miércoles , 27 noviembre 2024
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Algunas imágenes en Navarra

Entre las representaciones renacentistas, destacaremos la del retablo de San José en la catedral de Pamplona, a la que hemos aludido, y una tabla en el retablo de la Visitación de la parroquia de San Pedro de Tafalla y, sobre todo, la de la sacristía de la capilla del Espíritu Santo de la catedral de Tudela, obra interesante por distintos motivos.

En primer lugar por su datación, en torno a 1540, y  sobre todo por acompañarse de un matrimonio (aún sin identificar), en el que él, con aspecto de funcionario, porta un libro verde, que quizás se pueda identificar con el Libro Verde de Aragón que, como se sabe, era un manuscrito de 1507, muy difundido a lo largo del Quinientos, en el que aparecían todas las genealogías de familias aragonesas con antecedentes conversos.

Como consecuencia de la extensión de su fiesta con carácter universal, hay que situar numerosas imágenes. Mencionemos tres, la delicada de Ablitas, obra de Juan de Biniés, con rasgos ya de cierto naturalismo del primer Barroco; la de San Juan de Estella, seguramente obra de Juan III Imberto, y la del retablo mayor de Subiza, obra de Domingo de Lusa. En este último caso llama la atención, porque entre el niño y el santo sostienen un compás, no una sierra, ni una escuadra.

Nada más ilustrativo que leer el texto del padre Gracián.

Su presencia obedece a la del oficio, considerado más intelectual que manual, como un simple carpintero. Nada más ilustrativo que leer el texto del padre Gracián, cuando glosa el oficio de San José, como arquitecto y tracista: “Suele un gran maestro que quiere labrar un suntuoso palacio escoger oficiales que le ayuden, peones que sirvan, y buscar los materiales convenientes para la fábrica; mas primero que ponga mano a la obra, ni ordene ni mande a los oficiales que han de labrar, busca un carpintero viejo y experimentado y trata con él el edificio que pretende hacer. Y los dos a solas dibujan la planta, hacen el diseño, fabrican el modelo y, después de todo prevenido, apuntado y concertado, se ponen las manos a la labor”.

Los ejemplos decididamente barrocos, de gran calidad, los podemos contemplar en Recoletas, San Agustín y San Saturnino, todos ellos en Pamplona. Destacan también las esculturas del Museo de Corella, Santa María de Tafalla y Cintruénigo.  No faltan algunas de origen foráneo: Arizcun y Azpilcueta, obras de Luis Salvador Carmona; las de Araceli de Corella y parroquia de Arizcun, realizadas por Diego de Camporredondo, y las de Comendadoras de Puente la Reina y desaparecida de Carmelitas de Lesaca, obras estas dos últimas del aragonés José Ramírez de Arellano.

La escultura del Carmen de Tudela sigue plenamente el dibujo del santo, en una bella sanguina que se conserva en el Museo del Prado de Juan Antonio Salvador Carmona. Las tallas del coro bajo de Recoletas de Pamplona y de la sacristía de la catedral de Tudela, son piezas importadas de Nápoles.  La de Aranaz llegó desde Indias, remitida por don Martín de Aróstegui, caballero de Santiago y presidente de la Compañía de Comercio de La Habana, en 1736.

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