París, EFE
La Selección de Argentina perdió en su debut en los Juegos Olímpicos de París en una resolución surrealista, dos horas después de que dio la impresión que un tanto de Cristian Medina a los 116 minutos significaba el 2-2, pero que, luego de dar la sensación de la finalización del choque, se anuló por fuera de juego y dos horas después se completó el tiempo que faltaba para cerrar definitivamente el 1-2.
Absolutamente inverosímil e histórico. El mediocampista del Boca Juniors parecía salvar un punto sobre la campana, al final de una eterna prolongación. El gol provocó la invasión de campo de un grupo de hinchas marroquíes, que eran mayoría en el estadio de Saint Etienne, y el colegiado sueco Glenn Nyberg mandó a ambos equipos a los camerinos.
Parecía todo terminado, todo acabado, pero nada de eso. El sistema informativo de los Juegos indicaba que el partido estaba interrumpido. Hubo negociaciones, conversaciones inacabables. El VAR atestiguaba que había existido fuera de juego en la loca jugada que concluyó con la diana de Medina.
Finalmente se decidió que lo irracional tuviera su colofón con la reanudación del encuentro con 1-2 en el marcador, a puerta cerrada, sin público en las gradas del estadio Geoffroy-Guichard.