritmos brasileños retumbaron ayer en el Estadio Maracaná para despedir los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y empezar la cuenta regresiva a Tokio 2020.
 
De las bellezas naturales y la música brasileña a un baño de tecnología japonés, todo en una misma noche. Las justas le dicen adiós a la Cidade Maravilhosa de la samba y el carnaval, y le dice hola a la dinámica Tokio, que dejó a más de uno animado para la fiesta que se celebrará en cuatro años al otro lado del mundo.
 
“Estos juegos fueron maravillosos en una ciudad maravillosa”, dijo el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) Thomas Bach, antes de que declarara cerrados los XXXI Juegos Olímpicos de la Era Moderna. “Bye bye, Río!”, expresó Bach después de homenajear a los atletas, voluntarios y a los cariocas.

La música fue variada, de samba a forró, la música típica del noreste brasileño, tocada por la banda Santa Massa y el DJ Dolores.
 
Asimismo fueron presentados los deportistas que entrarán a formar parte del COI, entre los que destaca la Zarina de la pértiga Yelena Isinbayeva, quien se quedó a las puertas de cerrar su brillante carrera en Río, por la suspensión del atletismo ruso.
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Adiós a Río

Así como comenzaron, terminaron: una fiesta al mejor estilo carioca, un carnaval. La samba y otros deliciosos ritmos brasileños retumbaron ayer en el Estadio Maracaná para despedir los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y empezar la cuenta regresiva a Tokio 2020.

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Así como comenzaron, terminaron: una fiesta al mejor estilo carioca, un carnaval. La samba y otros deliciosos ritmos brasileños retumbaron ayer en el Estadio Maracaná para despedir los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y empezar la cuenta regresiva a Tokio 2020.
 
De las bellezas naturales y la música brasileña a un baño de tecnología japonés, todo en una misma noche. Las justas le dicen adiós a la Cidade Maravilhosa de la samba y el carnaval, y le dice hola a la dinámica Tokio, que dejó a más de uno animado para la fiesta que se celebrará en cuatro años al otro lado del mundo.
 
“Estos juegos fueron maravillosos en una ciudad maravillosa”, dijo el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) Thomas Bach, antes de que declarara cerrados los XXXI Juegos Olímpicos de la Era Moderna. “Bye bye, Río!”, expresó Bach después de homenajear a los atletas, voluntarios y a los cariocas.

La música fue variada, de samba a forró, la música típica del noreste brasileño, tocada por la banda Santa Massa y el DJ Dolores.
 
Asimismo fueron presentados los deportistas que entrarán a formar parte del COI, entre los que destaca la Zarina de la pértiga Yelena Isinbayeva, quien se quedó a las puertas de cerrar su brillante carrera en Río, por la suspensión del atletismo ruso.
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Con sabor agridulce

La bondad de los tiempos y la tenacidad de las piernas con el paso de los años son más duras con el verapacense José Amado García, quien ayer firmó su cuarta participación consecutiva en Juegos Olímpicos. 

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La bondad de los tiempos y la tenacidad de las piernas con el paso de los años son más duras con el verapacense José Amado García, quien ayer firmó su cuarta participación consecutiva en Juegos Olímpicos. 

 
En el Sambódromo, en Río de Janeiro, donde entre febrero y marzo el mundo centra su atención por el carnaval, Amado ingresó en el lugar 118 del maratón con un tiempo de 2 horas, 30 minutos y 11 segundos, luego de un recorrido acompañado por la lluvia.
 
Con camiseta azul, pantaloneta negra, tenis verdes fluorescentes y con el coraje que lo caracteriza para comerse el asfalto, García emprendió la marcha junto a otros 154 atletas con el afán de pulverizar sus propias marcas y ser parte del cierre de las justas.
 
Aunque no logró batir su mejor registro de Londres 2012, cuando ingresó en el lugar 38, con cronometro de 2 horas, 18 minutos y 23 segundos, completó el extenuante trayecto de 42.195 kilómetros, desempeño, que a su criterio, le dejó un sabor agridulce. “Nunca encontré el ritmo en el asfalto, desde el kilómetro 25, solo pensé en llegar. No fue mi día, no hice nada de lo que había planeado. El atletismo me ha educado, tengo aún por aprender, esto no termina aquí”, lamentó García.  
 
A sus 38 años, el corazón de Amado se resiste a decirle adiós a la disciplina que le ha dado tantas satisfacciones, entre ellas la plata en los Juegos Panamericanos en la Ciudad Maravillosa, precisamente en tierras cariocas, hace 9 años. 
 
¿Le queda una asignatura pendiente? Solo García sabe, pero mientras se sacude el cansancio del maratón olímpico, siga con el apoyo de los entes correspondientes y los patrocinadores, a decir de él, su mente analiza si le apunta a Tokio 2020. 
 
Trujillo se estrena
 
Juan Carlos Trujillo, estadounidense, de padres guatemaltecos se convirtió en el noveno exponente del maratón nacional en las justas desde Helsinki 1952. 
 
Trujillo, ingresó en la meta en la posición 67, con tiempo de 2 horas, 20 minutos y 24 segundos, a 11:40 del keniata Eliud Kipchoge, ganador de la medalla de oro. 
 
“Me siento orgulloso porque representé al país de mis raíces, de mis padres. Llegar a la meta con salud y con todos los corredores del mundo, es motivo de felicidad”, dijo el atleta de 31 años.
Bryan Anton
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Brasil le canta al mundo su diversidad para inaugurar los Juegos de Río

Río de Janeiro AFP |

La matriarca octogenaria de la música brasileña en una fiesta funk de ágiles bailarines, la mayor selva amazónica del mundo en su descarnada lucha contra el asfalto, del brillo dorado de Gisele Bundchen al espíritu guerrero de las favelas: Río inauguró sus Juegos cantándole al mundo que es diferente, que es mezcla, que es vida. 

Publicado

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La matriarca octogenaria de la música brasileña en una fiesta funk de ágiles bailarines, la mayor selva amazónica del mundo en su descarnada lucha contra el asfalto, del brillo dorado de Gisele Bundchen al espíritu guerrero de las favelas: Río inauguró sus Juegos cantándole al mundo que es diferente, que es mezcla, que es vida.  

La cidade maravilhosa se presentó desde el aire, con un video que mostraba que los aros olímpicos han venido al lugar adecuado, una tierra que ama al deporte, al aire libre y a esa exuberante belleza suya que tantos han amado. 

Mientras en la pista se escenificaba un enorme símbolo de la paz en verde y con un árbol dentro, una batucada con fuegos de artificio ensordeció a un Maracaná todavía a la expectativa, hasta que sonó su voz.

Brasil, ese gigante sin fin, hijo de la diversidad, de la batalla por la supervivencia, donde a la alegría y al dolor se le pone música se presentó a al mundo con la voz de Paulinho da Viola. El señor de la samba, pegado a su guitarra cantó ante miles de millones de espectadores, el himno nacional con la delicadeza y la intimidad de una canción de amor.  

Pero desde hace meses este Brasil convulso no suena apacible, sacudido por la crisis y la incertidumbre. Quizás por eso la organización prefirió presentar únicamente al presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Tomas Bach, y ahorrarse el saludo al presidente interino del país, Michel Temer, como estaba previsto.

El Comité se ha cansado de repetir que la política quedaba fuera de los Juegos, aunque sea por esta noche, y el gigante sudamericano se dedicó a contar su historia, la del quinto país más grande del mundo, hogar de 206 millones de habitantes y de la mayor biodiversidad del planeta en su inmensa selva amazónica. 

La garota dorada

Un grupo de bailarines indígenas realizaron danzas tradicionales y los portugueses arribaron en sus carabelas, mientras que, atrapados en inmensas ruedas rojas, acróbatas recordaron el sudor y el sufrimiento de los esclavos negros en los arados, y el peso de los grilletes de la dominación. 

Son el corazón negro de Brasil, herido por casi 400 años de esclavitud y que aún lucha por la igualdad en un país que, fuera de la ceremonia, en la vida real, celebra su diversidad, pero no la mete en casa. 

De repente, el piso del Maracaná se convirtió en un juego geométrico donde los edificios surgían veloces del suelo, cada vez más altos, cada vez más juntos, como en sus grandes megalópolis al ejemplo de Sao Paulo, la mayor ciudad del Hemisferio Sur.

A esos amasijos de cemento, hogar de la mayoría de los brasileños, llegó a recoger a los 3 mil millones de espectadores el inventor Santos Dumont, uno de los pioneros de la aviación, que puso al servicio de la ceremonia su histórica nave. 

La 14 Bis despegó desde el suelo del Maracaná para un viaje aéreo por el Rio más tropical, el del imaginario colectivo, esa ciudad sensual y llena de curvas como las ondas de Copacabana. 

Y si al mítico compositor Tom Jobim no se le comprendía sin Río, un canto a esta ciudad no se entiende sin sus acordes. 

En la apertura de los Juegos, su romanticismo con sabor al mar carioca se mezcló con el brillo de Gisele Bundchen, la supermodelo más cotizada del mundo, la cara de un Brasil luminoso e internacional, que con sus largas piernas y un destealleante vestido dorado se apoderó del templo del fútbol. 

Sus 180 centímetros se mecieron como nunca al desfilar al son de la icónica Garota de Ipanema de Jobim, interpretada por su nieto a un piano que acabó apagando la potente Ludmilla.

«Yo sólo quiero ser feliz/ Andar tranquilamente/ en la favela en que nací y poder enorgullecerme/ y tener consciencia de que el pobre tiene su lugar», cantó la famosa intérprete funk, que armó una fiesta llena de ágiles bailarines de hip hop, como las que cada fin de semana reúnen a miles de jóvenes de las periferias.

Sólo que a ésta se apuntó Elza Soares, la gran dama de la música nacional, que a sus 86 años entonó un tributo a las religiones afro-brasileñas, mezclado con los nuevos ritmos.

La celebración, sin embargo, alcanzó el zénit cuando el Maracaná se puso a moverse junto a los mil 500 bailarines al son del himno popular «País tropical». 

Entonces llegó el turno de la mayoría de los alrededor de 11 mil deportistas que competirán en los Juegos, de ellos es ahora la ciudad hasta el 21 de agosto. 

Desde Grecia hasta la anfitriona Brasil, desfilaron los 206 países participantes, incluida la inédita delegación de refugiados bajo la bandera olímpica ante un estadio entregado. Un pequeño guiño al mundo que sigue sangrando, al que hoy no apuntan los focos.

Un pedazo de ellos es hoy olímpico, como este Brasil que lucha de nuevo por recomponerse, pero que hoy está de fiesta.

Después de 120 años de espera, Sudamérica albergará sus primeros Juegos Olímpicos.

 

 

 

Brasil le canta al mundo su diversidad para inaugurar los Juegos de Rio

 

Río de Janeiro AFP |

 

La matriarca octogenaria de la música brasileña en una fiesta funk de ágiles bailarines, la mayor selva amazónica del mundo en su descarnada lucha contra el asfalto, del brillo dorado de Gisele Bundchen al espíritu guerrero de las favelas: Rio inauguró sus Juegos cantándole al mundo que es diferente, que es mezcla, que es vida. 

 

La cidade maravilhosa se presentó desde el aire, con un video que mostraba que los aros olímpicos han venido al lugar adecuado, una tierra que ama al deporte, al aire libre y a esa exuberante belleza suya que tantos han amado. 

 

Mientras en la pista se escenificaba un enorme símbolo de la paz en verde y con un árbol dentro, una batucada con fuegos de artificio ensordeció a un Maracaná todavía a la expectativa, hasta que sonó su voz.

 

Brasil, ese gigante sin fin, hijo de la diversidad, de la batalla por la supervivencia, donde a la alegría y al dolor se le pone música se presentó a al mundo con la voz de Paulinho da Viola. El señor de la samba, pegado a su guitarra cantó ante miles de millones de espectadores, el himno nacional con la delicadeza y la intimidad de una canción de amor.  

 

Pero desde hace meses este Brasil convulso no suena apacible, sacudido por la crisis y la incertidumbre. Quizás por eso la organización prefirió presentar únicamente al presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Tomas Bach, y ahorrarse el saludo al presidente interino del país, Michel Temer, como estaba previsto.

 

El Comité se ha cansado de repetir que la política quedaba fuera de los Juegos, aunque sea por esta noche, y el gigante sudamericano se dedicó a contar su historia, la del quinto país más grande del mundo, hogar de 206 millones de habitantes y de la mayor biodiversidad del planeta en su inmensa selva amazónica. 

 

La garota dorada

 

Un grupo de bailarines indígenas realizaron danzas tradicionales y los portugueses arribaron en sus carabelas, mientras que, atrapados en inmensas ruedas rojas, acróbatas recordaron el sudor y el sufrimiento de los esclavos negros en los arados, y el peso de los grilletes de la dominación. 

 

Son el corazón negro de Brasil, herido por casi 400 años de esclavitud y que aún lucha por la igualdad en un país que, fuera de la ceremonia, en la vida real, celebra su diversidad, pero no la mete en casa. 

 

De repente, el piso del Maracaná se convirtió en un juego geométrico donde los edificios surgían veloces del suelo, cada vez más altos, cada vez más juntos, como en sus grandes megalópolis al ejemplo de Sao Paulo, la mayor ciudad del Hemisferio Sur.

 

A esos amasijos de cemento, hogar de la mayoría de los brasileños, llegó a recoger a los 3 mil millones de espectadores el inventor Santos Dumont, uno de los pioneros de la aviación, que puso al servicio de la ceremonia su histórica nave. 

 

La 14 Bis despegó desde el suelo del Maracaná para un viaje aéreo por el Rio más tropical, el del imaginario colectivo, esa ciudad sensual y llena de curvas como las ondas de Copacabana. 

 

Y si al mítico compositor Tom Jobim no se le comprendía sin Rio, un canto a esta ciudad no se entiende sin sus acordes. 

 

En la apertura de los Juegos, su romanticismo con sabor al mar carioca se mezcló con el brillo de Gisele Bundchen, la supermodelo más cotizada del mundo, la cara de un Brasil luminoso e internacional, que con sus largas piernas y un destealleante vestido dorado se apoderó del templo del fútbol. 

 

Sus 180 centímetros se mecieron como nunca al desfilar al son de la icónica Garota de Ipanema de Jobim, interpretada por su nieto a un piano que acabó apagando la potente Ludmilla.

 

«Yo sólo quiero ser feliz/ Andar tranquilamente/ en la favela en que nací y poder enorgullecerme/ y tener consciencia de que el pobre tiene su lugar», cantó la famosa intérprete funk, que armó una fiesta llena de ágiles bailarines de hip hop, como las que cada fin de semana reúnen a miles de jóvenes de las periferias.

 

Sólo que a ésta se apuntó Elza Soares, la gran dama de la música nacional, que a sus 86 años entonó un tributo a las religiones afro-brasileñas, mezclado con los nuevos ritmos.

 

La celebración, sin embargo, alcanzó el zénit cuando el Maracaná se puso a moverse junto a los mil 500 bailarines al son del himno popular «País tropical». 

 

Entonces llegó el turno de la mayoría de los alrededor de 11.000 deportistas que competirán en los Juegos, de ellos es ahora la ciudad hasta el 21 de agosto. 

 

Desde Grecia hasta la anfitriona Brasil, desfilaron los 206 países participantes, incluida la inédita delegación de refugiados bajo la bandera olímpica ante un estadio entregado. Un pequeño guiño al mundo que sigue sangrando, al que hoy no apuntan los focos.

 

Un pedazo de ellos es hoy olímpico, como este Brasil que lucha de nuevo por recomponerse, pero que hoy está de fiesta.

 

Después de 120 años de espera, Sudamérica albergará sus primeros Juegos Olímpicos.

 

 

Bryan Anton
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Río 2016

Adiós a Río

Así como comenzaron, terminaron: una fiesta al mejor estilo carioca, un carnaval. La samba y otros deliciosos ritmos brasileños retumbaron ayer en el Estadio Maracaná para despedir los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y empezar la cuenta regresiva a Tokio 2020.

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Así como comenzaron, terminaron: una fiesta al mejor estilo carioca, un carnaval. La samba y otros deliciosos ritmos brasileños retumbaron ayer en el Estadio Maracaná para despedir los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y empezar la cuenta regresiva a Tokio 2020.
 
De las bellezas naturales y la música brasileña a un baño de tecnología japonés, todo en una misma noche. Las justas le dicen adiós a la Cidade Maravilhosa de la samba y el carnaval, y le dice hola a la dinámica Tokio, que dejó a más de uno animado para la fiesta que se celebrará en cuatro años al otro lado del mundo.
 
“Estos juegos fueron maravillosos en una ciudad maravillosa”, dijo el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) Thomas Bach, antes de que declarara cerrados los XXXI Juegos Olímpicos de la Era Moderna. “Bye bye, Río!”, expresó Bach después de homenajear a los atletas, voluntarios y a los cariocas.

La música fue variada, de samba a forró, la música típica del noreste brasileño, tocada por la banda Santa Massa y el DJ Dolores.
 
Asimismo fueron presentados los deportistas que entrarán a formar parte del COI, entre los que destaca la Zarina de la pértiga Yelena Isinbayeva, quien se quedó a las puertas de cerrar su brillante carrera en Río, por la suspensión del atletismo ruso.
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Río 2016

Adiós a Río

Así como comenzaron, terminaron: una fiesta al mejor estilo carioca, un carnaval. La samba y otros deliciosos ritmos brasileños retumbaron ayer en el Estadio Maracaná para despedir los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y empezar la cuenta regresiva a Tokio 2020.

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Así como comenzaron, terminaron: una fiesta al mejor estilo carioca, un carnaval. La samba y otros deliciosos ritmos brasileños retumbaron ayer en el Estadio Maracaná para despedir los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y empezar la cuenta regresiva a Tokio 2020.
 
De las bellezas naturales y la música brasileña a un baño de tecnología japonés, todo en una misma noche. Las justas le dicen adiós a la Cidade Maravilhosa de la samba y el carnaval, y le dice hola a la dinámica Tokio, que dejó a más de uno animado para la fiesta que se celebrará en cuatro años al otro lado del mundo.
 
“Estos juegos fueron maravillosos en una ciudad maravillosa”, dijo el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) Thomas Bach, antes de que declarara cerrados los XXXI Juegos Olímpicos de la Era Moderna. “Bye bye, Río!”, expresó Bach después de homenajear a los atletas, voluntarios y a los cariocas.

La música fue variada, de samba a forró, la música típica del noreste brasileño, tocada por la banda Santa Massa y el DJ Dolores.
 
Asimismo fueron presentados los deportistas que entrarán a formar parte del COI, entre los que destaca la Zarina de la pértiga Yelena Isinbayeva, quien se quedó a las puertas de cerrar su brillante carrera en Río, por la suspensión del atletismo ruso.
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Río 2016

Con sabor agridulce

La bondad de los tiempos y la tenacidad de las piernas con el paso de los años son más duras con el verapacense José Amado García, quien ayer firmó su cuarta participación consecutiva en Juegos Olímpicos. 

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La bondad de los tiempos y la tenacidad de las piernas con el paso de los años son más duras con el verapacense José Amado García, quien ayer firmó su cuarta participación consecutiva en Juegos Olímpicos. 

 
En el Sambódromo, en Río de Janeiro, donde entre febrero y marzo el mundo centra su atención por el carnaval, Amado ingresó en el lugar 118 del maratón con un tiempo de 2 horas, 30 minutos y 11 segundos, luego de un recorrido acompañado por la lluvia.
 
Con camiseta azul, pantaloneta negra, tenis verdes fluorescentes y con el coraje que lo caracteriza para comerse el asfalto, García emprendió la marcha junto a otros 154 atletas con el afán de pulverizar sus propias marcas y ser parte del cierre de las justas.
 
Aunque no logró batir su mejor registro de Londres 2012, cuando ingresó en el lugar 38, con cronometro de 2 horas, 18 minutos y 23 segundos, completó el extenuante trayecto de 42.195 kilómetros, desempeño, que a su criterio, le dejó un sabor agridulce. “Nunca encontré el ritmo en el asfalto, desde el kilómetro 25, solo pensé en llegar. No fue mi día, no hice nada de lo que había planeado. El atletismo me ha educado, tengo aún por aprender, esto no termina aquí”, lamentó García.  
 
A sus 38 años, el corazón de Amado se resiste a decirle adiós a la disciplina que le ha dado tantas satisfacciones, entre ellas la plata en los Juegos Panamericanos en la Ciudad Maravillosa, precisamente en tierras cariocas, hace 9 años. 
 
¿Le queda una asignatura pendiente? Solo García sabe, pero mientras se sacude el cansancio del maratón olímpico, siga con el apoyo de los entes correspondientes y los patrocinadores, a decir de él, su mente analiza si le apunta a Tokio 2020. 
 
Trujillo se estrena
 
Juan Carlos Trujillo, estadounidense, de padres guatemaltecos se convirtió en el noveno exponente del maratón nacional en las justas desde Helsinki 1952. 
 
Trujillo, ingresó en la meta en la posición 67, con tiempo de 2 horas, 20 minutos y 24 segundos, a 11:40 del keniata Eliud Kipchoge, ganador de la medalla de oro. 
 
“Me siento orgulloso porque representé al país de mis raíces, de mis padres. Llegar a la meta con salud y con todos los corredores del mundo, es motivo de felicidad”, dijo el atleta de 31 años.
Bryan Anton
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