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COLUMNAS

Bendita rutina… (I)

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Ricardo Piñero
Catedrático de Estética y profesor del Máster en Cristianismo y Cultura Contemporánea

Solemos tener muy marcados determinados momentos a lo largo del año que indican comienzos y decretan finales, como si pudiéramos elegir en qué momento la vida se para y en cuál se reanuda. Vivimos bajo la ilusión de dominarlo todo.

Nos encanta señorear sobre los acontecimientos, porque de ese modo nos parece que todo lo que sucede cae bajo nuestro control, y esa sensación de seguridad nos encanta, nos hace sentirnos muy poderosos. Pero no es así.

Los que nos dedicamos a la educación vivimos en la fantasía de que todo comienza cuando arrancan nuestras clases, es decir, tras las vacaciones de verano, y eso de enero nos suena a un futuro lejano en el que, aunque se estrena calendario, en realidad, nada cambia sustancialmente.

Ser protagonistas de nuestros propios días no nos hace propietarios de nada.

Cuando nuestras civilizaciones vivían pegadas a la tierra, a los trabajos del campo, a los ritmos de la naturaleza, todo el mundo tenía muy claro cuál era el tiempo de trabajo y cuál el del descanso, cuál el de la celebración y cuál el la acción de gracias, todo se configuraba de acuerdo con lo que era necesario para poder tener una vida buena.

Ahora nos empeñamos en que todo pueda suceder en cualquier momento y hemos perdido de vista la necesidad de que no cualquier ritmo de vida es un ritmo propio de seres humanos. Nuestras ansias de que todo deseo haya de ser saciado de manera inmediata nos ha hecho olvidar que la espera, en realidad, no es la ausencia de algo ni una carencia, sino la riqueza de saber colocar cada cosa en su sitio y disfrutar de cada cosa a su tiempo. No podemos vivir ni fuera del espacio ni fuera del tiempo, pero ni uno ni otro son nuestros.

Hay quien habla de su vida como si fuera un objeto, quizá porque piensa que le pertenece absolutamente, y no ha caído en la cuenta de que vivir no es un poseer, sino un hacer, un saber hacer que implica una apertura radical al mundo y a los seres que lo habitan.

Ser protagonistas de nuestros propios días no nos hace propietarios de nada. Si nos quedamos al margen, las cosas suceden, pero quizá no del modo más adecuado, no del modo más favorable, no del modo más apetecible.

Sin duda las vacaciones son algo adecuado, favorable y apetecible, pero no son un estado que pueda eternizarse, entre otras cosas, porque eso destruiría nuestra forma de estar en el mundo. El final del verano es vivido por algunas personas no como un tiempo propicio para arrancar proyectos nuevos, sino como una especie de apocalipsis en el que la rutina amenaza con engullirnos.

Hay quienes hasta experimentan una especie de angustia vital por el simple hecho de que han de regresar a sus vidas, como si lo que han estado haciendo durante días o semanas hubiera sido una experiencia extracorpórea que debiera prolongarse hasta el juicio final.

Quizá uno pueda sentirse de maravilla tumbado en una hamaca disfrutando de un mojito, y le parezca que eso es el estadio evolutivo final al que la humanidad tiende. Alguien podrá pensar que volver a su casa, a su trabajo, a sus amistades es una condena inmerecida, es un sufrimiento insoportable…

Continuará

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COLUMNAS

¡Ai, Ai, Ai, Ai…crea y no llores!

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Hassan Monteleone

Socio Economía Naranja Agexport

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¡La Ai (Artificial Intelligence) o inteligencia artificial ya está entre nosotros y vino para quedarse, y como todo cambio, nos puede dar miedo o nos puede dar…¡felicidad!

Recuerdo, hace ya muchos años, cuando a las computadoras personales se les empezaba poder instalar programas de diseño como Corel Draw, que era un buen programa para diseño y a un precio asequible, por lo que muchos diseñadores, y no diseñadores, instalaban este programa en su PC.

Los invito a que jueguen, conozcan y creen cosas utilizando
la IA.

A los que sí eran diseñadores, no podían adquirir una computadora Apple (que era la oficial para diseñar) pudieron realizar de manera más fácil sus diseños, y aunque ese programa todavía no lo tenían empresas de impresión o medios de comunicación, se podían manejar vectores y fotos que en manos y creatividad de un diseñador quedaban muy bien.

Pero también muchos no diseñadores aprovechaban el acceso a este programa para cobrar mucho menos que un profesional y muchas empresas que no querían o no podían pagar uno, aprovechaban la situación. Pero con el tiempo, se pudo observar que, aunque con acceso a estos programas, se notaba la diferencia entre estos trabajos, por lo que las empresas que sí necesitaban calidad, regresaron al profesional.

Esto está volviendo a repetirse gracias a la inteligencia artificial, ya que hoy muchos programas dan acceso a que cualquier persona pueda solicitar un diseño, música, imagen, un texto para vender y hasta un cuento completo para publicar, pero no tardarán las empresas y consumidores en empezar a ver esas diferencias entre algo realmente original y algo creado por algo artificial.

Podrían preguntarse, pero si es algo nuevo, es algo original, aunque sea creado por una IA, pero si han tenido la oportunidad de realizar trabajos con ella, siempre hay que darle instrucciones o promps basadas en algo que ya un humano realizó. Por ejemplo, si es un diseño, podemos poner de referencias gráficas que ya un humano realizó, al igual al pedir una obra musical, damos las instrucciones con estilos, instrumentos que ya existen y en un escrito o al buscar información le decimos a la IA cómo pensar o cómo actuar en referencia a algo real.

Yo los invito a que jueguen, conozcan y creen cosas utilizando la IA para que puedan ver el potencial que tiene para apoyarlos como profesionales y ahí podrán ver que es solamente eso, si se sabe utilizar, una herramienta de ayuda y apoyo al profesional. A las empresas y consumidores les recomiendo que también la utilicen para que no se dejen engañar y puedan ver cuando el trabajo es real o está realizado por completo con IA para que puedan pagar el valor real de lo que están
adquiriendo.

Y a ti emprendedor que necesitas iniciar sin invertir mucho, es una excelente opción, en lo que logras crecer para poder incluir en tus futuras inversiones, el tener a un profesional y no caer en el error de que la inteligencia artificial lo haga todo.

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COLUMNAS

Muchos avances, pero pocos cambios

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Gonzalo Andrés Serrano

Licenciado en Humanidades, Ciencias de la Comunicación y Ciencias de la Educación

Hace un par de meses, el periodista Alfredo Sepúlveda publicó Historia del Periodismo en Chile. De la Aurora a las Redes Sociales. Más de 200 años de una historia que comenzó con la primera imprenta que dio vida a La Aurora de Chile, para evolucionar a la diversidad de medios a través de los cuales ahora nos informamos (y desinformamos).

Hasta hace un par de décadas, las escuelas de Periodismo se limitaban a los tres medios: escrito, radio y televisión, y sus diversos géneros: informativo, interpretativo y de opinión.

El punto es que el periodista informativo se ha concentrado en las redes y portales de internet.

El primer formato quedó obsoleto para los diarios desde la aparición de las redes sociales. Si antes nos enterábamos de la derrota de Wanderers por El Mercurio de Valparaíso o La Estrella, hoy basta con meterse a un portal, Twitter, Instagram para saber por cuánto perdió.

El punto es que ese periodismo informativo se ha concentrado en las redes y portales de internet, transformando el cariz de los diarios a medios que son cada vez más interpretativos. De ahí la importancia de los cuerpos destinados a hacer reportajes y dar un enfoque diferente a la noticia.

En el caso de El Mercurio de Valparaíso, la última aventura de este tipo, que partió como Domingo, ya cumple los 1 mil números, cerca de 20 mil páginas. No es el Whatsapp de Hermosilla, que dicen tiene 700 mil, pero sí un número suficiente de hojas hechas con la calidad que otorga pensar y elaborar un número para cada semana, escapando de la vorágine que genera la inmediatez del día a día.

El primer número salió en junio del 2005. ¿Qué ha pasado desde entonces?  CHATGPT me sirve de torpedo, sin decirme que quizás sea esta y las otras inteligencias artificiales lo más importante del último tiempo en contraposición a otros hechos que, aunque relevantes, no han cambiado el mundo: la guerra de Ucrania versus Rusia 2022; la crisis sub prime del 2008, el estallido social (octubre del 2018) o la transformación en la forma de comunicarnos y relacionarnos (Facebook, Whatsapp, Twitter, Instagram y Tik Tok).

Antes de que las columnas puedan ser hechas por una inteligencia artificial, vale la pena echar un vistazo a los primeros números y darnos cuenta de que aquellas cosas que nos preocupaban el 2005 no son muy diferentes a las de ahora.

Parto por un aviso. La Scuola Italiana, de Valparaíso, anunciaba la apertura de nuevas postulaciones para el 2006. En ese primer número entrevistaban a Juan Antonio Coloma, de apenas 43 años, y se le preguntaba respecto a la posibilidad de cambiar la Constitución de 1980, a lo que el senador respondía diciendo que era la adecuada, pero no le preocupaba que se modificara. En esa misma línea, el senador Alejandro Foxley matizaba una pregunta sobre la desigualdad en Chile, porque esta había ido en disminución en las últimas décadas.

Dicen que el segundo número de una revista es el más difícil, pero en este caso, salió sin problemas. Rosa Zamora, la eterna editora de este suplemento, entrevistaba a la senadora Evelyn Matthei quien, además de bajarle el perfil a la candidatura de Michelle Bachelet (mal cálculo), advertía, ya en ese entonces, que la corrupción avanzaba a una velocidad abismante.

Al igual que Matthei y avanzando en el tiempo, hay otras voces que debimos haber escuchado con más atención para evitar el descalabro del estallido. 

Una mención final para uno de los colaboradores más querido e identificado con este diario, Alfredo Larreta, quien nos dejó hace varios años. 

En Domingo, Larreta podía desplegar lo que más le gustaba desarrollar, noticias raras y curiosas rescatadas de su lugar preferido, el archivo de El Mercurio de Valparaíso. Sus trabajos hoy son parte de este archivo.

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COLUMNAS

Génesis del teletrabajo en Guatemala (I)

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Oscar Peláez Almengor, Ph.D. (Tulane University, 1996).

Centro de Estudios Urbanos y Regionales.

Universidad de San Carlos de Guatemala.

Hace algún tiempo, fue presentada la iniciativa de ley 5764 conocida por el Pleno del Congreso de la República el 3/9/2020, la misma disponía aprobar la ley del teletrabajo. Tenía como objetivo beneficiar a los trabajadores guatemaltecos de los sectores públicos, privados y a la sociedad en su conjunto.

Se proponía realizar la actividad laboral a través de la modalidad del teletrabajo y con esto generar una serie de bondades relativas al desarrollo humano, social y económico del país, así como contar con una mejor calidad de vida, mayor flexibilidad en sus actividades diarias, incrementar su rendimiento laboral y reducir los tiempos y costos de desplazamiento hacia el centro de trabajo.

La normativa conteplaba diferentes modalidades de teletrabajo como el autónomo.

Finalizaban estas argumentaciones con un llamado a la modernización del país con tecnologías, programas y políticas públicas que fomentaran el teletrabajo, buscaban mejorar el desarrollo económico y estimular la competitividad en la región y en el mundo.

Así mismo, la normativa contemplaba diferentes modalidades de teletrabajo como el autónomo, que podía desarrollarse desde la casa o un lugar previamente acordado; móvil, sin un lugar fijo, utilizando dispositivos móviles y suplementarios, con periodos alternos desde la casa o la oficina.

En el proceso de análisis, también enfrentó retos significativos como la supervisión, los horarios de trabajo, la privacidad y la responsabilidad del empleador en cuanto al equipo y los insumos necesarios para trabajar desde casa.  Adicionalmente, la cuestión de los nómadas digitales que planteaban realizar trabajo desde otros países son temas que podrían enriquecer el esquema de desarrollo del teletrabajo.

Sin embargo, el tema del teletrabajo se ha dejado de discutir seriamente en nuestro país, tomándose otros derroteros para reducir el tráfico y la contaminación ambiental cada vez más insoportable para los habitantes de la ciudad de Guatemala. Desdeñándose rutas que tan solo necesitan una pizca de voluntad política para ser una realidad positiva y beneficiosa para miles de personas. 

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