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Aceptar los errores (segunda parte) y una severa y necesaria llamada de atención

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Antes de proseguir sobre el gravísimo error cometido por CICIG-MP, defendido este por el comisionado en su publicitada entrevista aparecida en el vespertino La Hora (tres entregas, jueves, sábado y lunes) –gravísimo error, decíamos– de haber perseguido una infracción administrativa como delito o falta –categorías estas últimas que pertenecen al ámbito penal– torpeza que, además, por su arbitrario e ilegal manejo, agrió las relaciones entre el comisionado y el Estado, debo hacerles una severa y necesaria llamada de atención. La Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala –creación nuestra convenida con la Organización de las Naciones y para cuyo funcionamiento aportan recursos varios Estados en calidad de donantes– la actividad de los donantes, aportación de recursos, su única participación pactada en cuanto a esta tiene como fin esencial apoyar, fortalecer y coadyuvar a las instituciones del Estado encargadas de la investigación y la persecución penal de los delitos presuntamente cometidos con ocasión de la actividad de cuerpos ilegales de seguridad y aparatos clandestinos de seguridad que operan entre nosotros, atribuyéndosele como función primera la señalada en la literal a) de sus funciones: “determinar la existencia de cuerpos de seguridad y aparatos clandestinos, su estructura, formas de operar , fuentes de financiamiento y posible vinculación con entidades o agentes del Estado y otros sectores que atenten contra los derechos civiles y políticos en Guatemala”.

En síntesis, la lucha en contra de las organizaciones clandestinas que vulneran los derechos humanos de los guatemaltecos, así como la posible participación en este tipo de organizaciones, de agentes del Estado o de otros sectores. Siendo tal el fin de la Comisión establecida a través del Convenio, convenio en materia de derechos humanos, tal su función primera, resulta el colmo y absolutamente injustificable que, a estas alturas, no exista reacción alguna de su parte, lo cual incluye también a la anterior fiscal general –ni acción alguna– para perseguir a los asesinos de los dirigentes campesinos José Cal Chol, Luis Marroquín y Mateo Chaman Pauu, asesinatos que no se produjeron por emanación espontánea, como tampoco la tortura y asesinato del joven ciudadano Daniel Rodríguez.

Estamos ante la persecución y castigo de estos asesinatos, ante lo que determina la razón de ser de la CICIG, entidad surgida de un convenio –debo reiterarlo – así se calificó, a iniciativa nuestra – en materia de derechos humanos. Si incapaz la Comisión de coadyuvar en la persecución y castigo del atropello de la vida, ¿qué podría esperarse de sus acciones en todo lo restante? ¿Nada detrás de la muerte de estos campesinos? ¿Del joven comentarista en las redes? ¿Ningún cuerpo de seguridad o aparato clandestino? ¿Nada a determinar sobre la estructura de estos, sus formas de operar, sus fuentes de financiamiento y su posible vinculación con entidades o agentes del Estado u otros sectores? No se tratan estos crímenes de casos espectaculares que acaparen la atención mediática, y resulta más fácil proseguir con el tema del hijo y del hermano del Presidente y –ahora– con el de los empresarios, exhibidos estos como criminales, sin serlo, autores de un delito que en ellos –limpio su dinero– carece existencia alguna ¡No son los empresarios ningunos criminales!, noticias estas que sí venden: “Hijo y hermano del Presidente de Guatemala capturados por corrupción”, “Empresarios de Guatemala confesos y procesados por financiamiento electoral ilícito”, “Nuevo antejuicio en contra del Presidente de Guatemala por haber financiado ilícitamente su campaña electoral”.

¿Y, los asesinados? ¿Y el derecho a la vida, sin este derecho, imposibles los otros? En la despedida de la fiscal general, despedida realizada “al alimón” con el Comisionado, no hubo alusión alguna a los tres asesinatos, asesinatos a los que, al parecer, ya se ha sumado uno más; como tampoco al otro, el del joven periodista sin miramiento alguno, aquella despedida. Al irrefutable hecho de que, como lo hemos repetido tan reiteradamente, cada crimen que se deja impune deja abiertas las puertas, de par en par, para el crimen sucesivo. Ni siquiera una alusión a estos crímenes – en aquella despedida –pero sí–y profusa– a lo espectacular, los “crímenes” perpetrados por los empresarios por haber suministrado fondos –fondos legítimos– para que fiscales supervisaran, en cada mesa electoral, la pureza de las votaciones y del recuento de los votos, y el antejuicio a promoverse contra el Presidente (plazo fatal de 8 a 15 días impuesto para hacerlo a la nueva titular) por el “crimen” de no haber aceptado aportaciones de estos empresarios para su campaña electoral, en manos de estos apoyar, o no, con la fiscalización de votaciones y el recuento de los votos. Hasta aquí, la severa y necesaria llamada de atención que, si la vida no importa a la Comisión, ni importa a la Comisión la persecución y castigo de organizaciones clandestinas que atenten en contra de la vida –sin este derecho, ninguno– sí importa a los guatemaltecos y –tan importa– que por eso se celebró el Convenio y por eso se le dio el carácter que le dimos, convenio en materia de derechos humanos.

Nada mejor para cerrar la severa y necesaria llamada de atención que me he permitido formular que las palabras del propio comisionado: “Cuando un homicida tiene la garantía del 97% de impunidad en la comisión de un homicidio, probablemente no se va a detener para cometer el segundo…”, a lo que agrego, ni el tercero, ni el cuarto… ¿Qué tal si predican con el ejemplo? Volviendo a la entrevista del comisionado y al caso del hijo y del hermano del Presidente, reitero que coincido con él en cuanto a que la infracción administrativa no fue inventada por CICIG-MP para perseguirles y –a través suyo– al Presidente, pero lo que se omite decir y que sí  hicieron, fue dar a la infracción administrativa –infringiendo la Ley– la connotación penal de delito o falta, connotación que no tenía, ni tiene, infracción a la Ley de Contrataciones del Estado que debió de perseguir y castigar la Contraloría General de Cuentas.

Este caso, el del hijo y el hermano –manejado penalmente– quiso utilizarse como un ejemplo –ejemplo dado por la CICIG-MP, de que la Ley llega a todos por igual– loable el mensaje –y que toda cantidad importa, pequeña o grande– loable también, pero, en la emoción del mensaje a dar perdieron ambos la dimensión del caso: se trataba de una infracción administrativa imputable, de conformidad con la Ley, tan solo a los funcionarios –sin que– además hubiera defraudación alguna al patrimonio del Estado, ya que simulaciones aparte –ilícito civil– el Estado recibió como contraprestación de su pago lo que –de verdad– compraba. Un mínima investigación hubiera bastado para comprobarlo, investigación que, de haberse hecho, hubiera evitado el error y la torpeza.

El ejemplo que quiso darse –correcto– pero el caso que quiso usarse para darlo –errado– y el escándalo de la noticia internacional servida y su escandaloso manejo interno hicieron de este un caso de Estado, caso con el que se pretendió minar la autoridad del Presidente – y, si no esa, la intención, tal lo conseguido. Dice el comisionado en su entrevista que –conjuntamente con la ex fiscal general– han planteado que la actitud de los imputados o de personas objeto de investigación debe tener una respuesta acorde de la justicia –correcto planteamiento–, y agrega que si la actuación procesal demuestra que en un caso específico no se dan los fines de la prisión preventiva –evitar la fuga o la obstaculización de la Justicia– y no se trata de delito que lo impida, tanto el MP como la CICIG han venido solicitando que se conceda una medida sustitutiva de la prisión preventiva, lo cual también es correcto.

Sin embargo, lo que omite el comisionado en la entrevista, ¿Por qué no reconocer errores?, es que en el caso del hijo y del hermano del Presidente, el MP y la CICIG hicieron exactamente lo contrario –tal vez a espaldas de sus cabezas–, puesto que hijo y hermano –con ingenua candidez– llevados de la mano por sus funcionarios de MP-CICIG, dijeron todo lo hecho, sin omitir detalle alguno y se pusieron a su más absoluta disposición, pero –a pesar de ello– se solicitó orden de captura contra ambos –orden de captura absolutamente innecesaria–, se allanó la vivienda del hermano, se le capturó y se le exhibió ante los medios de comunicación – innecesario e ilegal (tan innecesaria la captura que el hijo se presentó al tribunal, sin que fuera necesario capturarle) y –para ambos– se pidió prisión preventiva y –para ambos– se obstaculizó, originalmente, que se les diera medida sustitutiva alguna.

Lo que no ha llegado a comprender el comisionado –tampoco lo comprendió la exfiscal– o no quisieron comprenderlo (implicaba reconocer los errores perpetrados) es que al Presidente de la República –pese al error que cometían de perseguir una infracción administrativa como delito o falta, comprendió que podía cometerse– nadie es infalible –y que es obligación de todos someterse a la Justicia– lo que comprendió e hizo, pero que lo que –necesariamente– tenía que ser más difícil que pudiera comprender –es incomprensible– es la persistencia que ha habido en el error, los humillantes allanamientos, captura y exhibición del hermano –innecesarios y escandalosos, ilegal, así como la noticia internacional servida– falsa– porque el hijo nunca fue capturado, y tendenciosa, por la forma de servirla –así como la prisión preventiva instada contra ambos. ¿Peligro de fuga? ¡Por favor! ¿Obstaculización de investigaciones, después de seis meses, todo investigado? ¡Por favor¡ En cualquier otro Estado del mundo sería casi inconcebible ver al Presidente y su esposa visitando a su hijo en prisión preventiva.

Tuve la ocasión de verlo, conmoverme y apreciarlo. El Presidente que prolongó el mandato de la CICIG. Resulta esta una buena ocasión –la de este debate– para dejar claro que mi posición con respecto al comisionado y a la Comisión –idéntica a la del excanciller Carlos Raúl Morales– claramente sostenida en el viaje de agosto pasado a Nueva York, fue la de solicitar evaluación y auditoría sobre su desempeño y no la destitución del comisionado, posición que fue exactamente la que ordenó el Presidente de la República y la que sostuvo en la reunión habida con el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, posición que sostuvo hasta entonces. Dejar claro, asimismo, que no participé en la reunión con el citado secretario general, por decisión propia, compartida con el Presidente y el excanciller, siendo de mi puño y letra en castellano, sin traducción a ningún otro idioma –la guía– ayuda de memoria convenida y que rigió la reunión, documento no entregado, y posteriormente a la Secretaría, como nota verbal –y supongo que textual– por nuestro representante permanente ante la Organización. Nada –absolutamente nada– tuve que ver con la declaración de persona non grata del comisionado – ni como concepto, ni en su ejecución.

Que todo cuanto hago, lo hago de frente y que asumo –sin tapujos– la responsabilidad de cuanto digo y cuanto hago. Que me parece deleznable la fafa que supongo corrida para servir falsas informaciones en mi contra (que no se me habría permitido el ingreso a la reunión, por ejemplo), así como la falta de seriedad de quienes –sin profundizar en los hechos– las han secundado.  ¡Cuidado con los que se dicen sus amigos y que –con su miopía o segundas intenciones– les empujan a los errores cometidos! ¿Contra el comisionado? ¡En absoluto, pero, quede claro también que, puesto a escoger entre el Presidente, jefe del Estado y representante de la unidad nacional, electo por el pueblo y –precisamente– a quien se debe la permanencia entre nosotros de la CICIG –fue él quién prolongó su mandato– y el colega colombiano, funcionario internacional contratado para el desempeño de su cargo, no podría dudarlo ni un instante, siendo mi opción –necesaria opción para cualquier guatemalteco– la de nuestro Presidente y, si no llegasen a caber ambos entre nosotros, sería el comisionado –necesariamente– quien no cabría. (continuará)

Acisclo Valladares Molina
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COLUMNAS

Zolic, el rediseño de una marca de 51 años

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Ing. Byron Gaitán, Gerente General Zolic

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Con más de medio siglo de trayectoria la Zona Libre de Industria y Comercio Santo Tomás de Castilla (Zolic), ha experimentado una evolución sólida en la consecución de sus objetivos.

En la etapa más reciente, el compromiso de su Junta Directiva, Gerencia y Sub-Gerencia ha sido fundamental para impulsar estratégicamente la atracción de nuevas inversiones y el crecimiento económico del país. 

La institución ha sido un pilar en la historia de Guatemala, contribuyendo al desarrollo del empleo y la economía nacional. Es así como desde 2021, se estableció una estrategia de reposicionamiento de marca, destacando entre sus acciones el rediseño del logotipo, que otorga un espacio para la innovación y la evolución de la institución desde su imagen visual.

La esencia y el propósito primordial de Zolic desde su fundación en 1973 han sido la promoción de la inversión nacional y extranjera para impulsar el desarrollo, la productividad y el empleo, en línea con su Ley Constitutiva el Decreto 22-73 del Congreso de la República y sus reformas posteriores en el Decreto 30-2008.

El logotipo anterior fue utilizado como sello distintivo de la institución desde el 2012.

La historia de la institución se entrelaza con la identidad arraigada de la Zona Libre de Industria y Comercio “Santo Tomás de Castilla”, conocida generalmente como Zolic por usuarios, público en general y trabajadores, quienes han sido testigos de su evolución a lo largo de los años.

Desde sus inicios, situada junto al principal puerto en el Atlántico guatemalteco, en Puerto Barrios, Izabal; los primeros logotipos de Zolic evocaban el sol, el mar e incluso una gaviota, reflejando su ubicación privilegiada y buscando hacer referencia de su conexión con el comercio
marítimo.

Sin embargo, en la historia de Zolic su Ley Orgánica ha tenido varias reformas, siendo una de las más significativas la de 2008. Con la cual la institución se ampliaría en capacidades, convirtiéndose en la fuerza impulsora detrás de lo que ahora conocemos como Zonas de Desarrollo Económico Especiales Públicas (ZDEEP), autorizando y habilitando nuevas Zonas Libres para el crecimiento económico, en todas las regiones del país.

El logotipo anterior fue utilizado como sello distintivo de la institución desde 2012, y si bien era reconocible por su nombre solo aprovechaba un 7 por ciento el potencial de la marca, en el nuevo rediseño Zolic ocupa el lugar central y dominante representando el 100 por ciento de la composición gráfica.

Esta decisión refuerza el posicionamiento de la marca y la hace más memorable para el público, la marca tiene colores corporativos que reflejan confianza y estabilidad y aseguran una consistencia visual, con tipografías legibles y modernas que reflejan profesionalidad y seriedad.

Hoy, el logotipo de Zolic, tiene un diseño conformado por un rectángulo vertical en color azul oscuro con cortes ondulares; en la parte inferior, en medio esta la palabra Zolic en letras especiales en color azul oscuro, sobre la palabra Zolic, figura una línea ondulada en color celeste con un punto rojo y debajo de la palabra Zolic, se encuentran las palabras zona libre de industria y comercio en letras especiales en color azul oscuro subrayado con línea en color rojo. Abajo del subrayado rojo se encuentran las palabras Santo Tomás de Castilla en letras especiales en color gris claro.

El nuevo diseño de marca de Zolic se da en un tiempo importante de cambio en su historia, consolidando su posición en el mercado guatemalteco y preparando a la institución para enfrentar los desafíos del comercio internacional y el nearshoring.

Con un logotipo limpio y claro, colores corporativos distintivos y tipografías cuidadosamente seleccionadas, Zolic se posiciona como el líder en su sector, rigiendo la autorización y habilitación de las Zonas de Desarrollo Económico Especiales Públicas (ZDEEP), lo que se traduce en contribución a la reactivación económica y social de un nuevo país para todos.  

Colaborador DCA
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Por una cultura laboral segura y saludable

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Consejo Editorial Conadi

Hace ya 21 años que el 28 de abril se marca en nuestros calendarios como el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo. Esta fecha no solo nos recuerda la importancia vital de promover entornos laborales seguros, saludables y dignos, sino que también nos invita a rendir homenaje a todas aquellas personas que han sido víctimas de accidentes laborales y enfermedades profesionales.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define la Seguridad y Salud en el Trabajo (SST) como una disciplina dedicada a prevenir lesiones y enfermedades laborales, así como a proteger y promover la salud de los trabajadores.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, las cifras son alarmantes: Según análisis de la OIT casi 3 millones de personas mueren por accidentes y enfermedades relacionadas con el trabajo; además, calcula que 395 millones de trabajadores en todo el mundo sufrieron lesiones laborales no mortales; entre estos, un porcentaje significativo termina con alguna discapacidad.

A pesar de los esfuerzos, las cifras son alarmantes.

Según el Banco Mundial, aproximadamente el 15 por ciento de la población mundial vive con algún tipo de discapacidad.

Además de los riesgos físicos, también debemos considerar los desafíos relacionados con la salud mental en el ámbito laboral.

La ansiedad, el estrés y otros problemas de salud mental no solo afectan al individuo, sino que también impactan negativamente en la productividad empresarial.

En Guatemala, el Ministerio de Trabajo y Previsión Social (Mintrab) y el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) tienen a su cargo, en forma coordinada, el control y vigilancia de la salud y seguridad; esto, para garantizar entornos laborales seguros y saludables.

Según el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), en nuestro país se registran 200 accidentes laborales diarios, siendo los sectores más peligrosos la agricultura, los servicios y la industria.

El Consejo Nacional para la Atención de las Personas con Discapacidad hace el llamado para que las empresas asuman su responsabilidad y prioricen la seguridad de sus trabajadores.

Invertir en la prevención de accidentes laborales y en la inclusión de personas con discapacidad en el lugar de trabajo no solo mejora la moral y la productividad, sino también fomenta la diversidad en la fuerza laboral. Además, es crucial garantizar el cumplimiento de las leyes y regulaciones que protegen a los trabajadores en la prevención de accidentes laborales en nuestro país.

En este Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, hagamos un compromiso conjunto para crear una cultura laboral donde la seguridad y la salud de los trabajadores sean prioridades indiscutibles. Juntos, podemos construir un futuro laboral más seguro, saludable y equitativo para todos.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

¿Woke qué, woke quién?

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Miriam Jerade

Profesora Asistente Facultad de Artes Liberales

Lo tragicómico del libro de Susan Neiman, La izquierda no es Woke es que si bien su autora afirma haberlo escrito para salvar a la izquierda, solo le habla a los prejuicios del ala reaccionaria y conservadora.

En el libro, Susan Neiman sostiene que la izquierda intercambió la igualdad social por la reivindicación identitaria. Neiman jamás define woke.

El término que se originó en la comunidad afroamericana para estar atentos, ha degenerado en un insulto.

Políticos conservadores como Ron DeSantis lo usan contra el activismo medioambiental, derechos sexuales o ser vegano; posiciones escasamente comparables en su valoración social o poder. Tampoco es claro el referente: ¿woke quién? ¿Se refiere a su vecina que le pidió llamarla con otro pronombre o a todas las luchas contra el sexismo?

¿Qué se le achaca a la izquierda (si es que existe la izquierda)? Que perdió su vocación universalista que buscaba la igualdad.

Es falso que la izquierda abandonó las luchas por la igualdad social.

Es cierto que habiendo conquistado una mayor igualdad formal, cierta izquierda ha señalado injusticias estructurales que algunos grupos sociales padecen.

Esto que la autora interpreta como pura victimización es una lucha por la justicia de aquellos que tienden a ser aún más explotados o marginados en el mundo laboral, tienen menos capacidad de decisión o padecen violencias sistemáticas.

Cuando los conservadores contraponen al lema Black Lives Matter una fórmula universalista como All Lives Matter, están caricaturizando la demanda y lo hacen con una ignorancia porfiada que desconoce que es más probable recibir violencia policial cuando se es negro en los Estados Unidos.

Extrañamente, grupos conservadores los defensores de la familia tradicional, por ejemplo; rara vez se tildan como identitarios.

Otra confusión que alimenta el libro es que las identidades son tratadas como intereses, o peor aún, sensibilidades. Indígena u homosexual no describirían nada más que distintos grupos de interés (parciales, además).

De ahí que según ella la izquierda dejó el universalismo ilustrado por intereses particularistas escépticos del progreso. Como si no hubiese progreso moral en el combate al racismo o al sexismo y en la conquista de derechos.

La idea de que la izquierda abandonó la redistribución por el reconocimiento ha sido muy discutida. A nuestro parecer, se trata de una falsa dicotomía, pues la distribución material está estrechamente relacionada con el reconocimiento. 

                  Continuará… 

Colaborador DCA
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